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Vallolet:

Entre corriendo a mi habitación antes de que mis padres o alguna de las damas de mi madre me vieran, llevar un vestido tan sencillo como el que estaba usando no era muy bien visto por mi madre, así que le pedí a Irma que me ayudará a cambiarme.

Durante la tarde estuve leyendo algunos libros, escribiendo varias cartas y así pasaba mi tarde, no tenía ánimos de estudiar para el debate y ni siquiera quería pensar en eso. 

Baje a cenar y después mis damas prepararon lo necesario para asearme, la hora del baño termino y ya era hora de ir a dormir, antes de comenzar a rezar mis oraciones le puse el seguro a las puertas, pero en esta ocasión Mauricio tardo más en llegar a la habitación.

Estaba a punto de quedarme dormida cuando escuché que tocaba la ventana.

- ¡Hola!  Discúlpame ¿Me tarde mucho?- Dijo Mauricio mientras entraba por la ventana.

- Un poquito.- Dije al momento que iba a abrazarlo.

- Perdóname hermosa, es que tuve que arreglar unos asuntos con el rey.-

- ¿Todo está bien?- Dije mientras ambos nos sentabamos en la cama.

- Mi madre vino hoy al palacio y al parecer las cosas en el pueblo no están muy bien, los cultivos no tuvieron buenos resultados y se acerca la temporada de pagar los impuestos.-

- ¿Qué podemos hacer? ¿Mi padre te dijo algo?-

- Sí, algo así, el rey y el príncipe han decidido que eliminará ciertos impuestos.-

- Trataré de hablar con mi madre mañana.-

Y después  ambos fuimos a descansar, de cierta manera no quería hablar con mi madre, pero era algo que debía hacer.

A la mañana siguiente, Mauricio se despidió de mi como siempre, tenía decidido después del desayuno hablar con ella.

Cuando mis padres terminaron de desayunar me levanté con ellos, le dedique una última mirada a Mauricio y trataré de alcanzar a mis padres.

- ¡Madre! ¿Puedo hablar contigo?- Ella iba riendo y platicando con sus damas.

- ¿Que necesitas Vallolet?-

- Quiero comentarle sobre el problema del pueblo.-

- Eso lo resolverá tu padre.- Iba a seguir caminando cuando volví a hablarle.

- Madre, yo pensaba que nosotras también podemos hacer algo.-

- Ve al despacho de tu padre, en unos minutos te alcanzo.-

Hice lo que me pidió y después de esperarla unos minutos ella apareció.

- ¿Que sugieres Vallolet?-

- Tengo en mente hacer un salón de alimentos, en dónde la gente del pueblo pueda ir a comer gratis, en el palacio se desperdicia demasiada comida.-

- ¿Gratis? No Vallolet, nosotros ya hemos hecho suficiente por los pueblerinos un ejemplo de ello es la escuela.-

- Sí, pero...-

- Pero nada Vallolet, nosotros no tenemos la culpa que ellos sean pobres, Dios así lo decidió, unos sufren más otros menos y ya está.-

- Pero es tu pueblo.-

- No me interesa Vallolet, si algún día sucede una guerra debemos ver por su seguridad nada más.-

- Pero nos necesitan.-

- Físicamente parecida a mí, pero con los mismos ideales de tu padre, ustedes siempre pensando en los pueblerinos, tratandolos de ayudar y de salvar.-

- ¿Apoyaras mi idea?-

- Háblalo con tu padre, pero dile que fue idea de tu hermano, una dama no tiene porque involucrarse en asuntos de hombres.-

- Tu me mandaste a estudiar con el príncipe Dufraisse, claramente se cómo funcionan las cosas, discúlpame madre pero yo no pienso ser una muñequita de adorno, yo quiero ayudar a mi pueblo. -

- Si realmente lo quisieras desde hace mucho tiempo te habrías casado con el príncipe Dufraisse, muchas doncellas ya se han casado ¿Y tú? Tú sigues aquí de solterona.-

- Hablaré con mi padre y le diré sobre MI idea, no importa si me apoyan o no.-

Salí del despacho asotando la puerta, eso me traería problemas después, pero salí del lugar realmente molesta, justo lo que más odiaba era que mi madre me comparara con alguien más y era lo mejor que sabía hacer, me comparaba con el príncipe Dufraisse, con doncellas que no conocía y con un sin fin de personas más.

Mientras iba caminando por los pasillos no me di cuenta en que momento había comenzado a llorar hasta que Mauricio se acercó a mí.

- ¿Está todo bien?- Dijo mientras limpiaba una lágrima.

- Sí todo bien ¿Sabes en dónde está mi padre?-

- Está platicando con unos ministros, ¿Pero segura que todo está bien?- Dijo mientras dejaba un pequeño beso en mi frente y otro en mi nariz.

- Todo bien, pero nos pueden ver.- Dije con una sonrisa mientras me alejaba un poco de él.

- Creo que ya no importa mucho que nos vean, por ti haría cualquier cosa, te quiero bonita.-

- Yo también te quiero y justo porque te quiero no me gustaría que te llevarán a la guillotina.-

Él comenzó a reír pero nuestra plática fue interrumpida al ver que mi padre había terminado con su reunión.

- Padre, necesito hablar contigo.- Dije al ver que salía de la reunión.

- Claro Vallolet, pasa.- Dijo mientras señalaba el salón de juntas.

Antes de que mi padre entrara escuché que le daba algunas órdenes a Mauricio y después entro al salón.

- ¿Que sucede hija?- Dijo con dulzura.

Estuve platicando con mi padre sobre la idea que tenía en mente y él me comentó algunas de sus ideas, me apoyó con la idea del comedor y a cambio yo le ayudaría a entregar algunas ayudas al pueblo.

- Y entonces padre ¿Cuándo desea que entregue las ayudas?-

- Tendrá que ser hoy mismo hija, tu madre mañana quiere tener invitados y deberás estar presente.-
















MAUVA (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora