O4 : Ganache

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El bullicio que nace de incontables voces a su alrededor inunda los largos pasillos que Cheong-san se ve obligado a cruzar para llegar a su respectivo salón de clases. Algunos estudiantes pasan junto a él a gran velocidad debido a sus carreras improvisadas, mientras que algunos otros comparten un andar similar al suyo, permitiéndoles transitar sin sufrir algún tipo de accidente.

Todo esto resultaría difícil de ignorar para cualquier persona, pero no para Cheong-san, pues hay algo dentro de su cabeza que le genera más ruido que todo lo anterior. Ese algo tiene nombre, apellido, varios centímetros de altura y está caminando a su lado en completo silencio.

El brazo de ese algo rodea la espalda de Cheong-san mientras lo sostiene del hombro derecho, permitiendo que sus cuerpos permanezcan en contacto y que la excesiva calidez que desprende el otro sea imposible de ignorar para el más bajo.

Aun con la excesiva incomodidad que los rodea, las manos de Su-hyeok todavía permanecen sobre el cuerpo de Cheong-san igual que una espesa capa de dulce que recubre con recelo al mejor postre del escaparate.

Que gran analogía, Cheong-san. Felicidades.

En todo caso, lo único que consigue mantener a Cheong-san con los pies sobre la tierra es la estruendosa risa de Gyeong-su, quien camina frente a ellos en compañía de Dae-su.

En la mañana, después de evadir las incontables preguntas de su madre durante el desayuno, encontrarse con On-jo se sintió como atrapar el último salvavidas de una embarcación destrozada. Incluso si su apuesta diaria terminó en un empate que enfureció a su mejor amiga, Cheong-san sintió gran parte de la tensión acumulada abandonar su cuerpo gracias a esa normalidad que creyó perdida.

Si bien es cierto que nadie sabe lo que sea que esté pasando entre ambos adolescentes, sin contar a un posible testigo llamado Han Gyeong-su, Cheong-san aún siente que algo perfora en lo profundo de su pecho al pensar en las inevitables consecuencias que acompañan a los hechos de la noche anterior, después de todo, darte cuenta por primera vez de te gusta alguien de tu mismo sexo no es fácil de manejar, menos si se trata de un amigo cercano a quien conoces desde hace tiempo.

Aun así, Cheong-san se esforzó por mantenerse neutral cuando se encontró con el culpable de su desastre emocional en las escaleras de la primera planta, también agradeció el actuar natural de éste al saludarlo y abrazarlo como si fuese un día cualquiera.

Sin embargo, no puede negar que ese mismo comportamiento "normal" con el que fue recibido revuelve algo desagradable dentro de su estómago, y por estar demasiado perdido en esa sensación, Cheong-san es incapaz de detectar la rigidez presente en el cuerpo del más alto.

Y es que, en realidad, la mente de Su-hyeok ha estado igual de alterada que la suya desde su despedida en la parada de autobús. De hecho, éste desperdició gran parte de su noche pensando en lo que seguía después, no sin antes confirmarse a sí mismo cientos de veces, mientras observaba la bolsita arcoíris entre sus manos, que no había entendido mal el mensaje de Cheong-san. Al final, su conclusión fue actuar como siempre lo había hecho, pues no creyó pertinente hacerlo de otra forma a menos que quisiera incomodar las cosas entre ellos.

Lamentablemente, la vida siempre parece desviarse por el camino menos preferido de Su-hyeok, pues la atmósfera que hay entre él y Cheong-san justo ahora podría definirse como extraña y confusa en lugar de normal.

Se culpa a sí mismo de esto, pero no sabe cómo remediarlo. Aunque quiso conservar su comportamiento habitual con Cheong-san cuando ambos se encontraron, con la firme intención de hablar sobre eso, la repentina presencia de Dae-su a las espaldas de Cheong-san logró alterar su sistema nervioso hasta el punto de hacer que Su-hyeok actuara sin pensar.

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