¹ LA VUELTA AL MUNDO

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"VOY A ESCAPARME HASTA
LA CONSTELACIÓN
MÁS CERCANA,
LA SUERTE ES
MI OXÍGENO
TUS OJOS
SON MI
VENTANA".



¿Cómo alguien que te engañó para fabricar su propio dinero
pretende llenar tus vacíos?
Nunca necesité que alguien
llenase mis vacíos, porque
completa estoy por mis propios
méritos.
Nunca necesité escaparme
con quien se me acercó
por ser inspectora de la policía.
Nunca necesité escaparme con
un hombre que no tenía la más
pálida vergüenza por haberme
engañado de tal forma.
Nunca necesité forzar al amor,
hasta que la perdí a ella
y hasta que me di cuenta,
demasiado tarde.
Ya en Palawan.

El astro del sol, suele tornarse molesto al atravesarse por el ventanal del coche. Como por ejemplo, un lunes por la tarde, cuando la delincuencia no da respiro alguno ni siquiera para almorzar o levantar el móvil para preguntarle a Paula si obtuvo ese tan esperado diez en ciencias naturales, con ese proyecto celular.
La demanda del tiempo para serle funcional al sistema es realmente abrumadora, un circuito interminable de ganar dinero para gastarlo, sin replantearse su lugar en el mundo.

Los senderos en un verano privilegiado, suelen ser una salvación para todos esos seres funcionales que escapan de su rutina diaria, creyendo que así con un poco más de sol y privilegios paradisíacos se puede ser más feliz.
El mismo sol que amenazaba sus migrañas, deja de molestarles porque brilla tanto como la apariencia de su capacidad adquisitiva.
Mi vida tornó toda circunferencia posible de 360° y fuera de todos los centros de inteligencia en búsqueda y captura mía y de mi familia.

— Cualquier mujer daría su vida por estar en tus sandalias, Raquel— dice Sergio, tomándome de las manos al notarme totalmente ida de nuestra conversación. A pesar de cumplir ya más de un año en ese ecosistema soñado, aún no logro conectarme al cien por ciento con Sergio y él está segurísimo que es producto del shock.

— Fuera de ser buscada por centros internacionales de inteligencia por haber "secuestrado" a mi hija, claro que cualquiera quisiera estar en mi lugar— respondo, sintiéndome un tanto evadido por su interrupción.

— Podrías dejar de estar a la defensiva todo el tiempo, por favor— reclama pasivo, con hartazgo creciente y acomodando sus gafas.
— Raquel, no estás presente. A pesar de la media vuelta al mundo, pareciera que... has de quedarte allí en Madrid para siempre— sostiene penoso, le mantengo fija la mirada con recelo por su intención de controlarlo todo.
— Lo peor de todo esto es que puedo sentir tu nostalgia e inconformidad con esta vida que llevamos. Sentir ese vacío al que soy incapaz de llenar me duele en el alma. He sido el amor de tu vida, te rescaté de ese imperio al que estabas sometida— prosigue sin moverme un solo pelo, como si quisiera forzar con su discurso lo que no siento y repentinamente pasar a ser el galán de la película, mientras que yo me limito a ser una princesa.

— Tienes razón... Cualquier persona en esta tierra daría la vida por dejar de servirle al sistema y soñar despierto en un paraíso como este. Literalmente hablando, tu hermano es un gran ejemplo— contraataco restando los efectos de su señalamiento con el dedo frente a mis ojos. Sergio conserva su inteligencia, sin él estaría perdida en medio de las islas, nunca supe estar sola y por esto la relación se mantiene.
— Cabe mencionarlo en este plano físico, pues en tu mente se repite una y otra vez la culpa de haberlo dejado morir. "Andrés, Andrés" gritas todas las noches, tu tampoco estás apostando a esta familia, Sergio porque no sueltas al pasado— imito su acción, lo señalo con el dedo nombrando a quien más le dolía. En mi caso, me enfure que mencione a Alberto, me recuerda que no dejo de estar sometida a una relación, tal y como siempre.

— Raquel, ten un mínimo de respeto al mencionar a mi querido hermano, por favor. No piensas lo que dices, nunca.

— Claro ¿Y tú si lo piensas? Soy la princesa que rescataste de ese sometimiento. Para ti soy solo una mujer golpeada a la que convencer con esta vida de ensueño.

— Por favor, mi amor. No te lo tomes así. Esta familia es lo mejor que me ha pasado y no sé qué más hacer por tu felicidad, tu misma lo dices, lo que hemos construido es un sueño imposible para quien vive la vida ordinaria, estamos en medio de un cuento de amor— suplica intentando calmarme, intentando un beso imposible porque me escurro entre sus brazos.

— Quiero despertar y dejar de soñar, Sergio. Necesito vivir la realidad— respondo y su mirada, instantáneamente se apaga, puedo ver cómo se quita y pone las gafas unas cuatro veces antes de que yo me vaya, lo deje sin palabras y con un dolor insoportable.

Mi corazón contradice día a día las afirmaciones de Sergio, su soledad lo acompañó durante toda la vida, incluso en su tiempo conmigo. Nunca estoy tan presente como en atardeceres como estos, cuando cualquier granito de arena es digno de una fotografía profesional. No entiendo demasiado, la fotografía nunca antes me hubiera apasionado de no ser por saber de su existencia y la de sus lentes de contacto conectados a una decena de setup.
Pensé varias veces en que si pudiera volver el tiempo atrás, le tomaría una foto y la guardaría para siempre, casi que me apagaría el llanto la memoria física del momento.
Pero relacioné las fotos con una despedida eterna, como consuelo para marinos desolados con una distancia como la que nos atraviesa hace más de un año. Concluyo, hoy en día que si podría controlar el tiempo, no existiría momento en el que la distancia nos separara ni despedidas con sabores amargos.
Recordar su despedida con falta de razones me despierta llorando cada noche y no hay otro consuelo admirar las constelaciones o inventarlas, su favorita, Andrómeda.

Desde que llegamos, suelo pensar más de lo debido. Incluso, más que en plena Madrid repleta de tráfico y cuestiones por resolver. A lo lejos, los barcos pesqueros festejan su triunfo y ruegan la ausencia de tormentas por la noche.
Mientras ellos, obsesionados por el suelo marítimo, pretenden conseguir centenares de especies marinas distintas, yo me siento en el mismo muelle que me ve todas las tardes, deseando poseer tan solo un pez.

Contemplo el horizonte como quien ve a su película favorita, con ambición de saber que más allá de todo este paraíso y ese mar interminable existe otro tipo de inmensidad, radicado en pecho de mujer.
Más allá del mar, dentro del mundo del crimen que me recibió con los brazos abiertos, existe un sinfín de territorios. Pienso todas las tardes, por no decir las veinticuatro horas del día, en la circunferencia gravitatoria que nos contiene terrenalmente. Pienso que vueltas al mundo, con el dinero robado por Sergio, podría dar muchas, ida y vuelta cuantas veces quisiera, así hasta morir.
Pero el terreno es insuficiente cuando ya conocí límites excedentes a lo posible. Lo que murió es mi ilusión con Sergio, mi idea de poder olvidarla.
Lo único que me quedó de ella, es un holograma, resumen de Mozart reencarnado, versión hacker futurista.
Entre las luces se refleja un mundo al que le doy mil vueltas cada día, pidiéndole a la vida volvernos a encontrar.

TRADICIÓN FAMILIAR, raquel murilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora