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Jeremy sostiene la mano suave de Ari, están por entrar en la refinada casa de los Álvarez, ella lo mira por un segundo antes de entrar, él al cruzar la puerta es sorprendido por un grito de varias personas. "¡Feliz Cumpleaños!" Se escuchab al unísono, se podían ver Leonor y Raúl, además de Cristián y su esposa embarazada, Clara y unos invitados amigos en común de ambos. Jeremy sonríe y es recibido por todo, empiezan una clamada y divertida reunión, musica y tragos, comida deliciosa y baile.

Ya cuando todos se habían retirado, incluso los padres de Ariana se habian ido a dormir ya que son pasadas las once de la noche.

—Te tengo una sorpresa en el cuarto. —Dice Ari sonriendole.
Él sonríe con un poco de pena, mira a su alrededor por si había alguien que escuchar eso. —¿Sí? —Ella se da cuenta de esa mirada pícara.
—Ah, bueno, son dos sorpresas realmente. —Su piel blanca se ruboriza mucho, se ve muy linda. —Tapate los oídos y los ojos. —Dice ella sacando su teléfono con audífonos puestos.

Jeremy asiente, se coloca los audífonos con música reproducciendose, sonaba canción de reggae muy conocida, cierra los ojos y Ari toma su mano para empezar a caminar hasta el cuarto de ella. Una vez ahí en el centro de la habitación ella le quita los audífonos y este abre los ojos. Ella tenía en sus brazos una cosita muy linda y peluda. Un cachorro absolutamente blanco una reliever labrador hembra, a Jeremy le fascinan los perros y siempre ha querido uno.

—¡Te presento a nuestra hija!, se llama... ¡Luna! —Dice ella rebosando de alegría. El cachorro tiembla y llora, Jeremy la toma.
—¡Hola!, Luna, bienvenida a nuestras familias prometo tratarte y cuidarte como a mí mismo. —Ahora mira a Ari. —Muchas gracias Ari. —Al chico se le ponen los ojos un poco llorosos. —Por esto, por la fiesta, Por estar en mi vida, te amo, eres lo mejor que me ha ocurrido. —Ella pone una sonrisa tierna, esas palabras le llegan al alma.

Se acercan para besarse, una sensación sin igual, adictiva y liberadora, hace que los minutos sean infinitos. Jeremy coloca  dormir a la pequeña Luna en una cama esponjada que está a una esquina del cuarto, la mira dormir, se ve realmente tierna.

Siente que unas manos le tapan los ojos desde atrás, él sonríe y se deja guiar hasta la cama.

—No los abras, ¿Ok? —La voz de ella ahora se escucha más suave.
—Esta bien. —Él asiente.

Al cabo de unos minutos siente unos labios tocar los suyos y él sigue el beso enseguida, los labios de esa chica son todo lo que está bien en la tierra.

Abre los ojos, lo que está frente a él sería digno de escribir en un poema, le roba el puesto a todas las maravillas del mundo, el mejor paisaje de este plano jamás se le compararía, era lo más bello que han podido apreciar sus ojos.

Sus ojos se abren de golpe. Jeremy se encuentra sentado sobre un frío piso, una pequeña celda improvisada con tubos viejos y oxidados. El único calor que podía sentir provenía del can que reposaba en sus piernas. Luna yacía dormida, su pelaje descuidado y sucio, un poco delgada. A Jeremy se le iba a romper el corazón.

—¿Porque estás con un perro? —La voz se escucha y Jeremy gira su cabeza enseguida buscando.

En la celda frente a él. Una chica, morena y delgada, todos los rasgos de su rostros eran perfilados ojos pequeños y cafés, vestida con una ropa sucia manchada y rota.

—Esta perra es muy importante para mí, es como mi hija. —Luna se despierta por la voz de Jeremy y lo mira con sus ojos azules.
—¿Qué haces aquí niño? ¿Como terminaste enredado con esta gente? —La voz de ella es bastante tosca.
El chico, acaricia a Luna y procede a contarle, aunque el mismo aún no está seguro como terminó allí.
—Tuviste mala suerte chaval, mucha mala suerte. —Ella cruza sus piernas y mira el techo.
No había ningún tipo de luz, no sabían qué hora del día era.
—Tú... —
—Me llamo Mayra...—
—Mayra, ¿Cómo terminaste aqui? —Dice el con pesar.
—Lo mío es distintos. Mi papá trabajaba con esta gente, les debe mucho dinero, mucho,  así que me robaron a mi para pagar su deuda. Ahora aún así el consiga la plata solo yo puedo pagarla, como castigo, me raptaron a plena luz del día, les gusta hacer las cosas así, que sepan que no tiene miedo a nada... —Su voz se le quiebra un poco. —Acostandome con hombres... Sí trato de escapar le harán daño a mis hermanos y mi madre... —Se detiene para no llorar.
Esas palabras le llegan como un balde de agua fría. —Lo siento mucho. —No pudo decir más.
Ella le sonríe.

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