Capítulo 3: La semilla de la corrupción

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En un lugar muy lejano, dentro de una habitación con poca luz, un hombre con un extraño casco en la cabeza se inyecta una sustancia morada. A su lado, un marshtomp está inconsciente y con unos pocos ductos inyectados en los brazos. Ese extraño líquido también entra en el pokémon y ambos comienzan a retorcerse de dolor.

La sustancia morada sobresale de los ojos del tipo agua, que deja de moverse y el sonido de una maquina cardiaca se vuelve molesto por el constante silbato, que indica la muerte del pokémon. El hombre aprieta con fuerza la mesa frente a él y la destruye en varios pedazos después de un rugido furioso. Seguidamente, un viejo calvo con bata de laboratorio se acerca sin miedo alguno.

—Me temo que es otro fracaso —dice y limpia la sustancia morada que sobresale de los brazos del hombre.

—No lo entiendo. ¿Qué nos falta? ¿En qué nos estamos equivocando? ¿Qué estamos ignorando? —se cuestiona el del casco.

—Señor —llama un joven desde un parlante—. Hay intrusos en el laboratorio de la montaña tormentosa.

—Ordené que destruyeran ese lugar después de la fuga —menciona el hombre y voltea a ver al viejo de la bata, quien sigue sin intimidarse.

—Aún hay prototipos ahí que hubieran sido útiles, esa montaña estaba llena de pokémon interesantes —responde el calvo y saca un panel inalámbrico lleno de botones—. Pero no se preocupe, señor, no podrán ver demasiado.

—Más te vale, pero, por si a acaso, quiero que llames al cazador.

—Como ordene —confirma y aprieta un botón.

***

—¡Mis padres tienen que estar por aquí! —exclama el seedot y se adentra en los pasillos entre las capsulas ante la mirada confusa del peliverde.

—¡Oye, espera! —llama Izuku sin éxito—. Cargax, Férron; síganlo y cuídenlo.

Los pokémon persiguen a la bellota, acompañados de Riot y Jack. Midoriya suspira y se acerca con Bakugou al único escritorio de la sala. El peliverde la enciende y ve que necesita una contraseña para ingresar.

—Debí imaginarlo. ¿Cuál será?

—¡Apártate, nerd! —exclama Katsuki y lo empuja de la silla para tomar asiento.

Escribe una palabra y consigue el acceso a la computadora, asombrando al peliverde:

—¿Cómo hiciste eso?

—La contraseña está al lado, idiota —indica el de ojos rojos, señalando a un papel pegado en el borde de la pantalla.

—Es cierto, que irresponsables. Ve que consigues, Kacchan.

—Estoy en eso, Deku.

Zak los ve con ansias por saber qué oculta este lugar mientras intenta recordar lo que sucedió, pero su memoria sigue bloqueada, así que espera encontrar algo en esa computadora. «Eres especial. ¿Lo sabías?», escucha el riolu como un eco en sus pensamientos y siente una pequeña punzada en la cabeza. Voltea hacía uno de los pasillos y regresa a escuchar esa voz: «Sé que ni siquiera naciste, pero intuyo que serás la clave». Guiado por esas palabras, se adentra al pasillo sin decirle nada a nadie. Mientras los chicos buscan información en la computadora, Kai, el typhlosion, ve al canino alejarse de ellos y decide seguirlo.

***

Kyoka, intrigada por la imagen que vio, decide seguir leyendo el archivo, pero su contenido la inquieta y es incapaz de creerlo. «Parecen las ideas de un lunático, aunque ya no sé qué es lo normal», piensa ella. Rápidamente, revisa los planos de la antena y lee varios archivos, comenzando a encajar muchas piezas, pero todo sigue siendo muy confuso.

El destello azul (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora