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Corregir los errores de ortografía porfavor.

Normalmente a Nami no se le pasaba una rabia rápido. De alguna manera, para que no se pusiera más rabiosa de lo normal, había que sobornarle de alguna manera; ya sea con dinero, o con algún accesorio ligeramente caro y llamativo.

Luffy y Ussop están extrañados. Desde que comenzaron a trabajar el día de hoy, a pesar de que la enojaron previamente, ella estaba raramente calmada, y ninguno de los dos quería perturbar su paz.

Luffy no quería un nuevo golpe.

Se encontraban cobrando cada uno en casas diferentes. Luffy intentando hacer que un señor le pague unos chorizos que le debía desde hace dos semanas; Ussop ofreciendo diferentes tipos de quesos a una universitaria y Nami estaba hablando civilizadamente con una clienta.

"Ya le dije que esta semana no hay plata niña" decía la cliente de Nami, una chica pelirosa "Dentro de una semana le doy la mitad de lo que le debo pues"exclamaba ya enojada con la insistencia de Nami.

"Desde hace varias semana me estás diciendo lo mismo pelada. Siempre me das excusas y nunca la plata" Nami ya bastante enojada le dijo a la otra chica señalandola "Ahora dame la malparida plata que hace años te estoy esperando, Perona"

Perona ya hastiada de la insistencia de la peli naranja trata de cerrarle la puerta en la cara, pero sin contar con la rapidez de Nami, esta última evita que la cierre.

"Mirá culicagada, como me vas a decir que no tenés plata y vivís en una casota toda gigante como esta, deja de sacarme excusas" Nami estaba entrando en el espacio personal de Perona, con la intención de intimidarla.

La peli rosa al ver las acciones de la contraria, le lanzó una mirada retadora y se separa lentamente de Nami.

"Si tenés algún problema venga y lo arreglamos" exclama Perona, haciendo una posición de pelea que vió en alguna película.

Y Nami se le lanzó encima sin pensarlo.

"¡Malparida que se cree!, ¡¿Creyó que me daba miedo o qué?!" Decía gritando Nami, mientras agarra a Perona del cabello y le da tres vueltas.

"¡Mi cabello, estúpida!" Perona se quejaba a gritos. Y al sentir como la peli naranja la soltaba por unos segundos, aprovechó para pegarle una patada en el estómago. "¡¿Y usted creyó que yo no sé pelear o qué?!" Y también agarró del pelo a Nami.

La realidad es que ninguna sabe pelear.

Los gritos de ambas mujeres alertaron a la gente que pasaba, haciendo que se reunieran al rededor de la pelea, la cual, ya se estaba desarrollando fuera de la casa. Al mismo tiempo, toda esa gente también alertó a los dos cuajados compañeros de Nami, los cuales al escuchar el alboroto, fueron inmediatamente a ayudar a su amiga.

"¡Soltame gonorrea!, ¡SOLTAME!" Con ese último grito, Nami casi se queda sin cuerdas vocales.

Perona estaba jalando muy duro del cabello de Nami, casi a punto de arrancarlo y rajarse las manos con sus cabellos. Pero Nami no se quedaba atrás.

Haciendo uso de toda su fuerza, Nami Agarró la cabeza de Perona desde atrás y ¡PUM!, le estrelló la cabeza contra la pared más cercana que tenía.

Todos los presentes quedaron desconcertados y varios asustados por el fuerte golpe que resonó y la sangre que salió de la nariz de la caída.

El cuajado del barrio || Zolu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora