3- El monarca de los números

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Luchaba con todas mis fuerzas para no carcajearme mientras sacaba mi bici, pero uff, que difícil. De verdad quería gritar: ¡En tú cara imbécil!

Llevándome mi bicicleta, caminaba con rapidez y sigilo por el patio lateral de la mansión. Apenas y estaban saliendo los primeros rayos de sol. Si ya no podía llegar tarde a la escuela, entonces sería una de las primeras. Jejeje, el idiota de Leo no se lo esperaría.

Me sentía triufadora, una... Ganadora, no solo por lograr la hazaña de despegarme de la cama tan temprano en la mañana, si no también por burlar a Leo. Era reconfortante saber que al fin podía ganar una partida.

¡Guau! ¡Gau! ¡Gau!

—¡Haaa! —Chillé dejando caer la bicicleta al escuchar los repentinos ladridos de Titán.

¡Excelente! Cuado pensaba que las cosas me saldrían bien por una mísera vez, sucedía algo como eso.

¡Wau! ¡Wau! ¡Wau! ¡Wau!

Lo último que necesitaba es que Titán me delatara.

—Shh, shh— le siseé al perro, con la vana esperanza de que dejara de ladrar—. Titán callate —susurré acercándome un poco a el, pero no demasiado.

Ese Pastor belga y yo tendríamos problemas.

De repente, una luz proveniente de la mansión se encendió, alumbraron tenuemente el lugar en donde estaba, pues, el patio ya estaba comenzando a ser iluminado por la luz natural.

Aich.

Miré hacia la mansión. La ventana que menos me convenía estaba encendida.

A través de la luz vi una sombra tambaleante acercarse a la ventana, y abrirla después de haber estado parado frente a ella un par de segundos. El cuerpo sin camisa de Leo apareció frente a mis ojos. Tenía los parpados entrecerrados y el pelo despeinado.

¡Magnífico! Llegó el rey para completar la fiesta.

—¡Titán calla....! —La voz ronca de Leo se apagó en cuanto me vió. Frunció el ceño y se hacercó más a la ventana, apoyándo su codo en el marco de esta.

Me miró, fijamente.

Le correspondí la mirada, pero la aparté casi de inmediato. Sentía inquietud, así como una extraña electricidad que recorría mi cuerpo al percibir que me miraba con persistencia. Recogí nerviosamente mi bicicleta del suelo y salí montada sobre ella.

🦋

—Pss, Axel —susurré inclinándome hacia delante — porfa, pasame las respuestas. Amigo... —Insistí.

Como ya dije, era un asco en Matemáticas. Hasta el más tonto sentiría vergüenza de mí. Sabía que Axel me había escuchado, pero ni se inmutó. Me eché para atrás resignada, dispuesta a poner mi nombre en la hoja que tenía en frente, y responder uno que otro ejercicio que me supiera, pero igual de convencida en que iba a reprobar el examen.

Si, Axel era el mejor amigo de mi peor pesadilla, pero eso no impedía que fuera amiga suya. Y sí, el que fuera popular y jefe del equipo de baloncesto tampoco impedía que también fuera el monarca de los números.

El timbre sonó después de un par de minutos y todos entregamos nuestros exámenes. Salí del salón de clases tan rápido como pude.

—Meli espera— escuché la voz de Axel detrás de mí.

No me detuve, seguí caminando por el pasillo. Estaba enfadada con él. Ni porque era su amiga se dignó a ayudarme en el examen.

—Ey espera —puso su mano sobre mi hombro.

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⏰ Última actualización: Mar 09, 2022 ⏰

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