"𝘗𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘦𝘭 𝘦𝘯𝘦𝘮𝘪𝘨𝘰 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘧𝘪𝘯𝘢𝘭 𝘧𝘦𝘭𝘪́𝘻"
La complacencia en su sonrisa las veces que cometía sus más crueles actos hacia mí, eran los que sin ironía me hacían delirar. Sorprendentemente...
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El tiempo no perdonaba, pero al menos con ese par fue muy generoso. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses, en años. Pasados dos años desde que Gwi-Nam renunció a iniciar desde cero en un país extraño al que no había pisado sus suelos por la razón más importante, la excusa más coherente y argumentada: Kim Sora.
Gwi-Nam ese día, cuando Sora quedó dormida en su pecho, se cuestionó una y otra vez a qué le iba a dedicar su tiempo a partir de que llegara la mañana. Sora le contó que ella tenía su propio negocio, era su propia jefa, y que su proyecto a largo plazo era contratar personas y pagarles por hacer lo que aman, Sora se dedicaría a la manicura y estética, también estaba decidida a terminar sus estudios que dejó inconclusos e iniciar una carrera técnica, de esas que el gobierno le otorga a sus ciudadanos.
Luego de una semana, Gwi-Nam reunió todos sus documentos legales y se dispuso a buscar un empleo. Pronto le robaría el puesto de gerente a la persona que ocupaba aquel puesto cuando él llegó.
Su personalidad y el excelente trabajo duro lo llevarían a la cima. Con casi veintiséis años, estaba construyendo su propia vida de adulto mayor lejos de preocupaciones, ahora pagaba a rentas un departamento que sería suyo. Ahí vivía con Sora.
Eran recién mudados, eran los jóvenes vecinos del lugar. Ahí estaba repleto de parejas y personas mayores. Era extraño ver a alguien de su edad o por lo menos a alguien de cuarenta. Gwi-Nam según propias palabras, era un asilo. Pero era un lugar bastante acogedor y tranquilo, un lugar en donde perduraba el silencio total.
Kim cumplió su meta, tenía almenos a cinco personas a las que les podía pagar por su trabajo. Estaba avanzando. Hoy dejaría descansar a todas sus compañeras y empleadas, dedicaría el día a crear algo especial para el cumpleaños número veintiséis de Gwi-Nam.
-Buenos días. -dijo Sora al abrir los ojos. Estiró ambos brazos y giró su cuerpo para rodear con los mismos a quien dormía al lado de ella.
Él aún estaba roncando.
-Aún no se despierta mi príncipe durmiente. -sonrió- ¿Por qué dije eso? -ahora rió. Su risa interrumpió el sueño de Yoon quien despertó al instante.
-Sora. -le llamó con la boca aún adormilada- ¿Qué haces riéndote a estas horas? -la acogió en sus brazos.
-Dije algo tonto. Dije que eras mi príncipe durmiente.
Ambos rieron. -Te he escuchado varias veces decir eso. Creo que para ti no suena tan tonto.
-Duermes como un oso, un día te patee mientras dormíamos y ni siquiera te quejaste o algo.
Rió. -Amo dormir. Como no tienes idea. Lo bueno de hoy esque es viernes, hoy es el último día de la semana que trabajamos. Llegando volveré a dormir.
