-No te lo tomes como algo personal -continuó Joaquin. -Eduardo probablemente no lo habría hecho si supiera que tengo novio. Menos aún si supiera que tenía esposo. Pero él no lo sabía, porque nadie supone que yo te pertenezco.
Emilio no dijo nada, a...
Su departamento es pequeño, la ciudad está llena de gente, la energía es rápida y está completamente arruinado.
El lo sigue amando.
Todo es tan diferente: sus amigos, la comida, su trabajo. Pero ya no está sentado en casa, sintiéndose como una mierda absoluta, así que acepta los cambios. Es lo que necesitaba.
Eso no significa que sus pensamientos no vayan a Joaquin todos los días.
Dice así:
Verá una cafetería o un puesto de tacos o un bar que sabe que le gustará a Joaquin y tiene que apretar los puños para evitar que busquen en su bolsillo y llamen a Joaquin. Cada vez que se da cuenta de un bebé con ojos cafes penetrantes o un adolescente o alguien con un gran trasero, realmente, su mente grita Joaquín, Joaquín, Joaquín .
Pero. Cada vez es más fácil.
Han pasado otro diez meses desde que firmó los papeles de divorcio y se mudó de Mexico a Nueva York y en ese lapso de tiempo escucho que Joaquín estaba en una relación. Saber que para Joaquín fue fácil reemplazarlo fue difícil, pero aún espera que Joaquín esté muy bien.
El está empezando a vivir de nuevo.
Pero nueve meses aún no es tiempo suficiente para olvidar lo cobarde que habia sido con Joaquín toda su vida, la hermosa vida que tenía y que él había arruinado. Pasaría un buen tiempo para que pueda perdonarse a sí mismo. Tal vez, con el tiempo podría enamorarse.
Eso no quitaba el hecho de que Emilio siempre regresaba a casa solo, a veces divagaba en sus pensamientos o comenzaba a llorar buscando sosiego en las prendas de quien fue su esposo, unas vestiduras que no tenían ningún aroma, pero su sentido olfativo recordaba a la perfección la esencia de Joaquín.
Joaquin fue la lección más valiosa y dolorosa que le hizo entender y afrontar sus miedos; a su vez Joaquín, es una clara muestra de que todos tienen una segunda oportunidad para encontrar la felicidad.
Su dulce Joaquín merecía sonreír, merecía que lo abracen sin que tuviera que pedirlo, merecia ser admirado y amado a los ojos de los demas y besado en la calle. Nunca merecio todos esos años que Emilio le hizo pasar, simplemente Joaquín debía ser feliz cada día.
Emilio sabe que se equivoco mucho. Joaquín siempre tuvo razón, él fue un cobarde y es que tenía miedo de que la mirada de los demás cambiara, y que lo hiciera cambiar a él también. Tenía miedo de exponerlos al mundo, que sean víctima de burlas o actitudes inapropiadas. Y estaba tan asustado que no se dio cuenta todo lo que Joaquín estaba sufriendo, sabe que se equivoco por que Joaquín nunca fue alguien a quien se debería esconder él siempre se merecio a alguien mucho mejor.
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A mediados de agosto, Emilio está en un bar con algunos compañeros de trabajo, charlando tranquilamente con un extraño llamado Marcos. Es bajo y delgado; sus ojos son verdes y su sonrisa es amable.
