EL MAITRE

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EL MAITRE - Miedo al Sentimiento

Sigo teniendo miedo, miedo al sentimiento. Fue un flechazo, tengo nuestro primer encuentro totalmente claro, nuestras primeras palabras, todo esta claro y limpio en mi memoria. Os podría contar una historia de princesas y de caballeros, pero aquí yo soy la madrastra, la mala de la película, la que le gustaría romper el compromiso.

Le vi aparecer por el pasillo del restaurante, pantalón negro, camisa blanca y choque de miradas, asombro por mi parte, asombro por la suya y sonrisa, nuestra primera sonrisa cómplice. Compartimos cena con mas compañeros que se fueron yendo y nos dejaron solos, no me atrevía a mirarle, siempre que tengo la convicción de que mi corazón se ha recuperado de algún capullo, luego viene otro mas grande a joderlo de nuevo, y esa teoría es cierta, incluso en esta historia, solo que aun no he aprendido a verle como un capullo, aun no he hablado con claridad sobre el, aun no lo he contado abiertamente, aun, ....., aun guardo el sentimiento.

A los dos días ya me invito a tomar un café, verle era insoportable, era un desafío de miradas, era esperarme en la puerta, era vigilarme, era desear que llegara la hora de la cena para jugar al gato y al ratón, y me deje cazar, me reía de sus nervios las primeras horas juntos, y la indecisión y el anhelo por tocarme o acariciarme, me reía de el, citas a escondidas, gobernantas cómplices que me dieron la vida, me pensaba que era fuerte, que sería una chincheta mas en el mapa de follo-amigos, no quiero poner mas chinchetas.

A los 10 días ya vivíamos juntos, entre sabanas componíamos canciones, canciones que sonreían por amores secretos, por negar el significado de imposible, soñar con romper culturas, tradiciones, darle a la vida lo que quieres o lo que anhelas, cumplir tu sueño y disfrutarlo durante toda la vida y no solo dos meses, injusticias de llegar tarde y que otro haya ocupado tu lugar hace tiempo.

Al mes ya había creado una marca, ya era su posesión, ya era su "Lina", el árbol que cobijaba los descansos de un Profeta, ya podía escribir una tesis con solo una mirada, su bien mas preciado, su Puente de Madison, ya hablábamos de un futuro falso, de reinventar el cuento y dejar de consolar al príncipe por haberse equivocado. Yo aun sigo buscando la aguja, y quiero dormir, dormir, dormir, no despertar sino es nuevamente a su lado.

Le vi muchas veces llorar, yo aun lo sigo haciendo y me gustaría dejar de hacerlo, nos despedimos en un aeropuerto, sin prisas, con los mismos nervios que el primer día, esos nervios que nos dijeron que estaríamos juntos, que éramos el uno del otro, y que en ese aeropuerto nos dijeron que nunca mas volveríamos a vernos, así ha sido.

Kilo y cuarto de ChorizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora