Refugio

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Una parte de él, deseó haber sido devorado.

Cuando lo miró con esos ojos hambrientos quiso que se lo tragara completo y así poder ver lo que los más desdichados habían visto antes de morir.

Pero su maestro había dicho que los titanes no tienen sistema digestivo, lo que comen va siendo degradado de a poco según usan los nutrientes hasta que no queda nada y vuelven a comer.  Y cuando comen demasiado suelen vomitar.

Kouki no tenía pensamientos suicidas, pero poder investigar el interior de un titán le aguaba la boca.

Cuando el niño Seijurou se mostró apenado por no haber conseguido ver uno, él se sintió extraño.

Al principio creyó que era un pequeño capricho de un crío de familia rica, luego, puro sadismo infantil, el morbo de ver a un ser que podría devorarlo de un bocado y seguir con su banquete de humanos, pero luego se le ocurrió que tal vez Seijurou odiaba a los titanes y deseaba verlos para aprender lo que se sentía estar ante ellos, perder el miedo para matarlos algún día.

A pesar de todo lo que le habían hecho sufrir.. Kouki era incapaz de odiarlos.

Se odiaba más a sí mismo por no tener la fuerza para hacerlo.

Había matado a unos pocos, había sido aceptado en la Legión de Reconocimiento en la cual saldría al exterior y debería asesinar o ser asesinado, ellos habían acabado con todo lo que tenía.. Pero aún así ..Todo lo que sentía era frustración y tristeza.

—Si los ves de cierto modo.. Ellos también lucen como personas.

Aquél murmullo a la nada se perdió en el aire frío de la noche junto con su aliento. Las estrellas eran como hormigas luminiscentes en el cielo oscuro, la ventana en su habitación de la sede era de las pocas que continuaban brillando. Todos estaban durmiendo por la misión que comenzaría al amanecer, pero Kouki no podía dormir, no desde su primera misión, tras la cual fue admitido en la legión y comenzó a trabajar bajo el mando del Capitán Akashi.

Pocos sabían que si durante el día recibía sus órdenes militares, de noche cumplía cada una de sus perversas ideas.

Kouki no había fingido cuando el pelirrojo corrió a verlo al improvisado hospital. Cuando vio su brazo enyesado con una profunda preocupación y de repente lo tomó de los hombros diciéndole:

"Que bueno que estás vivo".

Kouki había sido envidioso, había tenido celos de que nadie le dijera eso nunca desde que empezó con su entrenamiento. Ya no le quedaba nadie en el mundo e incluso se alejaba de los demás para no apegarse a gente perecedera, que hoy decía hola y mañana ni siquiera podrías despedirte antes de que se los comieran.

Prefería ahorrarse la pena, pero cuando esos ojos dispares lo observaron de pies a cabeza, brillando de alegría y dolor, Kouki no supo por qué pero también lloró.

—Que dices? Tu me enviaste al muro..

—Hablo de todo este tiempo. Cuando supe que la muralla María cayó sólo pude pensar en ti. Pero era un mocoso inútil, no pude ir a buscarte. Y cuando pude buscarte no pude encontrarte.

—Me uni al ejército.. entrené duro —gimió Kouki mientras se sorbia los mocos

—No podías correr un poco más lento? —Murmuró abrazandolo— creí que te había perdido.

Aquello era irrazonable, increíble, indescriptible.. pero no lo era también que su madre había sido asesinada durante la aparición de un enorme Titan? Por qué las cosas buenas no podían ser irrazonables también? No merecía la pena vivir mientas estuvieran vivos?

Dentro de las murallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora