Capítulo 5 (Por editar)

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Daba a una sala más pequeña, separada de la que había estado antes por una puerta corrediza.

Tenía la misma estética que la anterior. Volví a la anterior.

Subí a la plataforma. ¿Cómo llegaría a la otra mano?

Bajé de nuevo. Inspeccioné la sala, convencida de que la pista estaría por allí. Encontré otro cubo, pero esta vez, amarillo. Me lo guardé.

Poco después, encontré un tercero, azul. Y el cuarto, verde.

Se me ocurrió una idea. Me subí a la plataforma por vez enésima y observé el cuadro de mandos. Tenía cuatro huecos cuadrados: rojo, azul, amarillo y verde. Encajé cada cubo en el hueco de su mismo color.

Cabían perfectamente.

De pronto, se oyó un sonido. Una enorme pinza, que estaba colgando inmóvil del techo, se activó y agarró la mano roja. La dejó caer en la cinta transportadora. Me tiré de nuevo.

Caí sobre cajas otra vez, y di gracias por mí buena suerte.

Me puse la otra mano: me cabía perfectamente. Después me fijé: al final de la cinta transportadora había otra puerta, pero esta vez, tenía los símbolos de dos manos: una azul y una roja.

Con una seguridad que se convirtió en certeza, puse primero la mano azul en su respectiva posición y luego la mano roja en la suya.

Me costaba un poco más manejar la mano roja, pero ya me apañaría.

La puerta se abrió. Otro túnel. Lo recorrí hasta el final. Un cartel cortaba el resto del túnel.

"Danger. Do not enter."

Seguro que no sería para tanto, ¿no?

Cambié de dirección.

Llegué a otro círculo de electricidad, como los llamé yo. Gruñí. Otra vez no. Tenía que conducir la electricidad de nuevo.

Al final, después de muchos intentos, lo conseguí. El truco estaba en usar la otra mano también.

En cuanto lo logré, otra puerta se abrió. Me metí, pero pronto, resbalaba por aquellos pasadizos de los que no sabía nada. Seguí adelante.
En un momento dado, una luz roja se iluminó y me cayeron peluches encima. Y otra vez. Y una tercera.

Aquella fue la última. Salí de allí. Otra sala. Estaba llenada por unas máquinas de colores y con ojos, conectadas unas con otras.

Me topé con un tipo de... ¿ordenador?

"Needs power", ponía en letras rojas.

De nuevo, subí escaleras. Cómo no, me encontré con que tenía que trasladar más electricidad.

Manos a la obra. Como ya le estaba pillando el tranquillo, me costó menos que las veces anteriores.

El segundo en el que la electricidad fluyó por los circuitos de las máquinas, éstas cobraron vida.

Bajé al ordenador.

"Power on"

Pulsé un botón rojo. Las máquinas silbaron, y empezaron a traquetear.

Me percaté de que había otro cassette.

Me apresuré a cogerlo, y después, lo inserté en la televisión que había allí cerca.

Esta vez, el contenido era una entrevista a una mujer que se llamaba Stella.

Le preguntaron:

"¿Por qué quieres trabajar en esta fábrica?", y ella respondió:

"Porque me gustaría que todos los niños pudieran tener juguetes. A mí de pequeña me encantaba jugar con ellos. Pienso que..."

No acabé de escuchar la cinta. No estaba hoy para biografías.

Sin embargo, eso cambió cuando la oí decir otra cosa.

"Sabes, a veces me gustaría poder volver. A ser una niña, me refiero. Y, es extraño, porque, los niños nunca dejan de serlo. Es que... Tu cuerpo simplemente envejece. Se hace más viejo, más, más y más... Y entonces mueres",dijo repentinamente. "¡Puf!", se rió.

Me dió mal rollo. Siguió hablando de árboles y vejez, y ahí ya dejé de escuchar.

¿Qué tenía que ver ser una niña de nuevo con trabajar con juguetes?

Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo. No quise saberlo.

Poppy Playtime Chapter 1: A tight squeeze (En proceso de edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora