Capítulo 6

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Keno vestía una camisa blanca y vaqueros, y llevaba unas botas distintas. El blanco de la camisa hacía destacar el bronceado de su piel y le daba a sus ojos oscuros un brillo especial que atrajeron la mirada de _____.

Ella percibió que él estaba ligeramente tenso. No era enfado. Quizá era su propia energía y natural intensidad. Fuera lo que fuera lo que percibía en él, el cuerpo de _____ comenzó a reaccionar y sintió un cosquilleo de excitación femenina.

Keno alzó la vista de unos papeles que había sobre la mesa y fijó la mirada en la de ella.

—¿Quieres echarle un vistazo a un resumen general de los documentos de Talbot?

—Bueno. ¿Quieres café?

—Gracias.

_____ alargó el brazo para agarrar la jarra termo y servirle una taza. Rellenó también la suya. Comenzó a incorporarse pensando que el resumen estaría en el ordenador, pero Keno se dio cuenta.

—No hace falta que te levantes. Está impreso —Keno tomó unas cuantas hojas y dio la vuelta alrededor del escritorio para llegar al sofá. Se sentó junto a ella, aceptó la taza que le ofrecía y le pasó los papeles.

_____ dio otro sorbo a su café antes de dejar la taza sobre la mesa y acomodarse en el sofá. Como el sofá era de cuero y Keno pesaba más que ella, su cuerpo resbaló hasta situarse más cerca de él de lo que ella deseaba. Su cadera y su muslo quedaron pegados a él. Se habría apartado, pero temía ofenderlo y se quedó como estaba, apoyándose en el respaldo, sin poder evitar que su brazo se clavara en el de Keno.
El cuerpo de Keno, fuerte y grande, irradiaba un intenso calor que la quemaba desde el hombro hasta el muslo, y apenas pudo concentrarse en las listas y cifras del documento. Percibió cómo la tensión que Keno sentía se le transmitía.

Recordó las diversas estratagemas que, durante su adolescencia, utilizaban sus amigos para tocarla, aparentando que había sido un accidente. Ella no lo había hecho a propósito, pero quizá Keno lo interpretaba así y lo aceptaba como una muestra de interés.

Pensó que si él aún deseaba ese matrimonio tenían que hacer algo pronto para zanjar la distancia que había entre ellos. Pero si había cambiado de opinión sobre permanecer casado, ella tenía que saberlo antes de dormir juntos otra noche. Se puso nerviosa pensando en cómo abordar el asunto.

Sabía que pronto él se daría cuenta de que no estaba concentrándose en los documentos y decidió mirarlo.

—¿No podría mirar estos papeles mañana, cuando tenga la mente más clara? — dijo ella, sin darse cuenta de que le temblaba la mano al devolverle los documentos y sentir la mirada escrutadora de él. Keno agarró las hojas y las puso en la mesa del café junto a su taza vacía, sin hacer ningún comentario. _____ no se atrevía a desviar la mirada e intentó pensar en algo que decir.

El que él hubiera cambiado de opinión explicaría su silencio y su distanciamiento. Le resultaba muy difícil pronunciar las palabras necesarias para hacerle una pregunta directa.

—Anoche dijiste que quizá me encontraría más cómoda si hiciera algunas de las cosas que suele hacer una esposa —no era un comienzo muy hábil, pero se obligó a mirarlo y a continuar—. El resultado salió bien, o me lo pareció, pero no pude evitar notar que tú no... que no diste muestras de que te pareciera... como a mí.

_____ supo enseguida que se había atrevido a más de lo que ella podía resistir, y que había estado balbuceando como una idiota. La mirada penetrante de Keno la había intimidado y le había hecho perder el hilo. Deseó haber permanecido callada mirando los papeles.

ʟᴀ ᴍᴇᴊᴏʀ ᴇꜱᴘᴏꜱᴀ - ᴋᴇɴᴏ ᴍᴀʀᴛᴇʟʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora