Capítulo 27

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Joel

Hace aproximadamente media hora que desperté pero no he querido moverme para no agitar su sueño, es una especie de costumbre que tengo, mirarlo dormir. Erick es una persona hermosa, lo supe desde la primera vez que lo ví pero en aquel momento yo no era precisamente la mejor opción para nadie y creía firmemente en la libertad, creía que no estaba hecho para tener una relación con nadie y realmente no me interesaba perder el tiempo conquistando a tipos que podrían querer algo más que una follada, no es que mi estilo fuera de Casanova pero prefería tener sexo sin compromisos con personas que pensaran como yo, eso ahorraba problemas.

¡Vaya idiota! Pensé mientras acariciaba suavemente su espalda desnuda, justo donde una marca reciente se mostraba roja, fresca. Me sentía muy estúpido justo ahora, de hecho, me sentía estúpido constantemente al recordar mi manera de pensar antes de Erick. ¿Cómo pude ignorarlo durante tanto tiempo? ¿Cómo pude solo no intentar conocerlo? Sabía que no era un chico como los demás, se le notaba a millas y eso hizo que me alejara antes de siquiera acercarme. ¡Tonto Joel! Perdí tanto tiempo, tanto valioso tiempo con él, si en lugar de jugar a hacerme el importante, hubiese prestado atención a sus detalles, si hubiese mirado dos segundos seguidos lo bonito que era cuando sonreía...nos habría ahorrado todo este dolor, todas las desgracias, le habría ahorrado a él todo el daño que causé.

-¿Joey? -El sonido más precioso del mundo logra sacarme de mis pensamientos y mi corazón late con fuerza cuando bajo mi mirada y lo veo tratando de darse la vuelta para mirarme. Su panza ya está grande y le cuesta moverse, así que me despego un poco de su cuerpo cálido y lo acomodo de tal manera que yo quedo sentado con la espalda pegada al respaldar de la cama y la suya a mi pecho.

-Hola mi amor. ¿Dormiste bien? -Hablé cuando estuvimos bien cómodos, mis manos descansaban en su panza desnuda, su cabecita en mi hombro, nada podría ser más perfecto.

-Si...estaba agotado, anoche...

-Siento si te hice daño. -Lo corté antes de que teminara de hablar, habíamos hecho el amor de una manera asombrosa antes de dormir y la verdad es que llevaba mucho tiempo sin tocarlo, demasiado, así que tal vez fui un poco rudo.

-No...no, fuiste, fuiste perfecto. -Lo vi sonreir y eso me alivió, Erick ya tenía seis meses y medio, desde que tuvo aquel sangrado no volvimos a tener relaciones porque su reposo se extendió más de lo que pensamos en un inicio y aunque yo moría por tenerlo, mi prioridad era que nuestro bebé y él estuvieran bien, así que sin importar mis ganas de entrar en su cuerpo, esperé a que el médico fuera quien confirmara que todo estaba correcto.

-Tenía muchas ganas de estar contigo. -Admití en un susurro, era cierto, tan cierto. Solo recordar la noche anterior, sus gemidos mientras lo tomaba, la forma deliciosa en que apretaba mi hombría, sus ojos...esos ojos preciosos que me robaban la cordura mientras me miraban poseerlo...yo no podía competir contra él, Erick me dominaba por completo aún estando él debajo y con una panza gigante, él simplemente era superior a mí.

-Yo también, necesitaba mucho sentirte, pasó mucho tiempo desde la última vez.

-Lo se...pero nuestro bebé es más importante, tú eres más importante.

-Yo se, Joey y me alegra mucho que pienses así, a veces me daba um poco de miedo.

-¿Miedo? -Cuestioné con duda, no quería que tuviese miedo de nada.

-Si...no lo se, es la primera vez que tengo una pareja y se que el embarazo no ha sido precisamente el mejor. Tal vez tú te aburrías de esperar y yo...

-¡Hey! No digas eso, no lo digas por favor. Yo jamás podría cansarme de tí, no me importa estar como un puto virgen, yo te amo, Brian, te amo y no es un sacrificio. Me gusta el sexo, obviamente quiero cogerte cada vez que te veo y follarte contra todas las fuerzas que tengo pero prefiero una y mil veces saber que estás bien y que nuestro niño no corre peligo, jamás me perdonaría hacerles daño.

-Bueno...ayer te desquitaste, a penas me puedo mover. -Soltó de la nada y yo casi exploto de la risa.

-Brian...uno acá siendo romántico y diciendo cosas bonitas y resulta que tú hablas esas groserías. ¿Dónde está mi bebé, ese que era tímido? -Respondí riendo, realmente amaba como Erick había cambiado, como su carácter había mejorado tanto convirtiéndolo en un chico risueño y alegre que a pesar del difícil embarazo y los golpes de la vida, había aprendido a ser feliz y yo me sentía sumamente orgulloso de ser el causante de eso o al menos de gran parte.

-Lo siento pero es que estabas en modo bestia. ¿Cuántas veces fueron, tres?

-Cuatro. -Admití con orgullo, nadie me iba a quitar la emoción y satisfacción por lo que hicimos.

-¡Dios! Por eso es que no me puedo mover, me rompiste todo, Joel, abusador. -Disfruté de ver su sonrisa genuina, sabía que hablaba en serio, soy consciente de que no podía detenerme y que lo hice mío durante horas enteras y obviamente después de tanto tiempo sin tenerme adentro, su cuerpo sentiría los estragos pero al mismo tiempo sabía que lo decía en broma y la sonrisa gigante que mostraba era más que suficiente para saberlo.

-No te quejaste anoche, bien recuerdo como me pedías más.

-Claro que si, te extrañaba mucho, Joey, de verdad. -Dejó un pequeño beso en mi mejilla y después volvió a colocar su cabecita en mi hombro, en paz, feliz.

-Lo se, amor y se notó que nos necesitábamos pero lo mejor de todo, además de lo bueno que fue, es que ya estás bien y tienes el permiso para dejar el reposo.

-Ya era hora, pasó mucho tiempo y aunque no me quejo, extraño salir, al menos al jardín. -Lo sabía, yo había sido el primero en prohibirle moverse a menos que fuera muy necesario. Cuando tenía que salir por trabajo, mamá lo cuidaba, a ella le gustaba hablar con Erick, se hacían compañía entre los dos y papá también participaba de sus tertulias, eso me hacía feliz, saber que mi chico era bien querido por mi familia.

-Si quieres podemos salir a cenar hoy, los cuatro. ¿Te parece bien? -Pregunté contento, realmente yo también necesitaba un cambio de aire y una rica cena en un lugar bonito, me parecía perfecto.

-¡Si! Claro que si, claro, claro. -La emoción de mi bebé era demasiado contagiosa y me dieron ganas de comerlo a besos. ¿Cómo era posible que se emocionara tanto por algo tan simple como cenar? Esas eran las cosas pequeñas que me hacían amarlo, los detalles sencillos que lo hacían brillar como un lucero y una vez más confirmaba que había elegido a la persona correcta para pasar el resto de mi vida a su lado.

-Está bien, amor, entonces a la tarde iremos a cenar, ahora voy a pedir tu desayuno. -Me levanté despacio para dejarlo a él rescostado a la cabecera de la cama y besé su frente antes de salir. -No te muevas, se que estás lastimado y es mejor que reposes. Vengo en un rato, te amo, mi vida.

-Yo te amo más...te amo mucho Joel y quiero...quiero ser tu esposo otra vez.

quiero ser tu esposo otra vez

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