Capítulo 1. La Odisea

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Estaba nevado cuando llegue por primera vez a Falconview. Había demasiada bruma, tanto que no podía distinguir nada a más de 4 metros de distancia; justo en ese momento extrañaba a el lugar de donde venía, pero no me podía quejar ahora ya no. Tenía una misión que cumplir, lo único que sabía es que ahora tendría que ser "ángel guardián". Tenía entendido que Yma mandaba a guardianes de vez en cuando con ciertos humanos para cuidarlos y encomendar determinadas tareas, pero seguía preguntándome el por qué me designó a mí, un arcángel de cuarta categoría. -¿Por qué?- suspire mirando al cielo. Era todo muy injusto en ese momento, que se suponía que tenía que hacer, regularmente los arcángeles de mi categoría no se metían en asuntos de humanos, nosotros nos encargamos de notificar los actos demoníacos y de sobornar a algunos demonios para después, aniquilarlos. Ahora lo importante era hacer un plan para permanecer en este lugar.

Ya había transcurrido tiempo desde mi llegada, había tomado la identidad de un florista, había manipulado todo y a todos para que me tuviera en sus recuerdos. A decir verdad, hacer arreglos florales me quitaba la ansiedad y me recordaba a Yma, permanecer mucho tiempo en este lugar me terminaría volviendo loco.

Estaba inspirado haciendo un ramo de flores de algodón cuando pude sentir una presencia demoníaca, al levantar la vista y lo único que pude ver en la acera fue a una humana de mediana edad con una niña que aparentaba entre 5 o 6 años. La tensión que se generó en el ambiente hacia estragos en mi cuerpo y mi sentido angelical quería salir a combatir al ser demoníaco, pero algo diferente también desprendía aquel ser. Era una deliciosa esencia, casi pasaba desapercibido aquel olor, pero terminaba por confundirme. Decidí mantenerme a control después que madre e hija cruzaran el umbral de mi tienda.

-Bienvenidas, en un momento estoy con ustedes- el discurso previamente preparado se desprendió de mis labios, me apresuré en terminar el arreglo y recibir el pago. Una vez que despedí al cliente me giré para encarar a la pareja, al momento que me acercaba aquella mujer que sonreía de oreja a oreja, nada extraño emanaba, era sólo la esencia de una humana y cuando mi completa atención se enfrascó en la pequeña, la sonrisa de está me demostraba la inocencia de un pequeño ángel y la gran maldad de un demonio.

Jamás en mi existencia había visto tal, sus ojos color ambarino brillaban de una manera casi hipnótica y representaban lo mismo que su sonrisa.

Aparto la mirada como si nada estuviera removiéndose en mi alma y mente. La voz cantarina de la mujer me indica que quisiera un ramo de rosas color pastel; la emoción de su voz contaba como asistiría a festejar el nacimiento del hijo de su mejor amiga.

Mientras la escuchaba atentamente, con disimulo observaba a la niña que olisqueando las flores de su lado; una gran idea viene a mi mente para desenmascarar a la criatura que se encontraba en mi tienda.

-Oh, tengo unas bellas tarjetas decorativas para las flores con gusto le puedo regalar algunas para acompañar el ramo- mencione con falso interés.

-De verdad, me encantaría ver algunas- la mujer aplaudió dando unos brinquitos, mismos que fueron una orden directa para mis piernas para que avanzaran a la parte trasera del mostrador y llevar a cabo un gran descubrimiento.

Buscando las tontas tarjetas encontré la infernum, artefacto similar a una moneda de oro que atrae a seres demoniacos, creada por Zitzetsu uno de los primeros ángeles de la muerte. Yma la mando a la tierra cuando los íncubos empezaron a seducir a humanos para obtener favores sexuales.

Los demonios de ciertas categorías y los que estuvieran en la tierra o en el cuerpo de un humano se incinerarían simplemente tocándola. Esta moneda fue algo que se me "regaló" cuando me descendieron a la tierra.

Con las tarjetas al fin en mano las entrego, cuando la madre está lo suficientemente distraída dejo caer la moneda. El sonido que hizo al caer resistiendo al viento, hizo detener el tiempo por un par de minutos. Todo alrededor tomo una pausa de la que los humanos nunca notarían y recordarían, excluyendo seres demoniacos en su alrededor y ángeles; me sorprendió que aquella extraña niña se acercara lentamente al suelo y recogiera la moneda como si nada para después entregármela sin haberse evaporado.

Es ahí que me dije, a que me estoy enfrentando. La confusión me paralizo, pero la emoción me alimentó.

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Buenas buenas!!!

:)

Parcialmente vulnerable ante tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora