Capitulo 11- Aventura

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Miraba por la ventana del autobús la ciudad de noche, pensaba en que pronto terminaría este viaje y volvería a mi depresiva vida cotidiana. Estaba en Guatemala lejos de México de donde soy. Iba perdida en mi mente. Vagabundeando en un estupor cuestionando mi desafortunada existencia.
De pronto escuché a una chica con voz ronca hablar por el micrófono de el autobús oscuro.

-Bien chicos, algunos no nos conocemos aquí y faltan algunos largos minutos para llegar al hotel, sé que ha sido un largo día y que están cansados! Pero vamos, cambiaré a algunos chicos de sus asientos para que ambos se conozcan.-

Sí había algo que odiaba era tener que interactuar con un completo desconocido, y ¿que tal si me tocaba con uno que no me gustará? O peor aún, ¿si era un arrogante presumido?

-Oye tú puedes venir hacia allá, con ese chico del cuarto haciento.- se acercó a mi diciéndome despacio.

Asentí con la cabeza. Y ahí estaba, él era blanco, un lindo corte de cabello, ojos grandes y bonita sonrisa, su rostro se iluminaba con las luces de afuera, cambiando de color mientras el autobús seguía avanzando.
Llegué, me senté. El se presentó.

-Me llamo Carlos Alberto Soto. ¿Tú como te llamas?-

-Lizbeth.- Dije mirando hacia abajo del aciento de adelante.

-Mucho gusto, Lizbeth- dijo con una sonrisa. -¿De dónde eres?-

-Del estado de Guerrero...-

-¿en serio? Yo soy de Michoacán!-

Era impresionante, resultaba que su estado era vecino al mío y además vivíamos como a tres horas de distancia más o menos. Hablamos de todo y de nada, típicamente no recuerdo todo. Al llegar al hotel a las 11 de la noche, decidimos ir a cenar juntos, también con mi compañera de cuarto que también era de guerrero, y otros amigos de él.
Subimos mi compañera y yo a la habitación y me cambie. Tomé mi celular, revisé mi whatsApp, tenía algunos mensajes pero no lo suficientemente importantes, así que me miré en el espejo y rocié un poco de loción en mi cuello, pero en ese momento sentí como un zoológico en mi estómago, corrí rápidamente al baño y vomité.
Mi compañera escuchó y se puso muy nerviosa. Sólo la tranquilicé y llamé por teléfono al Director con el que íbamos y le dije lo que había sucedido. él buscó un doctor y en unos minutos llegaron al la habitación, me inyecto una cosa que me dolió ¡hasta la mierda!

-¿Qué has comido?- dijo el doctor mirando mi brazo.

-Amm pues como verá... No lo sé, era una comida muy rara que nos dieron en el evento.- dije con voz a dolorida por la inyección.

-Muy bien, es todo. Sufriste una intoxicación, tu estómago no está acostumbrado a este tipo de alimentos, pero mañana ya estarás mejor.- dijo sonriendo el doctor.

-Muy amable, si como verá en México no hay este tipo de comidas- dije sonriendo aún con el terrible dolor en mi brazo.

El doctor tomó sus cosas y el director lo acompañó. Me sentía muy cansada así que no salí con Carlos Alberto. Le mandé un mensaje pidiendo disculpas, y por supuesto lo entendió y dijo que no habría problema, lo que importaba era que yo ya estaba bien.

Tomé mi celular, activé la alarma y me recosté en la cama. En pocos minutos me quede dormida.

Ya era de día, y la luz del sol atravesaba las cortinas color naranja. Me estiré y me sorprendió ver, que estaba muy de día. revisé mi celular y para mi sorpresa el reloj marcaba las 7:23 a.m.

-¡Mierda! Es muy tarde.- Grité.

Moví a mi compañera y la desperté, corrimos despavoridas por toda la habitación. y al final bajamos a desayunar, ya era muy tarde así que no tardamos mucho. teníamos que estar a las 8 en el autobús para partir al evento de "abraza a Guatemala" por parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Subí al autobús y no logré ver a Beto. Así que seguí. Duro como 30 minutos el viaje. Al llegar al evento en San Cristóbal, Guatemala, bajamos del autobús que nos transportaba, y entramos al auditorio llamado "Fraternidad Cristiana de Guatemala". El día pasó muy rápido y me estaba durmiendo ahí. Más tarde el director de nuestra misión, nos llamó porque saldríamos a comprar recuerditos por ser ya viernes.
Todo estuvo muy agradable, y Carlos Alberto me miraba constantemente y yo a él.
Terminó la visita y regresamos al evento ya tarde. al llegar, Carlos Alberto se me acercó y comenzamos a platicar, nos tomamos unas fotos junto a una fuente. Después nos sentamos en una banquita, platicando y hablando tonterías.

