XII

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 Fue idea de Annabeth.

En Las Vegas los hizo subir a un taxi como si realmente tuvieran dinero y le dijo al conductor:

"A Los Ángeles, por favor."

"Eso son quinientos kilómetros. Tendrán que pagarme por adelantado." dijo el taxista, mordisqueando un cigarrillo.

"¿Acepta tarjeta de crédito de los casinos?"

El taxista se encogió de hombros.

"Algunas. Igual que a las tarjetas de crédito. Primero tengo que comprobarlas."

Annabeth le dio su tarjeta verde LotusCash. El taxista la miró con incredulidad.

"Pásela." le animó Annabeth.

Lo hizo.

El taxímetro se encendió y las luces parpadearon. Marcó el precio del viaje y, al final, junto al signo de dólar apareció el símbolo de infinito. Al hombre se le cayó el cigarrillo de la boca. Volvió a mirarlos, con los ojos como platos.

"¿A qué parte de Los Ángeles... esto, alteza?"

"Al embarcadero de Santa Mónica." Annabeth se irguió en el asiento, muy engreída con lo de 'alteza'. "Si nos lleva rápido, puede quedarse el cambio."

El cuentakilómetros del auto no bajó en ningún momento de ciento cincuenta por el desierto del Mojave.

***

En la carretera tuvieron tiempo para hablar. Percy les contó sobre un sueño que había tenido en el trasporte zoológico humano. Les contó que lo obligaban a hacer un examen oficial metido en una camisa de fuerza y que había visto a Thalia ahí. También, como después el sueño cambiaba a una caverna donde se escuchó una conversación entre la voz del foso y su sirviente invisible que, al parecer, era mestizo.

Por último les describió la última escena de su sueño: el enorme salón del trono con paredes de mármol negro y suelos de bronce. El trono, vacío y horrendo, estaba echo de huesos de humanos soldados. Al pie del trono, se encontraba la figura congelada de Sally con los brazos extendidos. Cuando Percy intentó alcanzarla, esqueletos sonrientes lo envolvieron en una túnica de seda y lo coronaron con laureles que olían a veneno de Quimera, quemándole la piel.

Mientras, la voz del foso gritaba:

"¡Salve, héroe conquistador!"


"El salón del trono es parecido al de Hades." intervino Grover. "Así suelen describirlo."

Percy meneó la cabeza.

"Algo no me cierra. El salón del trono no era la parte principal del sueño. Y la voz del foso... No sé. No sonaba como la voz de un dios."

(t/n) y Annabeth intercambiaron miradas, las dos tenían los ojos abiertos como platos.

"¿Qué pasa?" preguntó Percy.

"Eh... nada. Sólo que... No, tiene que ser Hades. Quizás envió al ladrón, ese sirviente que decías, por el rayo maestro y algo salió mal..." dijo Annabeth.

"¿Como qué?"

"No lo sabemos." prosiguió (t/n). "Pero si robó el símbolo de poder de Zeus del Olimpo y los dioses están buscándolo... Pudieron salir mal muchas cosas. Así que el ladrón tuvo que esconder el rayo, o lo perdió. En cualquier caso, no pudo llevárselo a Hades. Es lo que dijo en tu sueño, ¿no? El tipo fracasó. Eso explicaría por qué las Furias buscaban el rayo en el autobús. Debieron de pensar que nosotros lo habíamos recuperado."

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ʟᴀᴅʀᴏ́ɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora