André y Odín

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André llegó a casa después de la entrevista de trabajo, algo pasajero en un bar del pueblo, o eso esperaba. Había tenido que abandonar sus estudios recientemente, dada la situación familiar. La casa parecía tranquila. Abril aún no había regresado desde que la vio irse, y el coche de su padre estaba ya aparcado en la puerta.

"Veremos como viene este hoy" pensó André, resignado a lo que sabía que se iba a encontrar. Desde la perdida de su madre, su padre se había convertido en la sombra del hombre que fue un día. Había caído tan bajo que ya ni si quiera podía reconocerlo. Se había vuelto un hombre errático, siempre distraído, ido en sus pensamientos.

André se veía a obligado a pasar noches enteras en vela, intentado que Abril no sufriera un ataque, ya se había hecho demasiadas heridas en la cabeza. Muchas noches también tenía que cuidar de su padre, que sufría de constantes pesadillas, las cuales muchas veces le llevaban a ponerse agresivo con el primero que se cruzara, y no iba a permitir que esa fuera su hermana.

Se sentía cansado, agotado de todo lo que estaba viviendo, derrotado. Era quizás el último pilar emocional de lo que el llamaba familia. Día tras día, noche tras noche, el siempre sonreía, siempre recibía los golpes de su padre y luego calmaba a Abril en su cuarto. André siempre resistía todo. Siempre solo.

Se sentó en el sofá de casa, sin prestar mucha atención a su alrededor, estaba mentalmente agotado y necesitaba un rato para él.

- ¿¡André!? ¿Eres tú? ¡Ven al jardín por favor!

La voz de su padre venía del jardín, temblorosa, pidiendo socorro. No lo pensó ni un segundo, se levantó y fue corriendo al jardín.

- ¿Qué coño...? ¿Qué has hecho? - los ojos de André se llenaron de lágrimas.

- ¿Yo? Acabo de llegar por Dios, André... ayúdame antes de que llegue tu hermana por favor, no puede ver esto.

Ante sus ojos, quizás se abría la más macabra de las escenas que André pudo haber imaginado. Su perro, Odín, estaba colgando de la valla, con una cuerda alrededor del cuello del animal. Lo habían abierto en canal y colgado de la valla. La imagen era grotesca, pero su padre tenía razón, en el estado actual de su Abril, no podría soportar ver algo así. Sin pensarlo, fue a la cocina, cogió unas tijeras y se dirigió a cortar la cuerda.

-Coje una pala y limpia la sangre y las tripas, entiérralas, quémalas o lo que quieras, pero que no quede rastro- Una vez más, André tomaba las riendas, una vez más tomaba las decisiones que su padre era incapaz. Decisiones que no le correspondían.

Con los ojos llenos de lágrimas, sin poder ocultar su llanto por primera vez en años, corto la cuerda que sostenía a Odín. No podía dejar de temblar, ese perro había sido el único amigo que tenía en los últimos años.

Metió los restos del animal en un saco de basura, y lo cargó en el maletero del coche. Cuando su padre terminó con la pala, la cogió, y sin mediar palabra salió de casa.

Condujo una media hora, hasta llegar a un punto que el considerase lo suficientemente alejado. Bajo del coche y empezó a cavar. Cuando tenía el agujero del suficiente tamaño volvió al coche, sacando a Odín del maletero. Lo sacó de la bolsa y lo colocó al fondo del agujero. Empezó a taparlo mientras rompía a llorar una vez más. Terminó de tapar los restos de su amigo. Cayó al suelo, de rodillas, mirando al cielo, llorando una vez más. Vio un pequeño tomillo unos metros mas haya, lo arrancó con cuidado y lo volvió a plantar encima de donde descansaba su amigo.

-No te olvidaré amigo. Encontraré a quien haya sido...te juro que lo haré.

Se levantó, y comenzó a alejarse despacio. Había paseado por esos caminos por Odín, y aun esperaba que lo adelantara corriendo, con un palo enrome en la boca. Se dio cuenta que no pasaría, que no volvería a verlo a correr. Sumido en dolor, enfado y desesperación, se reventó los nudillos contra la corteza de un árbol cercano. Sangrando, llego al coche de nuevo, y se dirigió a casa.

De camino paró en un mirador, el mirador de Boa Vista. Realmente necesitaba estar solo, necesitabas saber qué estaba pasando por su mente. André se acerco al borde del mirador, observando el vacío. "Es, solo un paso". Su mente se nubló con ese pensamiento, durante mas de cinco minutos solo se repetía eso en su cabeza. Se quedó casi media hora mirando al vacío, sin moverse. Sentía que le llamaba, que ahí estaba la solución a todo.

Su teléfono empezó a sonar, le sacó de su especie de trance. Era su padre, hacía ya casi dos horas que había salido de casa y no se había dado ni cuenta.

- Voy ya para allá. – Colgó teléfono, no era capaz de articular más palabras seguidas.

Llegó a casa, su padre estaba sentado en el sofá, con la mirada perdida y las manos entrelazadas.

- ¿Qué has hecho? ¿Dónde está Odín? – la voz de su padre temblaba, pero se mantenía en su tono grave y calmado habitual.

- Lo he enterrado. ¿Abril no ha vuelto a casa?

- No, me la he visto andando antes por el pueblo, cunado volvía para acá.

- ¿Qué ha pasado? ¿Has visto algo? – André luchaba para no romper a llorar otra vez, no iba a dejar que lo vieran así.

-No lo sé. Cuando he llegado estaba como lo has visto, a muy poco después has llegado tú, no se que ha pasado, no se quien ha sido. ¿Estás bien? Estás sangrando André, ven que te cure la mano.

- No hace falta, ahora me lo curare yo. ¿Qué le decimos a Abril? No puede saber lo que ha pasado de verdad.

André se dirigió al baño, a lavarse la mano y curarse, llevaba una herida bastante fea.

- No lo sé. – Una vez más su padre no era de ayuda.

- Coge la pala del maletero, y rompe la parte del fondo de la vaya, le diremos que la rompió y se ha escapado. Voy a imprimir carteles o algo, seguro que querrá ponerlos cuando venga.

Esteban se levantó sin rechistar, e hizo lo que su hijo le ordenó.

André, por su parte, encendió el ordenador e hizo unos carteles con la foto de Odín y su numero de teléfono. "No tiene sentido lo que ha pasado, Odín pesaba cada 40 kilos y era un perro sano y muy protector con la casa, no habría dejado que un desconocido entrara ni si quiera a la casa." Pensaba mientras empezaba a imprimir unos carteles.

Abril llegó a casa, contenta después de pasar la tarde con Mar. Su hermano le dio la noticia. En seguida salió a buscar a Odín. Estuvo dando vueltas con su hermano hasta muy entrada la noche, buscando a su amigo. Obviamente, no encontraron nada.

Esa fue una noche larga para André. Su padre se tomo la medicación y enseguida durmió. Él, pasó la noche aguantando las muñecas de su hermana, intentando que no se arrancara trozos de carne arañándose, aguantando las patadas que le dio, y todos los insultos.

André lo aguanto todo. Solo una vez más.

André estaba agotado. 

Entre dos pieles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora