Y un inocente tuvo al sufrimiento de confidente

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Creo que no debería hacer esto, porque la norma no llevo ropa de seda.

Carga con clavos grandes ansiosos de tocar mi carne.

El cochero se enfermó y la rueda de nuestro carro en la tierra sumergió.

En aquel entonces la luna era más joven.

Porque él no cogió otro carro, si lo amaba, llevaba la piel ansiosa pero lo amaba.

El hacha afilada sonríe al verdugo, que en vez de cortarme la cabeza, a su mano cedió su frustración, las gotas de la lluvia le acariciaron su asustado rostro, a su oído aquellos cúmulos de agua le decían que todo había terminado.

Salvo a aquel poeta amante en otra vida, que a la hija de la duquesa pretendía,

Ya que aquel que llevaba a los colores de su vista con ganas de acostarse, era su hijo, la sangre fluyo, la misma que llevo en su legión, soldado con la misma armadura del acusado.

Brota flor carmesí de la muñeca con las mejillas tristes de aquel que de su aposento la dignidad se marcho, ahora aquella flor tiñe el metal postrado en el suelo y beso al filo y le da olor a fétido muerto.

En aquel entonces el destino era menos incierto, y las golondrinas no resguardan a los poetas.

Se amaban los dos y un inocente tuvo al sufrimiento de confidente.

Yo te amo, aunque un señor con barba y con bata no confirme nuestro amorío pasado.

Mi corazón y mi verso lo sintieron así, como al aire, que albergó mi cuerpo parte de si y la ilusión de un amorío de dos, que cuando el aire no estornudaba tanto, germino un amor, aun cuando la norma no vistió de seda. 

Al dolor mezquino

Este dolor mezquino, no me deja pensar como dos,

La lluvia ya deslinde los recuerdos donde eras la coprotagonista,

Me hierve la sangre, y mis venas ceden al descanso , que a tristezas  de ceniceros se vuelve.

Ceniza del papiro en el que escribí estos versos,

Ayer te vi, y eras la misma, con tu pelo y tu mirada sofocadora, me llevaste como la hoja en cascada en cascada, mojado, desvalido, pero con mucha vida, y con un final incierto. 

Yo te llevo escrito en playa de mi pensar, princesa hay mucha lluvia por estas costas veraniegas,

Y el mar se ve acaudalado, con ganas de arrebatarle a la arena tu nombre.

Hola, no más tenerte era raro, ya como aquellos sueños en donde la lucidez y la coherencia se encuentran dormidas como dos niñas que se quedaron hasta tarde atando las estrellas y formando con  líneas de humo  sureñas, sus nombres.

Estabas sentada con la mirada imponente, esos ojos que te arrollan mas que la misma cascada agigantada,  tu piel, pareciese que llevada siempre rocío por el afán del sol de hacerla brillar, como describirte querida, si tu eres esta poesía.

Pero no salgamos del sendero, tú estabas sentado yo sentado, vestías igual que antes, como si estuviéramos aun en la página en dónde nos conocimos, que depara para nosotros el estresado destino.

...

Rompimos un jarrón, un florero, una canastilla,

Y blasfeman  tu nombre en una O de burla,

Tu mirada es quebradiza y no ausente,

Que la tierra se acueste en nuestro amorío,

Que el mar aullé y tu seas eterna,  

Cuando la luna era mas jovenWhere stories live. Discover now