una marcha fatal

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Su cuerpo se sintió caliente y adormecido, como de esas veces en las que no quisieras levanté, pero está vez era diferente, el simplemente no podía hacerlo.
Sintió su rostro arder al mismo tiempo que unas voces lejanas le incitaban a abrir los ojos.

— aww miren quien despertó— dijo Domínguez parado cerca de su rostro. De solo ver al militar, su cara se desfiguró de disgusto en una muñeca de disgusto y temor.— lo preguntaré por última vez, donde estuviste Miguel?— no respondió, su rostro adolorido casi se lo impedía— responde!!... Vamos, hazlo por el.

El militar se levantó dejando ver a la otra persona atada tras el, una persona con los ojos vendados y de apariencia más que lamentablemente, ni siquiera cabía la duda de quién era aquel hombre delgado sentado frente a el.

— Papá Héctor!!!— trato de levantarse de inmediato, pero, entonces noto las ataduras en sus muñecas— papá Héctor, está bien!!?— pregunto angustiado, sin embargo apenas sonó la lastimada voz de Héctor.

— Mi-Miguel!...

— Que le hiciste!!??— desesperado miro a Domínguez.

— lo que se merece por venir a amenazarme, a mí y a mi familia— respondió tan frío como Miguel ya se esperaba, en la mirada de aquel hombre no se veía tan siquiera un minim destello de empatía por ellos.— ese hombre es un potencial peligro para nuestra sociedad.

— Mentira!! El jamás haría eso, mi abuelo no es así, jamas lo haría— gritaba mirando con furia al militar

— y más sin embargo lo hizo, y ahora pagará las consecuencias. Obtendrá lo que los locos se merecen, y se lo llevaran a un calabozo lejos de ese pueblo, o bien, puedo dejalo pudrirse en uno de mis establos...— dijo sin piedad en sus palabras, pero tan pronto dictó aquella sentencia, su mirada se poso en Miguel y con una voz aterciopelada dijo—
Pero es tu decisión chamaco, aún no es tarde para negociarlo. Si tú me cuentas donde estabas y el por qué no cumpliste con lo que dije, entonces te devolveré al viejo, las cosas volverirán a ser como antes, tu familia por fin reunida, tu te casarás con mi hija y olvidaremos esto. Solo tienes que hablar...

Sus miradas chocaron, sin embargo los labios. del moreno no se abrieron. El hombre estaba cayendo en cuenta de que el menor no tenía intención de hablar, a tiempo que su furia cresiera haciendo que sus puños temblaran.

— la bestia, fue la bestia, yo se lo que vi— apenas grito Héctor, rompiendo aquella tención creciente.

— callenlo— dijo Domínguez sin siquiera mirarlo.

Sus hombres inmediatamente apuntaron a un ignorante Héctor que desconocía la gravedad de su situación.
En ese momento Miguel volvió a gritar desesperado

— no!! No le hagan daño, el tiene razón, no está mintiendo— el hombre lo miro incrédulo— te diré todo, te contaré todo lo que quieras, pero diles que las bajen, que no lo lastimen. Házlo, pídelo porfavor!

El militar sonrió victorioso, sabía que tenía al menor de los hombres Rivera entre sus manos.
Con un simple ademán dio la orden que inmediatamente fue obedecía y con un rostro complacido bajo a su altura

— te escucho— Miguel bajo su rostro, esquivando bla mirada del mayor

— ...La noche después de la fiesta de su hija, volví a casa con mi abuela. Cuando llegamos nos encontramos con Idalgo, el caballo de mi abuelo, pero el no estaba, entonces yo salí a buscarlo, crusamos todo el busque hasta llegar a la cumbre helada, ahí había lo que yo creí que era un rancho, pero en realidad era un Castillo— su bolsillo empezó a brillar, y el hombre curioso, saco aquel pedazo de espejo que le había dado Hiro— eso es mío

El Musico Y La Bestia (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora