Prólogo

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Remus se acomodó el cuello del saco una última vez antes de mirarse al espejo.

— ¿Listo, Lunático?

— No.

Los merodeadores rodaron los ojos. Finalmente había llegado el día más esperado por los bromistas de Hogwarts: el día en el que Remus Lupin le iba a declarar su amor a Charlotte Birdwhistle. Le había tomado tres años acceder a confesar sus sentimientos, obviamente, por el miedo al rechazo, pero después de la insistencia de sus amigos y las supuestas "señales" de que ella también sentía cosas hacia él, se decidió. El plan era que irían a las tres escobas y, en una romántica caminata bajo la nieve, le diría que le gustaba. Los merodeadores estarían en la mesa de al lado, verificando que Remus no dijera o hiciera nada que podría causar un rechazo.

— Vamos, Remus ¿Qué es lo peor que puede pasar? —le preguntó Peter—. Si por alguna razón nosotros no sabemos interpretar señales y te rechaza, seguirán siendo amigos, no tienes de qué preocuparte.

Remus vaciló.

— Mira, hasta te conseguimos margaritas —dijo James, extendiéndole el ramo de flores.

— Odia las margaritas.

James se encogió de hombros— más para mi Lily-flor entonces.

— Escucha —dijo Sirius, rodeando con el brazo los hombros de Remus—, si las cosas salen bien, hacemos una fiesta con whisky de fuego para celebrar. Si las cosas no salen bien, nos ponemos borrachos con whisky de fuego para ahogar las penas. De cualquier forma, el whisky no faltará. Además, míralo a James. James debe ser tu consuelo. A él lo rechaza la misma mujer desde 1971 ¿Qué puede ser peor que eso?

— ¡Oye! Al menos yo estoy en una media-relación estable desde hace años, tú coqueteaste con todas y cada una de las mujeres de Hogwarts.

— Y con los hombres también —respondió, guiñando un ojo.

Los merodeadores rieron.

— ¿En serio creen que quiere salir conmigo?

Todos afirmaron sin dudarlo. Habían estado preparándolo mentalmente toda la semana, haciéndolo ver cada vez que Charlie lo miraba o le sonreía, dándole palabras de aliento y tratando de fomentar su confianza en sí mismo lo más que podían. Todo saldría como ellos lo habían planeado.

Cuando el reloj marcó las siete menos diez, Remus se despidió de sus amigos para ir hacia la sala común de Slytherin. Se auto-convenció de que todo saldría bien. La persona a la que iba a declararse era Charlie. La Charlie que tocaba la flauta traversa y resolvía misterios. La Charlie que sobornaba alumnos de Gryffindor para que le dieran la contraseña y había descubierto cómo entrar a su habitación sin ser detectada para robarle sus libros. Era Charlie, su Charlie. Diez minutos después, ella estaba en frente de él, lista para acompañarlo a las Tres Escobas.

Caminaron despacio, disfrutando del clima nevado mientras mantenían una charla (O, mejor dicho, mientras Charlie hablaba sobre una sinfonía que había compuesto y cómo sin querer, había atraído a varios duendecillos que había sacado de su habitación a flautazos). Los merodeadores iban silenciosamente detrás de ellos con la capa de invisibilidad.

— Remus ¿Puedo preguntarte algo?

— Claro.

— ¿Por qué James, Sirius y Peter nos están siguiendo? —preguntó, repentinamente extendiendo la mano hacia detrás y sacándoles de un tirón la capa—. Hablen.

— Tú ¿Cómo...?

Ella rodó los ojos — Además de que tengo un oído de músico y pude escuchar sus pisadas, sus huellas se marcan por todo el camino. Explíquenme o lo averiguaré.

Symphony 𝄞 - Remus LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora