Capítulo 3

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05/03/2022


I hate to twist your mind, but God ain't on your side.


—Richard...

Mi voz sonó en un hilo, suave y quebrada; apenas pude pronunciar su nombre. Claire dio dos zancadas para llegar a él, colocando una rodilla en la duela mientras trataba de detener el sangrado.

—Mírame, amigo, mírame.

Me arrodillé del otro lado, siendo testigo de la desesperación en sus ojos verdes, suplicando, rogando que lo ayudaran, así mismo había sido con Eric. Tanto dolor y tanto martirio en los segundos que duraba su agonía. Era demasiado.


Él balbuceó algo que ya no pude entender. Miré el justo momento que una gran cantidad de sangre brotaba de su boca, escurriendo hasta la mano de Claire que seguía apretando a pesar del inevitable final.

—Aguanta un poco más.

Ella sabía perfectamente que era imposible, pero mi mejor amiga tenía esa maldita terquedad por salvar algo perdido. Traumas de su niñez.

Inhalé con fuerza, armándome de valor para saber lo crítico de su estado: lo que yo creía convulsiones, era el pesado y lento respirar del rubio, tan errático y aferrado a continuar a pesar de tener la herida en el cuello; ese era otro punto, le habían arrancado un pedazo de carne, dejando expuestos los músculos que yacían flácidos entre los dedos de la castaña; más allá, su pierna izquierda tenía una enorme lesión, roja y pululante de pus lechosa y café, también se notaba el hueso.


Me costaba creer que eso lo hizo un humano, era mucho más grande y profunda; bien podía ser obra de los infernales perros que habitaban fuera de aquél endemoniado lugar. Dios mío, ¿dónde habíamos ido a dar? ¿Por qué existía tal cosa en Raccoon City? Era un sitio tan tranquilo, apacible, tan próspero y lleno de vida; ¿por qué harían algo así?

Además, ¿cuánto tiempo llevaba? La mansión se veía deteriorada, sola, inhabitable; cualquiera que se atreviera a poner un pie ahí seguro desaparecía. Sólo los suertudos terminaban en la morgue.

Todo me estaba sobrepasando, lo sentía por la manera como hiperventilaba. Me senté por completo, y tapé mi rostro para que Claire no me mirara, mientras me sumergía en un río de desesperación.


—No, no, no, no, no, Richard.

Se escuchó un sonido ahogado, y luego completo silencio.

Giré el rostro en cuanto bajé las manos, encontrándome directamente con los zafiros de Claire; se miraba tierna y asustada, como un pequeño cachorrito perdido. Hasta ese momento vi un golpe en su pómulo izquierdo; tal vez fue de la desesperada carrera en el bosque.

No quería, no estaba lista, pero debía hacerlo. Parpadeé y me encontré observando el rostro de mi compañero sin otra cosa que no fuera desesperación y terror en sus ojos.


Me quedé largo rato ahí, imaginándome miles de tragedias, de desenlaces fatales para mi vida y haciendo a un lado los sentimientos de esperanza cada vez que trataban de aparecer. Y es que no pretendía terminar así, tenía tantas cosas por hacer, por vivir. Quería estar con Russell, tener familia, una vida de cuento donde viviría mi longevidad en una casa bonita con mis hijos destrozándolo todo.

Pero cada vez que se asomaba la razón, la exterminaba de la manera más sanguinaria posible.

Sentía ser presa del pánico nuevamente, y a pesar de eso, no fui capaz de hacer un solo sonido. En cambio, me recargué en la pared más cercana, usándola como tronco para mantenerme a flote.

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