Hora del té

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Advertencias: Ninguna.

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El de gabardina pasaba por los pasillos de la mafia, hace poco quitó la venda en su cabeza (que el mismo jefe le ordenó usar), durante su "descanso", que consistió en un día ordenando cosas en la bodega fue visitado por Chuuya y un montón de postres, no los rechazo por educación, pero en realidad ninguno le gustaba tanto.

Su teléfono sonó, y lo hizo suspirar—. ¿Qué necesita?.

—Ven a mi oficina.

Colgó y con más prisa que antes, subió al elevador al piso ejecutivo, abrió la puerta y encontró al pelinaranja con una copa de vino en la mano—. De verdad eres idiota, apenas ayer estabas molido, y ahora finges estar completamente bien.

—¿Para que me llamó?.

—Cierto, ten— estiró una taza junto a galletas decoradas con mermelada de higos.

—¿Por qué?.

—Bueno, ayer parecía darte un poco de asco el chocolate, pensé que podrían gustarte más...

—¿Por qué hace todo esto?— bajó su mirada hasta la bandeja plateada, dónde de reojo miraba el reflejo de Chuuya.

—No tengo ningún motivo en especial, solo eres Akutagawa y toses muchísimo— cubrió su cara con ayuda de la copa—. Puedes irte si lo deseas, tampoco quiero hostigarte.

El de ojos grises se debatía que era lo mejor, sin duda estás atenciones no las tenía con nadie más, de hecho, Nakahara era la persona menos demostrativa de la mafia, pero no del todo gruñona, estaba confundido, no podía pensar en otra cosa más que sus motivos. Terminó mordiendo una galleta.

—La hermana Kōyō, trató de enseñarme a hornear galletas y pasteles, siempre terminaba con el cabello lleno de harina— sonrió, no sabía si por le alcohol, o por la anécdota.

—¿Aprendió?— cuestionó curioso.

—Mierda no, eran muchos pasos— acomodó su sombrero mientras sonreía—. No soy tan mayor que tú, tengo veintidos años, no me molestaré si no me hablas de usted.

—No puedo hacer algo así— dió un sorbo a la taza, sin poder reconocer el sabor del todo, Chuuya lo notó por la mueca que hizo.

—No te estoy envenenado, es de malva, alguien me dijo que te ayudaría con la garganta irritada— centró la vista en sus dedos, tan pálidos como nieve—. ¿Cómo puedes ser así de alto?.

—¿Qué?.

—Aún si eres raro, eres alto, bastardo— respondió bajito antes de dar otro sorbo—. ¿No tenías trabajo?.

—El jefe no me ha dado órdenes— lo miraba con asombro por lo bien que podía lucir en una situación cotidiana cómo charlar.

—Le jefe es bastante indulgente si se trata de tus faltas, de todas formas, si te solicita algo demasiado peligroso puedo ayudarte, he tenido mucho tiempo libre— esto era mentira, los informes que debía llenar eran una pesadilla.

—Gracias— respondió como un susurro.

—No es nada— dió otro sorbo al líquido carmín.

—¿De verdad no hay ningún motivo para que sea amable?.

—Joder, deja de darle vueltas a las cosas, si te sientes intimidado por mi puesto...

—No, solo es extraño.

—Tan tétrico cómo siempre, no me extraña que no tengas novia— soltó una risita burlona.

—Usted tampoco tiene novia— Nakahara casi se atragantó con el vino en su garganta, de verdad le contestó.

Son cosas distintas, yo tengo a un montón de personas tras de mi, pero tienes razón, no tengo pareja...

—Son cosas distintas, yo tengo a un montón de personas tras de mi, pero tienes razón, no tengo pareja

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Tengo el headcanon que Kōyō trató de enseñarle a Chuuya cómo hornear pasteles.

Té para dos [ChuuAku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora