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La familia de Harry nunca había sido muy buena con él, le llamaban gordo y que no servía para nada, también le decían que si se pintaba las uñas se pensarían que era un gay, pero hablando de forma despectiva. 

Su infancia no había sido muy buena y ahora le pasaba factura. Siempre pensaba que no servía para nada y que era un gordo que nadie querría, bueno pensaba hasta que conoció a Dylan. Dylan, la persona que lo había ayudado más que cualquier psicólogo o médico. 

Ese día Harry y Dylan cumplían un mes y quería hacer algo especial por él así que decidió hacer una carta.

Querido Dylan,

Sé que suena un poco formal pero me gusta como queda, se ve profesional. Me hubiera gustado decirte esto en persona pero no soy muy bueno hablando y no creo que podría sin ponerme rojo como un tomate. 

Primero me gustaría darte las gracias por todo lo que has hecho por mí, es muy bonito de tu parte. Me encanta como me tratas y como me haces sentir, como si estuviera seguro en tus brazos, sé que alomejor no soy perfecto pero te aseguro que tú para mí si lo eres. 

Me gustaría decirte que me has ayudado un montón y me has hecho darme cuenta de que era bonito y que si estoy vivo es por alguna razón y que a veces sufrir es necesario aunque desde que tú llegaste no he llegado a sufrir ni la mitad de que lo hacía antes. 

Puede que sea pronto pero soy un romántico empedernido así que te diré que te quiero, te quiero mucho, eres la persona más importante de mi vida y la única en la que confío, espero que estemos juntos mucho tiempo.

Con amor,

Harry

Además de la carta le había comprado unas pulseras para que se las pusieran a juego. Había comprado chocolates porque sabía que a Dylan le gustaban mucho y esperó a que fuera el día para poder besar a su novio.

Los días pasaron rápido y ya era sábado, el día de su aniversario. Nunca había estado tan nervioso en su vida. Simplemente no se lo podía creer, había estado un mes con Dylan O'Brien, el chico más guapo y atento que había conocido. 

Se preguntarán qué pasó con Louis, bueno pues Harry llegó a la conclusión de que lo odiaba y no le molestó aceptarlo, simplemente había seguido con su vida. Iban al mismo colegio pero Harry no le hacía caso. Había perdido a sus amigos porque estos habían preferido a Louis que a él pero encontró más gente que lo quisiera y lo aceptara así que no estaba solo y no lo estaría nunca más.

Ahora estaba sentado en un banco mirando el móvil cuando de repente escuchó como alguien se acercaba.

-Hola, cariño.-dijo Dylan con una bolsa en la mano.

-Hola.-Harry se levantó y lo abrazó por el cuello dándole un beso en los labios.

-Bueno, veo que tienes una mochila. ¿Hay algo para mí?-preguntó Dylan.

-Si, hay esto-dijo sacando los chocolates y a Dylan se le iluminaron los ojos-y una carta para tí.

-Vale, muchas gracias por los chocolates, ahora leeré la carta.

Dylan empezó a leer la carta y a medida que avanzaba se le acumulaban las lágrimas en los ojos. Una vez acabó se dirigió a Harry.

-Es preciosa, gracias, te quiero.-y se lanzó a coger al rizado en brazos y besarlo.

-Comparado con esta carta mi regalo es muy poco.-dijo Dylan.

-Que va, seguro que me encanta.-dijo Harry

Dylan abrió la bolsa y sacó un oso de peluche con un corazón verde en la barriga que ponía Harry.

-Aww, muchas gracias, me encanta.-dijo Harry y besó a Dylan.

-Sabía que te gustaría, te encantan los peluches.

Y así estuvieron horas, abrazados y besándose en un v¡banco hasta que se hizo de noche y fueron a casa de Dylan para dormir ya que sus padres estaban fuera por trabajo.

Esa noche Harry se durmió en la protección y seguridad de los brazos ajenos y durmió como todo un bebé.

TE ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora