capítulo 1

30 0 0
                                    

Narra Nayara

Otra mañana más levantándome temprano para ir a la universidad. El sueño me consume como siempre pero, un día más, me convenzo de que vale la pena. Empecé a estudiar lo que me gustaba, tenía claros mis objetivos y me los repito para mi misma cada vez que me quedaría en casa a descansar. Mi grave problema es que me encanta dormir y levantarme de la cama es un sacrificio todos los días. Eso sí, en cuanto me activo no hay quien me pare. Me gusta hacer muchas cosas y aprovecho el tiempo todo lo que puedo. Aunque a veces haga cosas que a los otros no les parece de provecho, como jugar a la Play.

Salgo de casa escopeteada, cosa que se está convirtiendo en una costumbre. Cuando llego al coche de mi amiga, la saludo alegremente y nos ponemos en marcha. Llevamos varios años yendo juntas al instituto pero no éramos amigas. Ni siquiera sabíamos que íbamos a escoger la misma carrera y, sin embargo, aquí estamos estudiando lo mismo y en la misma clase. Des de que la conozco y la trato más, me cae mejor aún. Además, encontramos un grupo de amigos con los que encajamos bastante.

Charlamos de todo un poco durante el trayecto. Ella me explica sus tardes y yo las mías. Matamos el tiempo mientras llegamos.

- ¿Recuerdas que hoy nos quedamos a comer para acabar el trabajo?

- Buff... Es verdad. Suerte que me lo has dicho. - Yo y mi memoria que siempre me traiciona. Tecleé un mensaje para avisar a mi madre y guardé el móvil otra vez.

- Podemos ir a la facultad de economía. - dice Laura con una sonrisa en la cara. Sé porqué lo dice. La última vez que fuimos a esa facultad vimos a muchos tíos guapos. Desgraciadamente, en la nuestra sólo hay uno que hayamos visto, que va a nuestra clase y es un completo imbécil. Es de esos que es guapo hasta que abre la boca.

- Mientras no se te caiga la baba...

-¡Oye! - y me lanza una mirada cargada de odio a lo que yo estallo en carcajadas.

- ¡Es broma! No me mates... - y la miro con cara de inocente. - Pero sí, en realidad, sí. Podemos ir allí. A ver si les quitamos la mesa a unos chicos guapos y como no hay más tenemos que compartir.

- Claro. Qué pena ¿verdad?

- Evidentemente. ¡Muchísima pena!

Acabamos riendo como locas cuando llegamos al aparcamiento. Las dos sabemos que estamos bromeando. Ella tiene novio, con el que lleva ya seis meses. Pero eso no nos impide buscar amores platónicos y reírnos de todo lo que pasa.

Entramos en clase y buscamos un sitio para sentarnos. Saludamos a nuestros amigos para ponernos a hablar hasta que llega el profesor y la clase ya se ha llenado. Todos tomamos los apuntes apresuradamente, intentando no olvidar nada de lo que está dictando el profesor.



Ha pasado toda la mañana y estamos camino la facultad de Economía. Laura y yo nos desviamos para comprarnos un bocadillo para comer. En el bar hay una multitud de gente y, como de costumbre, me estreso. Soy así. Me crié prácticamente en un pueblo de campo donde todos nos conocíamos y no había mucha gente. Y claro, ahora voy y me meto en un sitio cerrado dónde hay el doble de gente que en el pueblo metida allí. No puedo evitar poner mala cara, en señal que no me gusta tanto mogollón de personas.

Cuando por fin nos atiende la camarera, con cara de fastidio, pido mi bocadillo con lomo y queso y pago. En cuanto Laura hace lo mismo, nos vamos con el resto del grupo que ya están comiendo. Mientras engullimos la comida prácticamente como animales del hambre que nos devora, vamos haciendo el trabajo. Sí, somos personas multitarea pero así ahorramos tiempo.

¿Siempre eres tan serio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora