Alguna vez estuve enamorada de una creación de mi mente.
Siempre me he considerado a mi misma bastante ilusa, desde pequeña he tenido la capacidad de imaginar escenarios fantásticos donde conocía al amor de mi vida de la manera más inesperada y romántica del mundo.
Imaginaba que lo conocía en la fila del supermercado, o en la biblioteca mientras hacía voluntariado, o en el avión mientras viaja a Buenos Aires, o en el subte mientras esperaba por el siguiente tren, o cosas así.
Para bien o para mal, aun no he conocido al amor de mi vida, o al menos no oficialmente. Aunque en cierta ocasión conocí de la manera más inesperada a un muchacho, que logró cautivarme más de lo que me gustaría admitir.
Irónicamente no fue en el avión de Colombia a Buenos Aires, fue en el de Buenos Aires a Colombia...
Desde mi perspectiva casi no nos conociamos, porque estuvimos aproximadamente 10 horas uno al lado del otro, y solo hablamos en el último cuarto de hora.
Recuerdo con tanto detalle todo lo que pasó ese día, y no por que lo haya conocido a él, no, si no porque ese día era el cumpleaños de mi madre y yo estaba volviendo para verla.La noche previa al viaje no pude dormir, la emoción por regresar a casa después de un largo tiempo me comía por dentro. Tenia que estar en el aeropuerto a las cinco de la mañana, por lo tanto tomé un uber a eso de las cuatro y media, recuerdo que ese día llovía un poco y parecía que se iba a intensificar; el hombre del uber me hizo buena conversación, le conté que viajaba a casa después de un par de años y que mi mamá cumplía años ese mismo día y por eso estaba emocionada, él me contó que era de Venezuela, y que había llegado con su familia hace algún tiempo a razón de los conflictos en su país, cuando llegamos me deseó un buen viaje y yo a él buena suerte en la vida.
El trámite de las maletas y el pase de abordar fue bastante rápido, la fila migratoria lentísima, resulta que ese día viajaba mucha gente a Colombia. Cuando subí al avión me acomodé en mi lugar, me puse el cinturón y lo único que supe de ahí en más fue que me dormí por al menos unas dos horas antes de despegar.
Por aquello del clima el avión tardó en partir, y algunos pasajeros también faltaban por abordar. Antes de quedar dormida mi compañero de asiento no había llegado, cuando porfin fue la hora del despegue las indicaciones de las azafatas me despertaron, pude notar que ya no estaba sola, pero en menos de cinco minutos nuevamente me entregué a Morfeo.No voy a mentir, dormí durante las seis horas de vuelo, y media hora antes de aterrizar desperté. Estuve mirando las nubes un rato y cuando el avión llegó a tierra nos tuvieron alrededor de una hora más dentro del avión antes de poder salir.
En ese tiempo de espera pude intercambiar algunas palabras con él, nada fuera de lo común, me dijo de donde era, que hacía y su edad, intercambiamos instagram y algo de experiencia, porque después de ese día seguimos hablando por un tiempo.