3. Verdades ocultas

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Salí de la cuadra acompañada por una majestuosa yegua blanca, Kaia. Caminamos hacia una extensa y floral pradera, casi cerca del límite del bosque y de un acantilado donde las olas rompían con fuerza. Me deshice de mis sandalias dejándolas al inicio de la pradera, luego le quité las incómodas riendas a la yegua y las dejé en el mismo lugar junto a mis sandalias. Me acerqué a su rostro acariciando su hocico, cuello y lomo; entonces, comencé a caminar mirando al cuadrúpedo quien vio mis intenciones y las imitó. Dejé que me adelantara y me guiara a través de la pradera mientras observaba cómo el sol comenzaba a esconderse pintando el cielo de distintos colores.

En un arrebato de alegría eché a correr adelantando a Kaia, quien al verme también echó a correr adelantándose, quedando lejos de mí. Yo la seguí, sintiendo esa libertad y alegría de acabar con el sufrimiento, imaginé que Kaia también sentía lo mismo. Paré para retomar aire y calmar mi agitada respiración, admiré a la yegua correr a mi lado y saltar con mucha energía. Volví a mirar el horizonte y vi que ya se había escondido la mitad del sol, la brisa sopló transportando un susurro: venit in domum suam currere luna (Vuelve a casa, corre Luz de Luna). Llamé al animal.

– Kaia, ven.
– Kaia.– silbé.

La yegua no me hizo caso y siguió corriendo con la misma energía por la pradera, ella rebosaba felicidad, pero el ambiente se volvía cada vez más pesado, me comenzaba a faltar el aire. Ella corrió cerca del límite del bosque, un escalofrío recorrió mi espina dorsal, la brisa volvió a hablar: Curre Amaris, redi domum (corre Amaris, vuelve a casa). Desesperada llamé a Kaia la cual se paró en seco a 20 metros del límite, miró hacia él y de entre los árboles una especie de lobo mezclado con un hombre se abalanzó sobre la yegua arrancándole la cabeza de un mordisco, el cuerpo del decapitado animal cayó pesadamente en la hierba y esa especie de bestia se comió su cabeza mientras me observaba con una mirada morada llena de violencia y deseo de matar, mostrando también una sonrisa psicópata aterradora.

Mi rostro se llenó de lágrimas, rece y supliqué al dios de la oscuridad para que la bestia no me atacase. La bestia miró al horizonte esperando a que el último rayo de sol se escondiera y se posicionó con una postura de caza, las dos patas superiores en el piso, ligeramente agachado. Amaris fugit (Amaris corre), el quejido de la brisa me hizo reaccionar y eché a correr al inicio de la pradera donde estaban mis sandalias y las riendas de mi hermosa Kaia, mire atrás y la bestia seguía en esa posición observando atentamente, tropecé con una piedra y me levanté enseguida, seguí corriendo intentando llegar al inicio de la pradera. Entonces, el sol se escondió y la luna hizo su presencia, una presencia roja como la misma sangre. Volví a mirar hacia atrás y cuando la bestia iba a empezar a correr, del bosque salió una gran sombra negra con ojos miel y verdes atacando a la horrible bestia.

Yo seguí corriendo por la interminable pradera que parecía nunca tener fin mientras escuchaba como luchaban, los gruñidos y los quejidos, mi corazón comenzaba a doler con fuerza volví mi mirada atrás de nuevo y vi a la gran sombra en el suelo y a la bestia corriendo hacia mí. Mis pies no podían más, quería descansar, beber agua y respirar, pero todavía tenía ganas de vivir así que no me rendí ante el cansancio y seguí corriendo.

La bestia cada vez estaba más cerca de mí, sentía sus pasos apresurados detrás de mí, ante ese sentimiento traté de acelerar mi carrera, pero una de mis rodillas falló y caí al suelo; traté de levantarme, sin embargo la bestia me alcanzó y me agarró de una de mis piernas para que no me escapara. Del lado izquierdo de la bestia apareció de nuevo la gran sombra quien le dio un fuerte empujón al humanoide que cayó al piso, seguido de eso, le mordió una de las patas inferiores arrancándosela y la lanzó lejos. Se acercó a mí a paso apresurado, me ayudó a levantarme con su hocico y me indicó que me subiera sobre su lomo, obedecí a su petición sin pensarlo. La brisa cantó: Fatum amoris in corde tuo est, fuge ac liber antequam te ratio comprehendat. Tenebrae odiunt Lunae lucem amore fabulae. (El destino del amor está en vuestro corazón, huid y sed libres antes de que la razón os encuentre. La oscuridad odia la Luz de luna por una historieta de amor.)

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