Perdida de memoria

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~•~•~•~•~• CAPITULO 1 •~•~•~•~•~•~

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~•~•~•~•~• CAPITULO 1 •~•~•~•~•~•~

Una habitación blanca, y la luz es brillante que hace que me lastima la vista, hay demasiadas máquinas a mi alrededor. Eso es lo primero que veo cuando por fin pude abrir los ojos.

¿Cuanto tiempo llevo aquí? Me duele todo el cuerpo y la luz me lastima los ojos, tengo tantos cables conectados a mi cuerpo que me asusta y me llevo las manos a la cara para evitar un poco la luz y siento un parche pegado en la mejilla.

Solo me quedo observando la habitación tratando de entender lo que pasa.

Trato de buscar algun boton que haga qu venga alguien, pero no puedo ver nada, me siento mareada. Despues de un rato en soledad una señora de cabello obscuro entra, por su uniforme blanco y su cabello recogido se que es una enfermera. Lleva una tabla con papeles en las manos y eso impide que me vea.

Tengo la garganta tan seca que me impide hablar, levanto mi mano derecha lentamente y hago un movimiento leve para poder atraer su vista.

Cuando por fin atraigo su atención me mira sorprendida y deja su tabla de papeles en los pies de la cama y se acerca a mi lado.

─Señorita Evenson, está despierta. ─comenzo a mirar las maquitas de mi alrededor, y regreso por sus papeles.─ Iré por el doctor Anderson.─me dijo antes de salir.

Pues al parecer estaba en un hospital y para ser sincera los hospitales nunca me han gustado, son tan blancos y silenciosos que me ponen nerviosa.

Me hacen sentir más enferma de lo que ya estoy.

Tenia demasiadas preguntas, ¿Por qué estaba aquí? ¿Donde estaban mis padres? ¿Que me paso en la cara?

Después de un par de minutos sola, un hombre alto y moreno entra a la habitación seguido de la enfermera de hace unos segundos. Ella permaneció en los pies de la cama y el se acercó a mi luciendo demasiado serio.

─Señorita Evenson, yo soy el doctor Harry Anderson, veo que ha despertado; ya hemos llamado a sus padres, están en camino.

Sin voz no pude hacer nada más que asentir y mirarlo atentamente.

Ambos me ayudaron a sentarme en la cama donde me encontraba y comenzó a revisar mi respiracion, mi vista y cada uno de mis signos vitales, mientras la enfermera anotaba todo en sus papeles.

Cuando terminó, con mi mano derecha señale la jarra de agua que estaba detrás de la enfermera. Ella rápidamente me entendió y me ofreció un vaso lleno.

Nunca estuve tan aliviada de beber agua como en estos momentos, mi garganta me lo agradeció tanto.

Me recoste nuevamente, cerré los ojos y respire profundamente, al hacer eso me ardió demasiado el pecho. A pesar de estar dormida por no se cuanto tiempo me sentía cansada.

No me dejes atrás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora