La mordida de una araña genéticamente alterada, le otorgó a la estudiante de secundaria Luz Noceda, increíbles y espectaculares poderes arácnidos. Gano y supero su propia velocidad, agilidad y fuerza, así como la capacidad de adherirse a las paredes...
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«¡Maldita sea, ya no quiero seguir pensado en eso!»
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La noche estaba bajo la cumbre de la llovizna y el frió provocado por sus brisas.
La zona Queen's, habitualmente conocida por su bochornoso clima, estaba empapándose de agua y pequeños charcos de barro producto de todo lo que estaba pasando.
A pesar de que los reportes del clima no habían notificado sobre este cambio en las nubes; asimismo, no sucedió excepción en ese distrito de la ciudad de New York.
Las familias que vivían en esa gran zona, estarían en sus casas, abrigadas, descansando y reposando, esperando el siguiente día.
La mayoría de niños y adolescentes, en sus sueños, inquietos y algo irritados por el nuevo año escolar. En cambio, sus padres, solo en continuar con sus tediosos y cansados trabajos, para mantener a flote a su familia.
Claro, también habían otras personas que sacrificaban ese tiempo de descanso, para seguir laborando o estudiando. Pero era lo normal.
Sin embargo...
Habia una chica, de corto cabello, ojos cafés y piel morena, que no era exactamente normal.
Su nombre era Luz Noceda, y seguía despierta.
Esta se encontraba en su habitación, viendo, escuchando y analizando, detenidamente, las gotas que caían y se reflejaban por su ventana. Y, en su interior, se sentía vacía, sola y con pensamientos culpables.
Los minutos pasaban y a ella no parecía importarle el siguiente día.
Mientras, su cama rechinaba, no por qué quería, si no, porque su tic nervioso, la forzaba. No lo podía controlar, simplemente sucedía y lo odiaba cuando lo sentía.
Pero, nuevamente, no podía hacer nada. Lo único que le quedaba, mientras no podía dormir con tranquilidad, como todas las noches desde ese día que quería olvidar, era cuestionarse sobre si misma, sus equivocadas decisiones y lo que había hecho.
