1. buenos días.

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En la gran mansión del reino de Klein, la residencia de gran tamaño, como si fuera una villa.

El día soleado y agradables vientos, golpeaba las ventanas de las habitaciones del lugar.
Era un día precioso, la luz del sol hacía brillas y embellecer los jardines de la mansión. Algunos animales que rondaban por ahí, se despiertan para proseguir con su día y rutina de la naturaleza.

Hoy en la actualidad la mansión estaba llena de visitas por los miembros del clan. Normalmente, algunos como Kuya, Edmond y Quincy preferían estar en sus hogares originales pero también había ocasiones donde terminan estando todas las horas en esa lujosa villa.

Habían pausado temporalmente la excursión por todo el continente de Klein, la idea la sugirió Aster con la excusa de que sería mejor hacer que cada uno de los miembros se conozcan mejor y pudieran confiar entre ellos.

Todos aprobaron la idea del pequeño vampiro, solamente Kuya quien lo meditó un poco tardó en aceptar luego de juguetear un poco con su "joven maestro."

Por eso cuando el día inició, el castaño de raza humana, se despertó una hora antes de lo habitual. Su hermosa habitación era compartida algunas veces por los mismos miembros, pero era más común que los únicos con los quienes se encontraba frecuentemente entre sus sábanas eran; Aster y Morvay.

El pequeño vampiro rosa abrazaba fuerte de las caderas de Eiden, acurrucado a su lado. Por otra parte el incubus enredada de sus piernas con las del castaño mientras ocultaba su rostro en el espacio del cuello del otro.

Eiden ya estaba acostumbrado, pero de igual manera no quería despertarlos pero tenía que salir de la cama ahora.

Eiden suspiró tratando cuidadosamente de mover su cuerpo sin alarmar a sus compañeros, estirando primero una pierna y deslizando de otra, poco a poco. Ya casi lograba su objetivo, tan concentrado en lo que hacía que no se fijó que el pelirosa le miraba con diversión y algo de cansancio.

— Oh, el maestro es tan considerado al no querer que despertermos.

La aguda pero cómoda voz de Aster hace que el castaño se gire un poco a mirarlo, un poco decepcionado al fallar en su misión.

La sonrisa de Aster se vuelve juguetona y después le da un golpe en la cabeza, no tan fuerte, al Moreno que seguía dormitando.

— ¡Ouh, vampiro de mierda! — se queja Morvay empujando de Aster y mirándolo con molestia.

El pequeño, solamente suelta una risa, para luego levantarse de la cama, había estando durmiendo con ropas ligeras. Así que sin otra distracción se acercó hasta donde estaba Eiden para cortar más de la distancia y dejar un dulce beso en la mejilla izquierda del joven. Acto seguido, la mejilla derecha también fue sorprendida por los cálidos labios de Morvay.
El rostro de Eiden se tiñó levemente en un sutil rojizo.

— Ten un excelente día, maestro, ehe. — susurra Aster con dulzura.

— Maestro, tenga un gran día hoy. — dice Morvay con una radiante sonrisa.

Escuchándolos, Eiden solamente se contagia del carisma de ambos y de igual forma le da a cada uno un beso en sus mejillas.

— Tengamos un increíble día hoy, chicos.

[•••]

Ahora, el castaño camina por los pasillos de la mansión, bosteza un poco y camina con cansancio, pero hace todo lo posible para seguir.

La mansión era enorme, todavía le costaba mucho en recordar cuáles son las habitaciones ocupadas, así que perdiéndose un poco en el camino, logró llegar hasta la habitación de su primer miembro en unirse.

Nu Carnival ; dailyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora