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Bang se estacionó en aquella gasolinera de carretera. Miró el lugar pero no había nadie ahí esperándole.

Sacó su teléfono y revisó nuevamente el mensaje que Minho le había enviado.

"[Ubicación]📍
Él te verá ahí a las seis en punto.
Envíame tu número de tarjeta de crédito, te pagaré para que Felix tenga lo necesario, por su estadía y para la gasolina cuando deban salir

Desde antes, y de nuevo, gracias."

Miró la hora y eran las 6:02 de la tarde. Estaba bien, quizá sólo se estaba demorado un poco, de todas formas decidió escribirle un mensaje a Minho para decirle que ya estaba ahí, en espera de su hermano.

Apenas estaba redactando la primera línea cuando su puerta fue abierta con brusquedad, haciéndolo dar un brinco.

Un chico castaño se adentró en el auto con prisa, aventando su maleta negra al suelo del auto y cerró la puerta en cuanto se sentó. Se giró a mirar a Chris con ojos asustadizos.

—¡Arranca, por favor!—pidió con desespero.

El rubio observó al chico, quien tenía una pequeña herida en el labio, sin contar cómo su sudadera estaba ligeramente remangada, dejando ver unas marcas de dedos al rededor de su muñeca. No lo hizo esperar más y encendió el auto, pisando el acelerador casi al instante en que el motor rugió.

Una vez se alejaron lo suficiente del lugar, el chico se giró en el asiento para mirar el camino que estaban dejando atrás. Bang lo escuchó soltar una risita.

Una risa de alivio.

El chico se dejó caer en el asiento nuevamente y fue entonces que dirigió su mirada al mayor.

—Lamento haberte asustado, pero era cuestión de tiempo para que se dieran cuenta que no estaba.—Bang asintió—mi nombre es Felix.—estiró su mano con una pequeña sonrisa en el rostro.

Chan la miró por unos segundos antes de volver su vista al camino. Soltó la palanca y estrechó su mano con la del castaño.

Estaba tan delgada, pequeña, suave y fría que la soltó casi al instante. Su corazón se removió ligeramente sin saber si era por lastima u otra cosa.

—Bang Christopher Chan.

—Mi héroe.—habló con una sonrisa en sus labios, regresando su vista al camino también.

Chan decidió ignorar aquello y se aclaró la garganta.

—No sé si Minho ya te lo había dicho, pero no puedo llevarte con él en estos momentos, hoy hablé con mi jefe y podré llevarte a Oregon pero será dentro de dos semanas, ¿estás bien con ello?—le preguntó, aún sabiendo que el menor no tenía más opción.

—Si, está bien.—asintió.—Minho me dijo que no esperara llegar tan rápido, así que no te preocupes.

**

Cuando Chan llegó a su departamento y abrió aquella puerta, tuvo que morderse la lengua para no avisarle a la nada de su regreso. Se hizo a un lado y dejó entrar a Felix primero.

El menor entró al lugar con cautela, pareciendo un gatito asustado. Chan entró después de él y cerró la puerta.

El menor de los Lee miraba todo el lugar con curiosidad. Bang, quien llevaba la maleta de Felix no sabia bien que debía hacer ahora mismo.

—Uhm...pues...¿bienvenido?—sonrió de forma nerviosa—es...algo pequeño pero será tu hogar también por unos días así que-

—Es muy bonito.—le interrumpió el menor, girandose a mirarle con ojos amables.

Tú de estrellas. CHANLIX AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora