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Mark cerró los ojos y se dejó llevar por el cansancio, sintiendo cómo poco a poco el sueño lo envolvía. Sin embargo, su mente aún estaba llena de preocupaciones y preguntas sin respuestas. ¿Cómo podrían salir de esa situación? ¿Qué pasaría si no encontraban una solución pronto? Estas preguntas lo atormentaban, pero por el momento decidió dejarlas de lado y concentrarse en descansar.

Mientras Mark dormía, Hyuck permanecía despierto, con la mente llena de pensamientos. Se sentía impotente al ver a su amigo sufrir, pero sabía que no podía resolver todos sus problemas por él. Aun así, estaba decidido a hacer todo lo posible para ayudarlo a superar esa difícil situación.

El sonido del timbre de la puerta interrumpió sus pensamientos, haciendo que Hyuck se levantara de la cama con precaución para no despertar a Mark. Al abrir la puerta, se encontró con Taeil, quien tenía una expresión preocupada en el rostro.

— Hyuck, ¿cómo estás? —preguntó Taeil en un susurro.

— ¿Qué haces aquí?

Taeil miró alrededor antes de entrar en la casa y cerrar la puerta detrás de él.

— Necesitaba hablar contigo. Es urgente.

Hyuck frunció el ceño, y dió un paso atrás tratando de mantener su distancia.

— ¿Qué pasa? —preguntó.

Taeil respiró hondo antes de responder.

— Mi solecito-

— No me digas así —Donghyuck lo interrumpió, escuchando dolor en su voz a la hora de hablar— Mark tenía razón, yo me estaba ilusionando, no eres lo que yo creía.

— Escúchame por favor —suplicó en un intento fallido de tomar las manos del menor.

— ¿Para qué? ¿Para que me vuelvas a mentir? ¿Para que me vuelvas a ver la cara? —sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

— No Hyuck, yo solo quiero aclarar las cosas, no todo fue como lo viste —se acercó a él, llevó su mano a la mejilla del moreno, siento una caricia tan sutil

Hyuck sintió un escalofrío recorrer su espalda al sentir la mano del contrario tocando su piel, en el fondo, muy en el fondo, estaba anhelando esto. Sabía que algo no estaba bien, pero no sabía qué hacer al respecto.

— ¿Por qué? ¿Por qué cuando llegué ese día estabas con esa maldita chica encima de ti?—preguntó Hyuck, sintiendo el miedo, el enojo, la rabia, el dolor apoderarse de él, mientras lágrimas caín por sus pómulos golpeó el pecho de Taeil cada vez con más fuerza.

El mayor agarró las manos del chico para detenerlo, sus ojos se encontraron, y en ambas miradas corría el mismo sentimiento: tristeza.

Hyuck, en un torbellino emocional, apartó bruscamente las manos de Taeil y retrocedió unos pasos, con el corazón palpitando con fuerza en su pecho.

— ¡No quiero escucharte más! ¡Ya es suficiente! —gritó con voz temblorosa, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse.

Taeil lo miró con pesar, comprendiendo el dolor que había causado. Sus propios ojos se empañaron ligeramente, pero se obligó a mantener la compostura.

— Lo siento, Hyuck. No quería lastimarte —dijo con voz suave, extendiendo una mano en un gesto de disculpa.

Hyuck desvió la mirada, incapaz de soportar la intensidad de la situación. Se sentía traicionado, confundido y herido. No sabía qué creer, qué sentir, ni qué hacer.

— Déjame en paz, Taeil. No quiero verte aquí nunca más —murmuró, sintiendo cómo la rabia y el dolor se entrelazaban en su interior.

Sin esperar una respuesta, Hyuck giró sobre sus talones y se alejó, dejando a Taeil solo en el umbral de la puerta, con el peso de sus errores aplastándolo.

 Defense   |    Johnmark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora