La sudadera amarilla le cubría por completo las manos, por ello, cuando sostuvo su rostro con ellas, antes de que Satoru pudiese alcanzar su objetivo, fue la tela la que presionó contra su piel.
Esta vez, el pequeño pelirrosa no parecía nervioso. Sus pupilas dilatadas mostraban determinación peligrosa, buscando algo en las facciones de Gojou que este solo podía adivinar. Lo que sea, en todo caso, Satoru le permitiría buscarlo.
Su peso se sostenía por sus manos, una en cada lado de la cabeza de Yuuji sobre el sillón. El espacio era insuficiente y con la estatura de alguien como él, casi nulo. Sentía su calor mucho más cerca y era un tanto desesperante no poder cortar por completo con los centímetros que le separaban.
Pero esperó, él mismo un poco perdido en el sol ámbar.
― Gojou-san ― dijo al fin regresándole a su inesperada situación actual. ― Nobara dijo que usted era un idiota.
― ¿Perdón? ― Aquello era por lejos lo último que esperaba oír, pero claro, Yuuji solía hacerle ese tipo de cosas.
Recordó vagamente quién mierda era Nobara. La amiga del pequeño pelirrosa, claro. La misma que le había visto con ojos entrecerrados y amenazantes cuando pasó por él a la escuela cuarenta minutos atrás después de recibir la llamada de Yuuji.
Una sorpresa en más de un sentido. Yuuji había conseguido su número y solicitado reunirse. Gojou había aprovechado, por supuesto, trayéndolo a su departamento.
― Y Megumi dijo que yo era un idiota. ― Prosiguió Yuuji, sin explicarle. Tampoco parecía ofendido, sus bonito rostro se mantenía apacible. Parecía haberse preparado para aquella conversación; prueba de ello era la firmeza de su agarre a sus mejillas, deteniendo el cuarto beso que Satoru iba a conseguir del pelirrosa. ― Creo que ambos tienen razón...
Gojou espero en silencio. Veía sus propios mechones de cabello interferir en la imagen bajo él. Le hubiese encantado acomodarlos, pero no se movió.
Yuuji había quitado sus lentes y espera que le permitiera regresarle el favor con alguna prenda del menor.
― También lo creo. ― Dijo al fin, con aquella sonrisa divertida que solo podía poner con Yuuji; la que llevaba el trasfondo de su adoración hacia el menor. Una parte de él, sin embargo, le recordó el tema de Megumi. Suponía que era otro problema al cual agregar a su lista.
Por otro lado, le vio asentir conforme con su respuesta, como si aquello fuese lo que estaba esperando. ― N-no... no me gusta lo que hacemos. Está mal.
― Lo está. ― Concordó.
― Ella es mi mamá. Y le quiere.
Sus ojitos ahora parecían brillar más. Las lágrimas comenzaban a arremolinarse en el contorno de sus pestañas.
Yuuji era precioso, como siempre, y el principio del llanto acentuaba el bonito ámbar, el bonito tono de piel ahora rojizo y el bonito tono de voz un tanto más grave.
Y al mismo tiempo, le hizo sentir de la mierda. No quería verlo llorar.
― Lamento no poder decir lo mismo, Yuuji, pero no pienso mentirte. No la quiero.
En respuesta obtuvo una mueca indescifrable. Yuuji negó repetidas veces antes de tomar aire abriendo su boquita más de lo necesario y ese simple acto le distrajo un poco de la mirada llorosa y del peso de sus propias palabras.
― ¿Por qué? ― Le sorprendía como podía mantenerse tan calmado. Una voluntad de fuego, una personalidad brillante y la fuerza de un dios. Yuuji lo tenía en sus manos sin ser consciente de ello.
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Venus | Goyuu
FanfictionEra verdad que a veces era un bastardo poco considerado y egoísta, y que llegaba a ser cruel en ciertas ocasiones, pero aquello era mucho incluso para él. Itadori Yuuji era como su karma personal: precioso y prohibido en más de un sentido. Era el hi...