Capítulo 2

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Como era de esperar, el examen de Historia se me dio horriblemente mal.

-Pues tampoco ha sido para tanto —comentaba alegremente Jessica-.  Me lo esperaba mucho peor, más difícil.

Para mí no había sido tan fácil, más bien todo lo contrario. Ninguna técnica me había servido para aprenderme todas las fechas de la Guerra Mundial que ni siquiera sabía que caía minutos antes de que el examen empezara. Por no hablar, de lo que había visto antes del examen... no podía parar de pensar en ese chico.

-¿Sabéis quién va a organizar una fiesta el próximo finde? Alex Scott, y eso que al día siguiente tiene partido de fútbol... dicen que va a ir todo el mundo —decía Valeria, una amiga de Jess con la que siempre nos acompañábamos en el camino hacia nuestras casas al salir de clase.

Hacía una tarde fría y desagradable, el otoño había entrado con fuerzas. Gente, ruido, humo, estrés, atascos y prisas. Me quede viendo el cartel pegado a la pared de un gatito perdido, a la vez que la voz de Valeria me empezaba a sonar un poco lejana en mis oídos.

-Este es mi mundo —pensé contemplando como la multitud se apresuraba por las calles, mientras salíamos del instituto.

A veces odiaba mi mundo, aunque sabía que eso no era bueno porque no podía vivir de espaldas a él. Pero no podía evitarlo.

-Nora —me llamaron-. Nora, estás en las nubes.
Volví a la realidad y miré a mis dos compañeras.
Las tres vestíamos con el uniforme del colegio, una falda de cuadros azul, con una camisa blanca que era complementada con una americana con el escudo del colegio y una corbata del mismo color que la falda.

-Estábamos diciendo que deberíamos ir a la fiesta, ¿no? ¿Tú qué crees? —me preguntó Valeria.
-Id vosotras, yo no creo que pueda.
-Pero es la semana que viene y...
- Sí, pero... enserio, es que no me apetece mucho.

Las otras dos chicas cruzaron una mirada y reprimieron una sonrisa llena de significado.

Nora era muy rara, todos lo sabían. Llevaba ya unas semanas en el colegio y no tenía amigas, aunque tampoco parecía que las necesitase. Era silenciosa y se pasaba el día en su mundo. No le costaba sacar buenas notas porque era inteligente, pero tampoco se esforzaba al máximo, simplemente se limitaba a hacer lo que se esperaba de ella.

Aunque desde que había llegado, todos habían oído hablar alguna vez del señor Evans, el padre de Nora, un excéntrico y adinerado detective internacionalmente conocido que se había mudado a la mansión de las afueras de la ciudad para investigar sobre los asesinatos de dos pobres chicos, Marco y Olivia. La vivienda era enorme y muy elegante, pero estaba casi vacía ya que allí sólo vivían ellos.

Sus compañeras de clase obviamente no sabían todos estos detalles. Al fin y al cabo, tampoco hablaban tanto con ella y nunca habían estado en su casa. Pero veían todas las mañanas desde el autobús del colegio la lujosa mansión, donde vivía Nora y en el fondo no la envidiaban. Tendría que ser aburrido vivir sola en una casa tan grande con la única compañía de ese hombre estricto y serio. Pero ella tampoco hacía nada por integrarse a su clase o preferir tener relación con personas más de su edad. No se podía ser más rara, habían decidido sus compañeras hacía ya mucho tiempo.

-En fin, que me lo tiraría — sentenció Jessica.
La miré perpleja.

-¿Te tirarías a quién?

Era más que obvio que me había perdido gran parte de la conversación.

-¡A Alex Scott! —gritó haciendo que me alejara un poco de ella sobresaltada-. ¿No te has fijado en los partidos cuando se quita la camiseta?

-Sinceramente no...

-¡Por dios, Nora! ¿Es que a ti nunca te ha gustado nadie? —me reprochó Valeria, mientras miré de reojo como un chico rubio me adelantaba con paso acelerado y el corazón me dio un vuelco. Era el mismo chico de mis sueños y el mismo chico de esta mañana.

Al darme la vuelta para ver hacia donde iba con tanta prisa, me di cuenta de que se había saltado las vallas que dividían la calle de la carretera e iba corriendo a atrapar al mismo gato que había visto  en la imagen del cartel al salir de la escuela. Viendo como un camión le iba a atropellar, no me dio tiempo a pensar y me salte yo también las vallas divisorias. Le empuje con todas mis fuerzas para apartarle hasta que los dos acabamos en el otro lado de la acera.

-¡¿Pero tu estás loco?! Eso ha sido muy peligroso, no puedes cruzar sin mirar, te podrías haber muerto —le grité con toda la adrenalina recorriendo por mis venas.

-Bueno... ahora que lo dices... —me dijo señalando la carretera y con una media sonrisa.

Me giré para ver que era lo que me estaba señalando, pero cuando miré no podía creer lo que estaba viendo: mi cuerpo se encontraba tendido en mitad de la carretera. Aunque había conseguido que a ese loco no le pasara nada, el camión me había atropellado a mí en vez de a él.

Jessica angustiada, ahora estaba arrodillada al lado de mí intentando con desesperación que me despertara y el conductor del camión había parado este y se encontraba llamando a una ambulancia con cara de preocupación. Mientras, la gente antes alborotada que no tenía tiempo ni para ser impaciente y que iba metida en sus asuntos se había convertido en una masa apenada a mi alrededor.   
Parecía estar viendo mi propia muerte.

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⏰ Última actualización: Jun 16, 2022 ⏰

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