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La noche estaba entrada y Haknyeon llevaba aproximadamente dos horas dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Las palabras y la expresión de Younghoon todavía muy presentes en su mente.

Se mantuvo viendo hacia la ventana, tratando de distraerse pero sin obtener resultados. La habitación se sentía tan vacía sin Younghoon con él a su lado siendo un lindo bulto adormilado para esas horas.
Así que sin más dudas, se levantó y salió de la habitación sin hacer mucho ruido, dirigiéndose hacia la sala donde suponía estaría el pelinegro durmiendo.

Efectivamente, Younghoon se encontraba tumbado boca arriba en el sillón más grande con uno de sus brazos tras su cabeza siendo un soporte y su otro brazo dejado sobre su abdomen. Haknyeon se quedó unos segundos parado frente a él tan sólo observándolo, mirando detenidamente cada pequeño detalle que la poca luz que se colaba por la ventana dejaba ver.

Optó por ponerse de cuclillas a su lado y observó su rostro desde cerca, tomándose el tiempo de admirar cada parte. Desde sus cejas y sus ojos pequeños, hasta sus labios rosados y delgados y sus orejas cubiertas a medias por su cabello oscuro.

Entonces Haknyeon tuvo miedo. Miedo porque ahí se percató de que su corazón latía acelerado con tan sólo mirar a aquel chico mecánico que descansaba en su sillón. Sintió miedo porque sabía qué era lo que le esperaba a Younghoon y miedo de no poder tenerlo a su lado para siempre.
Miedo porque él se había dado cuenta de manera tardía que sí lo quería y no había más nada que hacer. El destino ya estaba sentenciado para ambos. No serviría de nada retribuir los sentimientos de Younghoon a estas alturas.

 No serviría de nada retribuir los sentimientos de Younghoon a estas alturas

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Cuando septiembre inició Haknyeon sentía que el fin del mundo se acercaba. Sentía que la vida era un juego contrareloj en el cual él iba perdiendo. Éste es el mes, se repetía cada mañana como un recordatorio y una motivación a sí mismo de ser quien debió ser desde el primer instante en que Younghoon llegó a su vida. Desde que el mes de septiembre tocó a su puerta él presionó el botón de Reiniciar y su actitud cambió para mejor, dejando a Younghoon algo desconcertado los primeros días. Al menos puedo tratarlo como si fuese un amigo muy querido.

—Hoon —llamó Haknyeon desde dentro del probador, el pelinegro alzó el rostro cual suricato tan pronto escuchó la voz del rubio—, ¿puedes darme una mano?

Younghoon se levantó del pequeño asiento en el pasillo y se acercó al probador donde Haknyeon se encontraba, removió un poco la cortina pidiendo permiso y en cuanto su novio se lo dio, él entró, encontrando a Haknyeon con el cierre de la chamarra atascado a medio camino. Haknyeon miró a Younghoon con preocupación en los ojos, con miedo de haber roto la prenda que ni siquiera había pagado.

—Tranquilo —le dijo nada más, poniendo sus manos, una en el cierre y otro en la tela para intentar zafar lo que los dientes del cierre habían atrapado.

Forcejeó un poco, de arriba a abajo sin mucha fuerza para no dañar la prenda pero tampoco obteniendo algún resultado favorable. Haknyeon miraba hacia abajo con un ligero puchero involuntario, moviéndose conforme los forcejeos pareciendo que no ponía mucha resistencia.

Robotic Boyfriend. ※ BbangHak. [𝘼𝙙𝙖𝙥𝙩𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora