Capítulo 4

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—¿Profesor Sano?

Manjiro dirigió su fría mirada hacia el alumno que lo estaba llamando, este de inmediato se puso tenso; aun así, continuó con su pregunta respecto a un paso en el método para resolver el problema que estaban aprendiendo.

Al observar el pizarrón se percató de que se encontraba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta de todas las operaciones que llenaron la mayor parte del espacio. Todo hecho en un pesado silencio más que el de la tiza deslizándose.

Su cerebro continuó en piloto automático a pesar de sus divagaciones.

—¿En qué parte? —preguntó con voz monótona.

—Desde el principio.

—Bueno...—suspiró e inició de nuevo.

Minutos después, intentó ser lo más paciente que pudo dado que surgieron más dudas. Por lo general los idiotas no lo cuestionaban tanto, dado que no comprendían o simplemente fingían que les quedaba claro. De algún modo hizo la clase más dinámica y el tiempo transcurrió rápido. Al final escribió cuatro ejercicios similares para que practicaran, pues estaba planeando asaltarlos con un examen para la próxima clase.

Terminando su sesión se debatió sobre si debería ir al aula de Kenchin. Había pasado el fin de semana con sus pensamientos rondando a cierto chico azabache de ojos azules. Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordarlo. Pues desde su punto de vista, Takemicchi era todo un perdedor.

El tipo de chico al que cualquiera puede pasarle por encima, del que absolutamente nadie reparaba de su existencia. Era tan fácil de olvidar porque no había nada atractivo en su apariencia y mucho menos en su personalidad.

Sin embargo, Manjiro pudo notarlo y eso se debía más que nada a que sintió lastima. El azabache tenía cierto anhelo por ser notado o quizá por compartir sus ideas y pensamientos con alguien más y debido a ello trató de conectar con él de alguna forma.

Con todo y eso no logró sacarle una palabra.

El mayor se decepcionó muchas veces y con ello se convenció de que pronto se aburriría de esa "relación" y entonces tendría que recurrir a ignóralo o buscar otro lugar para dormir. Sin embargo, la nueva impresión que tenia de Takemicchi hizo que sus planes cambiaran.

El chico al que llamó perdedor se había levantado del suelo con determinación y no retrocedió aún si sabía que perdería. El azul de sus ojos se profundizo y dentro de ellos vio el parecido que tenía a los de otra persona.

Alguien que vivió en sus tiempos de pandillero.

Los recuerdos lo hicieron reír y trajeron de vuelta su orgullo. Pues la patada con la que derribó al gorila, tenía años que no la hacía. Y ese sentimiento de sentirse invicto y poderoso floreció de nuevo.

Entonces se decidió. Iría al aula de Kenchin de nuevo.

*

El profesor Ryuguji lo miró algo sorprendido, si es como puede definir su expresión, no obstante, inició la clase como de costumbre. Uno que otro compañero también lo notó y no era para menos.

El silencioso Hanagaki Takemichi metido en peleas callejeras, ya se imaginaba el tipo de rumores que circularían a partir de ese incidente. Sin embargo, la gran mayoría parecía desconocer el motivo de su rostro golpeado. Lo que le daba a entender que no habían sido espectadores a pesar de que ocurrió a pocas cuadras de la universidad.

Eso lo hizo suspirar con alivio. No necesitaba más atención de la que estaba recibiendo.

Hinata Tachibana le había mandado mensajes de texto durante el fin de semana preguntando por su salud. Podía sentirse algo emocionado al hablar con una chica y más alguien como Hinata, pero sabía que solo fue por amabilidad y preocupación, orillados por la culpabilidad lo que hacía que ella insistiera en textearle.

Además, hubo uno en particular que lo dejó intranquilo:

El chico de la UFC es el que se cuela a dormir en el aula del profesor Ryuguji

Ahí se convenció de dos cosas, la primera: no es un fantasma; y la segunda, espera no volver a verlo porque ahí mismo cavaría su tumba.

Simple y sencillamente no soportaría la vergüenza.

Takemichi no paró de ver el reloj colgado sobre la pared, los primeros diez minutos eran críticos. Si el chico no aparecía podría dejar de morder la punta de su bolígrafo y escuchar tranquilo la clase.

Para su alivió, el tipo no cruzó la puerta.

Quince minutos antes de que concluyera la sesión, Ryuguji explicaba de forma habitual y toda su concentración estaba en el profesor. Al menos hasta que se escuchó el suave crujir de la puerta trasera y pasos cuidadosos. Volteó por inercia y su sorpresa fue verse reflejado en los característicos orbes oscuros del chico que creía se trataba de un ente paranormal.

Ryuguji carraspeó atrayendo su atención de nuevo a la proyección.

Sintiéndose avergonzado, Takemichi se obligó a mantener la vista al frente y en sus apuntes únicamente. Por muy extraño que pareciera, pudo sentir la mirada del chico sobre él todo el tiempo, lo que le provocó un tic ridículo en la rodilla.

¿Qué debería hacer? Era bastante insístete el escudriñamiento al cual estaba siendo sometido.

¿Acaso estaba tratando de llamar su atención? ¿Cuál era su problema? ¿Tenía algo que decirle? ¿Por qué no dejaba de observarlo? ¿Y por qué se veía tan interesante ese tatuaje sobre su cuello?

Takemichi sacudió su cabeza, sus cavilaciones se estaban desviando del punto principal.

Por la información que sabía, el sujeto le había salvado el trasero de alguna forma, era normal que quisiera escuchar algo por parte de él ¿no? Un Gracias, estaría bien.

Si, eso estaba perfecto.

Y después cada quien se concentra en sus actividades y eso termina ahí.

Una vez concluyó la clase, con movimientos muy torpes se apresuró a guardar sus útiles. Habría estado perfecto que todo saliera de acuerdo a sus planes, pero su bolígrafo mascado rodó de la mesa hasta parar cerca del sujeto misterioso.

Este se agachó para levantarlo y se lo ofreció con una sonrisa bastante ¿encantadora?, eso desde la perspectiva de Takemichi.

—G-Gracias, y-yo...No sé qué decir—comenzó el ojiazul.—. La otra vez...

—Hanagaki—la gutural voz del profesor Ryuguji—. Ven un momento.

No solo él giró en dirección hacia el catedrático. De hecho, le sorprendió que el otro no disimulara su molestia con la interrupción.

—Te veo luego.

Entonces, el sonido de todo lo demás fueron vagos murmullos. Y es que la mente del ojiazul quedó en blanco. Se trataba de la primera vez que escuchaba la voz del otro y a pesar de su apariencia joven era de un tono grave, algo ronco; al pronunciar las palabras se sentía íntima y bastante atractiva.

—Hanagaki—el nuevo llamado de su profesor lo sacó del trance.

El profesor Ryuguji le entregó una retroalimentación sobre el primer adelanto de un trabajo de investigación que debía concluir para los exámenes finales del semestre. Mientras otros trabajaban en equipos, Takemichi lo hacía solo. Su principal motivo: nadie parecía dispuesto a recibirlo.

—No está mal para ser el primer avance, pero necesitas investigar en más fuentes y modificar tu hipótesis para que no se te dificulte en el estudio estadístico.

—Lo entiendo, gracias.

—Lee mis anotaciones, la próxima semana espero las correcciones vía correo.

Se despidió con una reverencia y para cuando salió al pasillo, no había rastro de aquel sujeto. Se sintió en parte aliviado porque su tartamudeo fue más que patético. Ya intentaría dar una mejor impresión luego.

Si es que podía.

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⏰ Última actualización: Oct 17 ⏰

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