capitulo 4

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Tenía un dolor de cabeza horrible. Después de todo el alboroto en las celdas del palacio el padre de lady Agustina había llegado e hizo una escena total que el emperador se entero, lo que menos quería. Al poco rato habían llegado muchos más guardias y doctores. Su padre decidió ejecutar al joven muchacho en frente de todos esa mañana, lo cual estropeo sus planes de sacarle aunque sea una mísera cosa sobre lo que estaba pasando por los pueblos. Le había reclamado al emperador pero este había dicho que de todas maneras no le iba a sacar una información. Dejaron vivir al chico esa noche pero lo mataron este día. A pesar de aquello, aun recordaba algo que había mencionado, algo sobre una estación de sangre.

Estaba mirando hacia afuera del carruaje cuando escucho la vos de su acompañante.

-¿tuvo su merecido no cree? –casi afirmo Agustina.

-¿el Rarito?

-¿Quién mas mi príncipe?

La verdad no tenía nada en contra de los Raritos, aunque sabía que eran un alto peligro para el reino por los místicos poderes, no habían tenido muchos problemas con ellos hace unas décadas, pero últimamente habían estado más agresivos. No le agrado la idea de tener que decir que el Rarito había tenido su merecido cuando fue ella la que se arriesgo no le agradaba.

-obtuvo lo que les pasa a todos ellos.

-cierto...

La mujer pareció decepcionada pero en seguida recupero la compostura. Se obligo a hablar.

-qué bonito esta el paisaje ¿no lo cree Lady Agustina?

-¡sí! Es hermoso, me encantan la arquitectura de los edificios de nobles, sus entradas son hermosas ¿no piensa lo mismo?

-si...

El se refería mas a los arboles que se retorcían o que se estiraban, o los animales como pájaros que se quedaban en ellos, el cielo, las nubes, todo lo demás natural. El carruaje paro y al poco rato vinieron a abrir. Salieron y estuvieron frente a las puertas del palacio las cuales se abrieron en cuanto se acercó a ellas. Agustina lo siguió por atrás más emocionada por la pequeña charla que habían tenido.

-aquí me despido Lady agustina, espero que se recupere pronto de su mano.

-gracias, que Rea le acompañe mi príncipe –dijo haciendo una pequeña reverencia y después poniendo sus manos enfrente de su vestido que parecía pastel.

Se veía horrible como se notaba que le habían cocido sus dedos de porcelana, le llego un sentimiento compasivo aunque después suspiro y dio vuelta para ir a trabajar en su propuesta y en la de la señorita para entregársela a un ministro. Estaba caminando por uno de los pasillos cuando uno de los sirvientes se le acerco.

-gloria este a su merced príncipe Zuerios, estrella menor. Su madre, la emperatriz, desea verlo.

Era uno de los sirvientes de la emperatriz, siempre se le había parecido misterioso, con sus ojos como gato y su seriedad y serenidad eran una característica peculiar de él. Su cabello parecía sacado del bosque y su piel dorada también.

-gracias Lionel, en seguida iré, ¿Dónde se encuentra?

-en su jardín.

A primera vista cualquiera se molestaría por su respuesta seca, pero la verdad es que el siempre te contesta así, son pocas las veces que no.

Camino en dirección al cuarto de su madre. Tuvo que pasar por algunos pasillos y un pequeño patio hasta dar con los aposentos. Toco y en seguida fue abierta la puerta, una de las damas de compañía de la emperatriz lo había recibido.

Hasta la quinta estacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora