Corazón al viento: mis 60 poemas después de ti [TERMINADA]

Escucha, ansiedad:

Dime si tú también escuchas
Esa voz en tu cabeza.
Puedes solo reconocerlo,
No has de sentir vergüenza.
Yo admito haberla sentido
Y reconozco que me apresa.
Se llama ansiedad y es ese demonio
Que busca quebrantar tu entereza.
Está con todos y al final
Con todos nosotros se queda.
Mas depende de cada cual
La fuerza e intensidad con que golpea.
Desde el insomnio hasta el hastío.
Ya sin uñas que morder
Me muerdo hasta las yemas.
Ojalá que desaparezcas
Que quiero estar a solas conmigo.
Hasta mi refugio en la música
Salvajemente me has perseguido.
Y aquí, cómo puedo,
Sin dejar de cuestionarme te escribo.
Me he vuelto tan inseguro
Que hasta de opiniones ajenas vivo.
Ansiedad de mierda,
¡Sal de una vez de mi sitio!
El sol otra vez sale
Cuando todo parece perdido.
E incluso cuando llueve
El cielo sigue siendo hermoso.
Pero aún sabiéndolo
En otro lugar me noto.
Al menos he estado descubriendo
Cómo diferenciar
Entre las cosas malas y buenas.
Cuando caes en lo oscuro
Tienes dos opciones
Y debes descartar una de ellas.
O te vas por la sombra
O estudias la luz
Desde su vacío más profundo.
Yo caí, le conocí
En pleno aislamiento,
Fue algo ciertamente abrupto.
Juro que estuve a nada de rendirme
Y abandonar todo esto.
Pero no lo hice, escribo,
Luché contra ese miedo.
Hoy, en parte, te agradezco.
De letras, con calma, me he vuelto maestro.
Todo por salir del abismo
Al que me ha llevado el pesimismo
Que provocan tú y tus miedos.
Así que escucha, ansiedad:
Harto hasta el último pelo me tienes.
No me dejas vivir
Así que finjo no conocerte.
Pero descontenta vas
Y te metes con más gente inocente.
No sé cómo ayudar
Cuando descubrí que alguien cercano te teme.
No sé cómo alejo
Todo el dolor si a ratos les hieres.
No sé cómo salvarles
De la maldición de padecerte.
Por eso ahora escribo,
Para dar alas y vencerte.
Porque estoy aquí,
Para los malos momentos.
Para eso nací,
Para redactar todo esto.
Y esto es así,
Si no lo entiendes yo te cuento:
Perdiste desde el instante
En que la mano del lápiz
Le hizo caso a mí cerebro