O9 : Leche de fresas

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No es de sorprender que aún haya movimiento en las calles de Hyosan a pesar de la hora, pues la celebración del día es un importante incentivo comercial que se debe aprovechar hasta el último segundo. Aún así, Su-hyeok no puede evitar inquietarse frente al constante ruido de vendedores buscando llamar su atención al tiempo que algunos transeúntes conversan en voz alta, sin mencionar el chirriante ruido del motor de algunas motocicletas y un par de buses que pasan a su lado de vez en cuando.

Además, los coloridos letreros de algunas tiendas, junto a las luces parpadeantes y demasiado brillantes en sus decoraciones, hacen que le sea difícil concentrarse apropiadamente; aunque se está esforzando por prestar atención a lo que sea que esté diciendo su Sannie en su repentino ataque parlanchín de la semana, pues no hay cosa que le resulte más adorable a Su-hyeok que un emocionado Cheong-san hablando de su actual hiperfijación aleatoria del mes, le está costando más de lo que debería registrar las palabras de su precioso acompañante.

Por supuesto que lo atribuye al ruido a su alrededor debido al activo comercio, pero es consciente, muy en el fondo, de que no es sólo por esa razón; la bolsa de comida que sostiene en una de sus manos es el vivo recordatorio de eso.

Aún no está seguro de haber tomado la decisión correcta; llevar su compra en su bolso escolar habría sido fatal, pero la vergüenza de ser aconsejado y ayudado por la madre de su dulce Sannie en esa situación es desmedida, y sólo porque a Su-hyeok no se le ocurrió mejor idea que comprar algo tan pequeño para llevar sus cuatro libretas y dos lápices.

Aunque recuerda haber perdido el rojo esta mañana en algún momento entre la clase de álgebra y el entrenamiento, así que ahora tiene sólo uno. Genial.

En definitiva habría encontrado la forma de hacer que su compra tuviera espacio suficiente en su bolso sin que algo se arruinara de no ser por la inesperada aparición de la señora Lee a su lado cuando estaba en la salida trasera del restaurante, en medio de un pequeño debate interno sobre cómo le haría para llevar la sorpresa todo el trayecto sin delatarse.

¿Cómo adivinó la señora Lee su pequeño problema para tener ya preparada una bolsa de papel con la publicidad del restaurante lista para entregársela? Ni idea. Su-hyeok prefiere no pensarlo mucho por el bien de su imagen personal.

En cualquier caso, a pesar de haber solucionado un problema, a costa de su dignidad frente a la madre de su lindo Sannie, aún queda pendiente la parte más importante. En definitiva, esa es la razón principal por la que Su-hyeok no puede concentrarse en lo que sea que esté diciendo Cheong-san.

Para empezar, no tiene idea de cómo terminó acompañando a Cheong-san a casa en lugar de haberse quedado en la parada de autobuses como la última vez; recuerda reunirse con él en la entrada principal del restaurante después de que éste regresara de acompañar a On-jo y tener una última charla con la señora Lee que, de algún modo, terminó con él escoltando a Cheong-san hasta su casa mientras sus padres se quedaban a cerrar el restaurante y quién sabe qué más. Su-hyeok no está seguro.

—Llegamos —dice Cheong-san de la nada.

Perfecto, ahora tampoco está seguro de cómo ni en qué segundo terminaron frente al apartamento de la familia de su Sannie. De seguro fue en algún momento entre su crisis interna con respecto a la entrega del regalo y su debate mental sobre cómo terminó en esta situación sin darse cuenta.

—Ah.

Que respuesta tan inteligente, Lee Su-hyeok. Deberías ser tú el primero de la clase en lugar de Nam-ra.

Su-hyeok se da un cabezazo mental; no es momento de discusiones internas. Su misión debe ser completada ahora o nunca se dará. Es importante entregar el paquete el día de hoy, esa respuesta definitiva a lo que ha estado tambaleándose entre los dos este último mes. Sin embargo, no tiene idea de cómo empezar.

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