Capítulo 1

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Si, la universidad era diferente, podía sentir más libertad que en la escuela media. Pero el hecho es que sigue habiendo gente idiota por todos lados.

Esa mañana un tipo chocó contra él haciéndolo tropezar y ni siquiera se disculpó. El reclamo quedó atorado en su garganta y decidió que llegar a tiempo a su primera clase era la prioridad.

El aula ya se encontraba llena. No le gustaba ocupar los primeros lugares y aunque su vista no era tan buena prefería pasar desapercibido, todo porque le era difícil hablar con otros. La forma en como fue tratado antes lo reacondicionó a su introvertida personalidad.

Algunos confundían sus deficientes habilidades sociales con la arrogancia y por ello hasta ahora sus compañeros hablaban solo lo estrictamente necesario con él, sin tener intenciones de incluirlo en un círculo social.

Esas cosas no le importaban tanto, a pesar de que debía admitir que se sentía en extremo excluido, necesitaba con quien cruzar más de dos palabras al día. Y sus viejos amigos no contaban, con ellos se mensajeaba varias veces al día.

Unos decidieron conseguir un empleo luego de graduarse, mientras que otros como él buscaban alguna profesión.

De hecho, Akkun estudiaba en la facultad contigua a la suya, en el área de ingenierías; no obstante, sus horarios no coincidían por lo que no se encontraban demasiado en la semana y los fines se dedicaba a sus trabajos parciales.

Cuando el profesor Ryuguji entró, todos se sumergieron en un silencio y se acomodaron en sus asientos. El hombre comenzó su cátedra recapitulando lo último que platicaron. Su voz era áspera y algo monótona, parecía aburrido la mayor parte del tiempo, aun así, era muy bueno explicando.

Si antes se lo hubiera encontrado en la calle, jamás se imaginaría que se dedicaba a la docencia. El profesor Ryuguji tenía el porte de una persona peligrosa debido a su mirada seria y rostro inexpresivo, si sumaba a eso la enorme altura, era un combo aterrador. Además, el tatuaje al costado de su cabeza lo hacía lucir sospechoso.

Como un delincuente.

Menos mal que en la universidad no parecía haber un código de vestimenta, tal vez al profesor lo obligarían a cubrirse el tatuaje.

Takemichi dejó de divagar en el aspecto de su profesor y optó por concentrarse. A veces lanzaba información que no estaban en sus proyecciones y curiosamente solían ser las respuestas a las preguntas de su examen. Ruyguji era hasta cierto punto muy tolerante, no les pasaba asistencia y en realidad, no le importaba lo que los estudiantes hicieran en su clase, mientras no lo interrumpieran.

Muchos se aprovecharon de eso el primer trimestre, al no asistir o ignorar la exposición del tema. Se arrepintieron de ello en el periodo de exámenes, cinco hojas en donde se preguntaban detalles muy específicos de lo estudiado. La mayoría no obtuvo calificación aprobatoria.

Takemichi estuvo a un punto de entrar dentro de ese grupo. Fue una calificación regular de la que no se sentía muy orgulloso. Con todo, fue un alivio.

Ahora, mientras se concentraba en la explicación, su vista periférica captó la entrada de un chico. El profesor Ryuguji también lo hizo o eso le pareció y como siempre, no dijo algo al respecto.

Él no conocía a este sujeto. Lo recordaría porque a pesar de la poca iluminación, le pareció atractivo, imposible ignorar. Por otro lado, su vestimenta era...peculiar, hasta ese momento no vio a alguien andar con sandalias por los pasillos. El cabello corto de color negro le caía sobre la cara, por lo que no pudo distinguir el tono de sus ojos. Tan pronto como el sujeto encontró asiento -a unos cuantos de él- dejó caer la cabeza sobre la mesa escondiéndola entre sus brazos.

Y se durmió.

Takemichi dejó de observarlo y plantó de nueva cuenta la vista al frente. ¡Diablos! Se distrajo por un segundo y el profesor ya hablaba de otra cosa. Para cuando la cátedra terminó, todos se apresuraron a recoger sus útiles. Él quiso tomarse algo de tiempo, deseando que todos se dieran prisa y dejaran de bloquear las entradas.

El desconocido seguía dormido. ¿Debería despertarlo? Dudó, ¿Y si pensaba que era un entrometido? La mayoría de sus compañeros ya no se encontraban ahí y el profesor leía algo en su escritorio ajeno a lo que sucedía al final de su aula.

Se imaginó en una situación similar y a él sí le gustaría que lo despertaran, de no hacerlo y encontrarse a solas con Ryuguji no solo sería incomodo, sino horripilante.

—Oye...—le pincho el hombro un par de veces, también intentó que su voz saliera más suave de lo habitual.

Nada, parecía que estaba intentando revivir a un muerto.

—La clase ya terminó—se acercó hasta murmurar cerca de su oído. Hubo un movimiento. Eso sería suficiente. No espero una respuesta y dando grandes zancadas salió de ahí.

Ya iba tarde a la siguiente asignatura.

*

Creyó haber escuchado algo, la sensación de un cálido aliento persistía en la sensible piel de su oído. Fue un sonido efervescente y en extremo efectivo. Cuando Kenchin lo despertaba, lo hacia de forma muy brusca y por ello se iba lo golpes contra él de inmediato.

—Mikey—escuchó a lo lejos. Antes de que su amigo comenzara con el sermón estiró sus extremidades al mismo tiempo que soltaba un bostezo, incluso se le salieron algunas lágrimas.

—¡Yo! Kenchin—dijo con entusiasmo. Sonrió al ver el ceño fruncido del otro, le gustaba mucho fastidiarlo, era uno de sus pasatiempos favoritos.

Kenchin podría decir que lo odiaba, pero sabía que no era de ese modo. Muy en el fondo el de la trenza le tiene afecto o eso cree, sino no lo hubiera soportando por tantos años.

—Ya que Hanagaki me ahorró el trabajo, vete de una vez—el aludido hizo una mueca—. Tienes que ir a clases.

—No importa, puedo saltármela—respondió echando su cabeza hacia tras del respaldo de la silla. De repente se sintió hambriento.

—Tu eres el jodido profesor.

Gruñó, odiaba eso. Sus alumnos eran unos idiotas y no tenía muchos ánimos de lidiar con ellos.

Y en contraparte, sus estudiantes pensaban que él era un hijo de puta.

Se consideraba a Manjiro Sano un profesor demasiado estricto y duro, siendo sus estándares muy difíciles de cumplir puesto que daba algunas de las materias más complejas de área de ingeniería. En extremo inflexible respecto a las asistencias, porque si a él lo obligaban a asistir, los idiotas también debían hacerlo; no toleraba los trabajos mediocres y sus exámenes eran a veces imposibles si no estudiaban lo suficiente. Todos sabían que una carita feliz era aprobatoria, mientras que una triste no lo era; por muy riguroso que fuera el profesor Sano, esa era su forma de entregar calificaciones.

—Supongo que debo ir a ver a esos bastardos.

Gravity |Tokyo Revengers|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora