Capítulo doce

62 11 9
                                    

N

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

N.O.

La policía no le creyó. Un asalto, un intento de homicidio ni nada. El rasguño de su mejilla no lo probaba, y cuando fueron a donde el hombre estaba tirado, cometió el gran error de, en primer lugar, dejarlo allí, solo. Ya se había parado e ido, su maletín con rocas no estaba y tampoco había algún indicio de agresión en la acera. Obviamente no habría nada. Son estúpidos pensó e imaginó a Sherlock con el ceño fruncido.

Aunque estaba seguro de que si estuviera ahí, lo dejarían libre por el simple hecho de tener dinero y también por no estar en la categoría de clase media.

El reloj marcó las siete y media de la mañana cuando llegó a su casa. Hizo ruido al entrar, haciendo que su madre bajara a toda prisa por las escaleras. Con ropa formal, con el cabello alborotado y sin el lápiz labial que siempre usa. Estaba preparándose para ir al trabajo. Su rostro no se hayaba enojado, para nada, desprendía preocupación, una mezcla de tristeza y felicidad por tan solo verlo ahí, en el marco de la puerta, con una mano en la manija y la otra colgando, paralelo a su tronco.

-John- Se apresuró a él y rodearlo con sus brazos, casi ahorcándolo de amor, sin importarle en absoluto que el frío entrara por la puerta aún abierta-. ¿Qué pasó? ¿cómo estás? ¿ya comiste? ¿dónde dormiste?

-Mamá...- Musitó él, agradecido de encontrarla después de lo que pasó hoy, y ayer, y toda la última semana. Ese abrazo envés de reconfortarlo, lo rompió. Ese calor tan familiar y querido lo hizo romperse, logró que esos pensamientos que quería evitar llegaran a su mente de nuevo, como una dolorosa roca enterrándose en su pecho, como la navaja de aquel hombre enterrándose en su estómago.

-No contestaste mis mensajes- Dijo, sin intenciones de separarse y ver su cara, menos mostrarle sus propias lágrimas- ni los de tu hermana. ¿Qué pasó?- Preguntó de nuevo, no teniendo idea de que ese fue el primer abrazo que tuvieron en semanas, mucho antes de cuando encontró el cadáver de Steve Tarris en la playa.

-No te imaginas- Apretó un poco más el cuerpo de la mujer, intentado reconfortarse y reconfortarla-. Lo lamento.

-¿Por qué pides disculpas? Fue sólo una vez.

-Lo sé, pero perdón.- Sabía que ésta no sería la ultima ocasión que no contestara sus mensajes, que no dormiría en casa y que no sepan de él por horas, o días, o semanas. No sería la última vez. Casi lo matan. Por meses, o años, o simplemente, que no sepan de él nunca más.

-No importa, John, hijo mío. Estás aquí.

Ella no se veía con intenciones de preguntar lo que hizo desde la tarde del día anterior- ¿En serio no quieres saber?

-No- Hizo una pausa, tragando saliva-, no es el momento. Tengo que ir al trabajo y quiero disfrutar este momento. Me tenías preocupada.- Se separó de él y colocó las manos sobre las mejillas del chico.

𝙏𝙀𝙊𝙍𝙄́𝘼 ⇄ 𝙅𝙊𝙃𝙉𝙇𝙊𝘾𝙆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora