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Harry ya no podía más, ver ese chupetón hacía que sintiera que habían jugado con él, que todo era mentira. No había hablado más con Louis desde el lunes y era miércoles, Louis ni siquiera había intentado acercarse y eso le dolía ya que significaba que no era importante para él.

Había llegado del colegio y no había nadie en casa. Había estado pensando en suicidarse, no quería ser un cobarde pero solo quería que se acabara el sufrimiento que sentía. Fue al estudio y cogió la caja donde se guardaban las pastillas, estaba cerrada con llave pero eso no le impediría acabar con su vida. 

Pensó en dejar una carta pero esa idea la descartó por completo al recordar que su madre podía llegar en cualquier momento. Fue a la cocina y cogió un cuchillo para poder abrir la caja. Después de unos segundos logró abrirla y cogió los Ibuprofenos. No sabía lo que podían hacer a su cuerpo pero poco le importaba. Se tomó 15 pastillas y se dispuso a dormir para así intentar descansar para siempre.

Al cabo de cinco minutos su madre llegó y lo vio durmiendo en la habitación así que se dispuso a taparlo con una manta cuando la voz del ojiverde la interrumpió.

-Mamá-dijo con la voz rota.-He hecho algo muy malo-continuó

-¿Qué has hecho cariño?-dijo su madre preocupada.

-Me he tomado unas pastillas.-al oír eso su madre lo estiró del brazo y le obligó a ponerse los zapatos para ir al hospital. Una vez preparados los dos se subieron al coche para ir al hospital.

Durante el camino Harry lloraba y su madre no decía nada. Se saltó una par de semáforos en rojo pero poco le importó una multa, lo único que quería era a su bebé vivo.

Cuando llegaron al hospital donde Harry se visitaba en la unidad de psiquiatría fueron a urgencias y allí les dijeron que fueran a esperar porque los llamarían. 

Madre e hijo se sentaron a esperar hasta que una doctora de guardia llamó a Harry y le preguntó qué había pasado.

-Me he tomado 15 Ibuprofenos.-dijo el ojiverde. La doctora rápidamente lo subió a una camilla y lo llevó a la tercera planta. Una vez allí le tomaron la presión y la temperatura y le dieron un líquido llamado carbón para que se lo tomase y así poder erradicar el efecto de las pastillas. Le dijeron que el líquido estaría malo y hasta le pusieron un cubo para que vomitara pero a Harry le gustó el sabor, dijo que sabía a chocolate.

Después de tomarse el carbón entero lo dejaron en observación para intentar controlar en caso de que las pastillas hicieran efecto, cosa que no pasó. Al cabo de unas cinco horas de observación llevaron a Harry al área de psiquiatría y les hicieron esperar otras dos horas.

Sobre las siete de la tarde un doctor apareció en la puerta de la habitación donde los habían dejado.

-Hola, soy el doctor Gómez y me gustaría hablar con Harry.-Anne al escuchar eso salió de la habitación y fue a comprar un café

-¿Qué ha pasado Harry para que estés aquí?

-Pues me he intentado suicidar porque no sirvo para nada y simplemente malgasto espacio.

-¿Ha habido algo que haya pasado últimamente por lo que estés así?

-Pues mi novio apareció con un chupetón de su ex.

-Alomejor es que tu novio no te merece. ¿No has pensado en dejarlo y buscar a una persona que sí que te quiera?

Al escuchar eso Harry automáticamente pensó en Dylan y como lo trataba siendo tan caballeroso y atento.

-Puede que haga eso, tengo a alguien en mente, gracias por ayudarme.-dijo Harry.

-De nada. Ahora iré ha hacer el informe y os podréis ir.

-Vale.

Tuvieron que esperar otra media hora más para que trajeran el informe y así poder irse a casa. Durante el camino se puso a escuchar música para poder relajarse más y olvidar lo que había pasado ese día.

Al llegar a casa Harry se fue a dormir directamente sin ni siquiera cenar y soñó con un mundo dónde Louis no existía y Dylan era su pareja. El mejor sueño que había tenido en su vida.

TE ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora