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Pov's Tanjirou.
La pura elegancia de Yae era un espectáculo digno de contemplar, una belleza impresionante que destacaba incluso en el ajetreo y el bullicio del abarrotado aeropuerto. Cuando llegó con Giyuu ese día, era imposible no notar la química entre los dos. Aunque mi corazón todavía le pertenecía a Giyuu después de todos estos años, no me correspondía cuestionar sus decisiones. Tenía todo el derecho a enamorarse de quien quisiera y no me correspondía a mí juzgar.
No se podía negar que Yae era hermosa, con sus ojos oscuros y su largo y liso cabello negro, una visión de elegancia y gracia. Pero no pude evitar sentir una punzada de envidia, una emoción que sabía que estaba equivocada.
El contraste entre los logros de nuestra vida fue asombroso, por decir lo menos. Si bien ella había logrado grandes cosas.
yo solo trabajo en una panadería y una cafetería, luchando para llegar a fin de mes.
Era difícil negar que ella tiene más logros que yo, y me hizo preguntarme si ella es una mejor pareja para Giyuu.
¿Por qué diablos debo sentirme siempre aislado de todo? Es como si mi maldito destino estuviera vinculado a un montón de desgracias, una tras otra.
Sin embargo, traté de no pensar en mi mala suerte y busqué consuelo en la compañía de Beatriz, la querida vaca de la granja.
Fué el señor Urokodaki quien me dijo que Beatriz era como un miembro más de la familia y había existido durante años, pero que no tenía nombre hasta que se lo di. Ahora, alimentarla pareció ayudarme a despejar mi cabeza de todas las preocupaciones.
—Esta mañana, Giyuu salió hacia el cementerio—informé, aunque era evidente que Beatriz no podía responder—. Supongo que está visitando la tumba de Sabito. Han pasado varios años desde su partida, ¿sabías?
Podría parecer que he perdido la cordura al conversar con una vaca, pero no puedo evitar hablar con los animales a pesar de que sé que no comprenden mis palabras. Supongo que es mi manera de liberar mis pensamientos.
—Me alegra que Giyuu esté aquí, pero al mismo tiempo me asusta que descubra lo que sucedió—suspiré, rememorando aquella fatídica noche en la que mi mundo se desmoronó y yo opté por una huida cobarde—. Ningún miembro de la familia se lo ha contado, es como un terrible secreto.
—¿Un secreto?—preguntó aquella voz...
Me volteé y me encontré con la figura que reconocí al instante. Era Yae, vestida con un hermoso vestido blanco y un sombrero del mismo color. Su expresión denotaba repulsión y supuse que nunca había visitado una granja en su vida.
