La puerta seguía crujiendo y la castaña era aventada hacia adelante. El ímpetu que ejercían esas criaturas era increíble, y eso no resistiría mucho tiempo.
—Haz un esfuerzo y corre —dijo Claire, mirándome a los ojos con verdadera desesperación, incluso su voz estaba alterada—. Por favor, Alex, corre.
Lo que mi amiga planeaba era una completa locura, la misma que yo no estaba dispuesta a aceptar. No pensaba dejarla sola.
Pero al no ver respuesta de mi parte, su pie golpeó la duela con fuerza para llamar mi atención.
—¡Corre, maldita sea! —el traqueteo en el madero se incrementó, casi como truenos cercanos; y ella se quejó por un porrazo en la espalda—. ¡Si morimos, te buscaré donde quiera que estés sólo para asesinarte otra vez!
Puse mis pies en el suelo y comencé a levantarme mientras tenía recargada la espalda en la pared. Cuando estuve totalmente erguida, miré, por una milésima de segundos, una puerta de metal a mi izquierda, con un escudo largo hecho con el mismo material. Estiré mi mano a la manija a ver si se abría... nada, no se movió en absoluto.
El crepitar fue mayor, y mis piernas se impulsaron con un resorte, echando a correr por el estrecho pasillo. Justo antes de llegar a la primera esquina que iba a la derecha, vi un pomo; quise girarlo, y al obtener el mismo resultado, seguí con aquella desquiciada carrera.
Doblé y había frente a mí unas ventanas incluso más grandes que las de la habitación anterior, eso me aterró. Me detuve un momento, el miedo era paralizante; sin embargo, los pasos de mi compañera se comenzaron a escuchar, y nuevamente me moví.
El corredor volvió a girar a la izquierda, y justo ahí, se encontraba otra manija sobresaliente. Tiré de ella y se abrió, y entré tan rápido que caí justo en medio de aquél pequeño cuarto. Me arrastré unos centímetros hasta la única puerta, y volví a meterme de manera frenética y desesperada; el portazo a mi espalda me indicó que mi compañera ya estaba conmigo.
El siguiente lugar parecía una sala de estar, tenía una mesita en el centro, un sofá y una chimenea. Al notar el mueble me aventé y escondí detrás de este, con mi vida dependiendo de ello. Claire llegó unos segundos después, cerrando todo de golpe.
Nos arrodillamos y apuntamos hacia el madero, esperando a que aquellos perros aparecieran. Tal sitio no tenía ninguna vía de escape, lo único que podíamos hacer era enfrentarlos; morir en el intento o no.
Pero nada pasaba. Tenía la beretta fuertemente apretada entre mis manos, y estas se sacudían de una manera un tanto ridícula, así jamás le daría a mi objetivo.
Nuestros jadeos llenaban el cuarto, a pesar de que ya habían pasado unos minutos llenos de quietud. Ninguna de las dos quería bajar la guardia hasta no estar completamente seguras del todo.
El tiempo siguió transcurriendo, y poco a poco mi cuerpo se fue calmando. Mis músculos se relajaron y terminé bajando el arma hasta guardarla. Claire se echó hacia atrás, recargando su espalda en la pared.
—No creo que hayan destruido la puerta.
Fruncí ligeramente el ceño, ¿qué probabilidades había de que aquellas bestias estuvieran en el pasillo? Sí, no se escuchó algo que evidenciara su presencia, sin embargo, ya no quedaba prácticamente nada de aquél madero.
Cerré los ojos al momento que suspiraba, tratando de encontrar alguna paz de la que aferrarme y pensar de manera positiva, aunque fuera por un escaso lapso. De cualquier forma, tarde o temprano debíamos enfrentarlos.
Miré a Claire un momento, y luego la pared frente a mí, perdiéndome en un sinfín de emociones y pensamientos, haciendo un recuento de mi vida; incluso me cuestioné por qué, exactamente, había elegido ser policía.
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RESIDENT EVIL Nightmare La Mansión
FanfictionEl equipo de fuerzas especiales de Raccoon City es mandado a investigar la desaparición de sus compañeros, además de una serie de atroces y extraños asesinatos. Pero pasarán la noche entera poniendo a prueba su valor, amistad y compañerismo, mientra...