Simplemente pasan

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4:00 PM. El timbre suena anunciando que las clases han finalizado

Ha llegado la hora.

Me coloco la mochila en un hombro y salgo del salón mientras observo dos entradas para el concierto de Morat que llevo en mi mano, en las que he gastado todos mis ahorros y un poco más que pedí a mis padres.

Morat es la banda favorita de Yanet, la chica de la que he estado enamorado desde que inició el año escolar.

He intentado durante toda la semana invitarla al concierto, mas he fallado miserablemente. La timidez siempre ha sido un obstáculo para mí.

Luis pasa sus dedos por mi cabello, acomodándolo un poco, mientras Juan, mi otro mejor amigo inspecciona mi ropa.

-Ánimo -menciona este último, dando unas pequeñas palmadas en mi espalda.

-Y si te da un no como respuesta, recuerda que es ella la que pierde -indica Luis, y choco su puño.

-Te esperamos en el estacionamiento.

Puedo hacerlo. Esta vez sí podré. Pienso mientras inhalo profundamente y me dirijo hacia mi objetivo.
Después de recibir varias ideas de mis mejores amigos, he decidido que lo mejor es hacerlo del modo más simple y directo.

Hablaré con ella.

El concierto será hoy. Es ahora o nunca.

Yanet cierra su casillero y voltea a verme.

-¡Hey! ¿Necesitas algo? -indaga enarcando una ceja.

Necesito recuperar mi habla.

-Ahmmm... Yo... m-me... preguntaba...

¡Habla, Miguel!

-¿Quieres ir al concierto de Morat conmigo? -pregunto en un atropello de palabras.

Yanet frunce los labios y pasa un mechón de cabello detrás de su oreja. No necesito ser adivino o experto en lenguaje corporal para saber lo que dirá.

-Te lo agradezco mucho, de verdad, pero ya tengo con quién ir al concierto -responde con una evidente cara de lástima.

Carlos, el capitán del equipo de fútbol se coloca detrás de ella, abrazándola por la cintura. Yanet se gira y él deposita un corto beso en sus labios. Trago grueso.

Eso ha sido fuerte.

Aprovecho que están entretenidos para marcharme lo más rápido que puedo.

Un viento fuerte provoca que una de las entradas salga volando.

¡Genial! Perdí a mi crush y ahora perderé el dinero.

Sarah, una chica de mi clase, la toma en el aire y le echa un vistazo.

-¡Oh por Dios! -exclama, y cubre su boca con una mano. Levanta su mirada para encontrarla con la mía- ¿Es tuya?

-Sí.

-¡Qué suerte! Yo no he podido alcanzar -dice bajando el tono de la voz y haciendo una mueca de resignación mientras me extiende su mano con la entrada.

-Quédatela.

-¡¿En serio?! ¡¿Puedo ir contigo?! -interroga abriendo sus ojos marrones como platos. Tiene un brillo muy bonito en ellos.

Asiento.

-¡Muchas gracias! -chilla mientras se lanza sobre mí, abrazándome.

Salimos del colegio y Sarah comienza a cantar por lo bajo. Volteo a verla dándole una sonrisa genuina, y la acompaño: Ay, que suerte la mía que hoy te volví a encontrar, en este lugar. Porque cuando las cosas buenas tienen que pasar... simplemente pasan.

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