-¿qué música escuchas Liz?- Me preguntó con curiosidad.

-Amm rock e indie.- le dije. -¿Y a ti?-

-¡A mi por igual! ¿Qué banda es tu favorita?- Preguntó con asombró.

-Coldplay, por supuesto.- Dije sin dudarlo.

-¿qué? Es mi favorita también. Has escuchado "Hurts like heaven"?- me dijo, con una mirada picara.

-ah si, es muy buena...- le respondí, por favor que pregunta era esa, amaba esa banda conocía todas sus canciones.

-No puedo creerlo, nadie conoce esta canción, me refiero a mis amigos o conocidos, y de pronto llega una niña arrogante y la conoce la letra al derecho y al revés!- dijo casi gritando.

-¡jajaja!- le sonreí ante su respuesta.

También le conté que mi ciudad había sufrido una inundación un mes antes y algunas otras cosas de mí, y él me contó sobre él.
Pronto se hizo de noche y hacia un viento precioso, frío y amable.
Caminamos hacia unas escaleras que daban el estacionamiento. subimos las escaleras y de pronto nos dimos cuenta que estábamos justo en el último piso, quinto piso pasa ser exacta.
Se veía toda la ciudad, las luces, el cielo oscuro, él, yo y una estrella, la única estrella.
Nos acostamos en el piso, en donde aterrizan los helicópteros, justamente en el círculo y vimos el cielo. Un cielo oscuro, azul, profundo Sin decir nada más. Estuvimos así un tiempo y después yo mire una estrella en el cielo, estaba nublado pero se alcanzaba a ver.

-¡Mira ya viste! Una estrella.- le dije apuntando la.

-¿Dónde? No veo nada.- dijo entre cerrado los ojos para poder ver bien.

-¡Ahí está! Es la única estrella.- dije sin apartar mis ojos de ella.

-En serio, no veo nada. Creo que necesitaré lentes... Ah ya ya! Ya la veo, no muy bien pero, si la veo un poco.-

Y pensé, que seguramente lo dijo para no quedar como un completo ciego.
Nos quedamos mirado el infinito cielo azul. Después de un rato, nos levantamos y miramos hacia abajo, se rían los autos pasar con sus luces rápidamente, y había una bolsa de plástico y como unos completos niños, decidimos lanzarla y verla volar. Después bajamos las escaleras para poder ir abajo, estaba todo oscuro en el quinto piso del estacionamiento, en ese momento se me vinieron a la mente las escenas de las únicas dos películas de terror que había visto en toda mi vida.

-Beto, me da mucho miedo..- dije tomándolo del brazo.

-Jajaja no pasa nada, no seas llorona.- dijo sonriendo, como si disfrutara mi miedo.

-Ay que ir por la rampa, no quiero cruzar todo el oscuro estacionamiento para ir a las escaleras.- dije suplicando.

-Mmm anda vamos a cruzar, jajajaja- dijo obligándome como si le gustará la oscuridad.

-¡¡¡No Beto!!! Vamos por acá.- dije casi lloriqueando mientras lo jalaba hacia la rampa.

-Ya, vamos pues. jajaja miedosa.- dijo rindo, accediendo a mi petición.

Íbamos caminando por la rampa y me iba haciendo bromas, cuando de repente escuchamos un ruido fuerte parecido al de un motor, Beto me miró y vi su cara de pánico tratando de disimularlo, obviamente él notó mi cara de poker al instante. Me tomó de la mano y tiró de ella, mientras corríamos hacia abajo por la oscura rampa. De repente una poderosa luz en medio del la oscuridad nos seguía, llegamos hasta el tercer piso del estacionamiento y la poderosa luz era una moto.

-Oigan ustedes dos, no pueden andar allá arriba, esa zona está restringida y además es de noche.-

Simple te asentimos con la cabeza. seguimos caminando hasta llegar a la planta baja. entramos al auditorio y buscamos lugar para sentarnos. Pro yo encontramos dos asientos. Estaba la predicación del pastor Rojas, y pronto recargue mi cabeza en sus hombros y el con su mano acaricio mi cabello, y pronto ambos nos quedamos dormidos. A lo lejos escuché aplausos y gritos, y me desperté, lo toqué y le dije que ya nos fuéramos. Nos subimos al autobús y nos fuimos hacia el hotel.

Sin duda, esta es la mejor aventura que me ha pasado en mi vida. Salir del país sola por una semana, conocer personas de diferentes paises, y encontrarte a tu jodida alma gemela. Bueno, quizá exageré en eso. Y lo bueno, es que aún me hablo con Beto, y nos llevamos muy bien. Siempre recordamos esos mineros y a aquella "única estrella".

Cartas a mis huesos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora