Capítulo 1

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Era una noche fría y nublada típica de cualquier invierno en la que todas las calles están abarrotadas de gente. Anna estaba en el balcón de la casa fumándose un cigarro mirando a la gente pasar. Parejas agarradas de la mano, gente paseando a sus mascotas, grupos de jóvenes hablando de sus cosas, incluso había gente con altavoces con música exageradamente alta.

—¿Es que no saben que son los auriculares? Solo cuestan un euro en el chino— maldijo Anna antes de darle otra calada a su cigarro. —Siempre tienen que ir llamando la atención para destacar que asco—

Terminó de fumar y pasó a la casa, en el salón, sentada en el sofá estaba Camila mirando su móvil.

—¿Sabes que eso acabará matándote?— dijo mirando la cajetilla de tabaco.

—Sí, lo sé, tengo pensado dejarlo.

—Ya, eso decís todos los fumadores.

Anna sonrió mientras se quitaba la chaqueta. —Tienes razón pero el estrés y las mierdas que lleva eso nos obliga a seguir fumando.—

Camila suspiró, sabía que nunca iba a dejar de fumar por mucho que lo dijera, ya llevaba muchos años así y parecía que iba a seguir con el tabaco.

Su amiga se sentó en el sofá a su lado, y cambió su expresión a una seria, algo que la incomodó un poco.

—Camila... —soltó un suspiro de frustración.—Estoy metida en un gran problema y necesito tu ayuda.—

La nombrada frunció el ceño confundida.

—Vale, no te preocupes, solo dime en que te puedo ayudar.

—Necesito que me prestes dinero.—

Camila se sorprendió, era la primera vez en todos los años que se conocían que su amiga le pedía dinero.

—Claro, ¿Cuánto necesitas?—

Anna comenzó a ponerse más nerviosa, nunca ha querido involucrar a Camila con sus propios problemas, pero necesitaba el dinero.

—500 euros...— dijo con un hilo de voz.

Camila se quedó callada, no tenía tanto como para prestarlo a su amiga.

—Anna, eso es mucho dinero, no puedo...— antes de que pudiera terminar la frase, Anna se levantó bruscamente del sofá.

—No te preocupes Camila, ya me las apañaré— dijo dirigiéndose a la puerta con una sonrisa triste en sus labios.

Camila fue detrás suyo.

—Anna ¿Qué te pasa?

—Nada, no te preocupes, no me pasa nada.— al terminar de decir esas palabras abrió la puerta y salió rápidamente del apartamento.

—¡Anna!— gritó Camila desde la puerta. —¡Vuelve aquí!—

La chica no le hacía caso, tenía asuntos más importantes que atender como para dar explicaciones a Camila.

En ese momento le llegó un mensaje de un número que no tenía registrado. Era una ubicación. No había más conversación, pero Anna sabía que tenía que acudir allí lo más rápido posible o podría tener peores consecuencias.

Empezó a correr hacia su coche que estaba aparcado enfrente de la casa de su amiga, se montó, temblando, abrió el chat del número y fue a la ubicación que le había mandado.

Cinco minutos de trayecto.

Anna estaba temblando, no podía dejar de pensar en las consecuencias que iba a sufrir muy pronto.

«¿Por qué tuve que meterme en esto?» se repetía constantemente, estaba tan nerviosa que sus manos y frente comenzaron a sudar. Para intentar relajarse puso la radio, con suerte, alguna canción le ayudaría a calmar los nervios.

Diez minutos de trayecto.

Solo quedaban cinco minutos para llegar al punto marcado en la ubicación, al parecer estaba entre las parcelas en venta alejado de la ciudad.

El teléfono de Anna recibió una llamada. Era Camila.

La chica no estaba en condiciones de recibir preguntas sobre qué le había pasado hace unos minutos, así que le colgó «¿Qué le importaría a Camila mis problemas? Son míos y de nadie más»

Quince minutos de trayecto.

El GPS le indicaba que ya había llegado a su destino, se encontraba en una carretera entre un gran campo de cultivo de olivos y una calle de parcelas abandonadas o en venta. Más adelante había un callejón así que supuso que tenía que ir hasta allí. Se acercó al lugar y pudo ver un coche negro y dos hombres debajo de una farola mirándola. Con la oscuridad de la noche Anna pudo distinguir algunos de los pocos rasgos que se veían ya que los dos llevaban una bandana que les tapaba la mitad de la cara: el hombre de la derecha era un poco más alto que el de la izquierda, su pelo era pelirrojo que tenía recogido en una pequeña coleta, vestía con ropa oscura y ancha para ocultar su silueta, sus ojos rasgados se clavaban en ella como puñales.

El hombre de la izquierda también con ropa holgada como la de su compañero, su tupé castaño estaba algo despeinado y ojos redondos. Lo poco de piel que pudo ver de su cara fue un tatuaje entre la oreja y su ceja de una serpiente negra con rayas blancas.

Al fijarse más en este hombre, vió que tenía un bate de béisbol en sus manos que parecía tener su nombre.

Aparcó el coche, el miedo le invadió, sus piernas le temblaban y no se encontraba con fuerzas como para caminar hacia ellos. Sabía que no iba a salir bien de allí, ya debía bastante dinero a esos dos, nunca los había visto, pero estaba segura que ellos eran dos grandes cargos de la banda.

Tras unos segundos el hombre alto se acercó al coche y llamó al cristal con sus muñones. Anna intentó no hacer contacto visual con él e intentó calmar su agitada respiración.

—Abre la puerta— dijo con tono tajante, su voz era grave y varonil que era opacada por el cristal del vehículo.

Anna contuvo la respiración, era hora de afrontar las consecuencias.

Lentamente abrió la puerta y miró al hombre que seguía observándola fijamente sin perder detalle.

—Bien— conforme, dió un paso atrás.

Anna se levantó y cerró la puerta del coche detrás de ella. El hombre la agarró del brazo sin ninguna delicadeza y la llevó junto a su compañero. La chica intentó gritar pero estaba tan aterrorizada que no le salió la voz, tampoco se encontraba en condiciones como para hacerle frente a ese hombre así que no se resistió demasiado a su agarre. La tiró con tanta fuerza que la hizo perder el equilibrio y cayó al suelo.

—¿Dónde está el dinero?—

Anna le miró a sus ojos con miedo.

—Anna...¿Dónde está el dinero?— repitió con un tono más impaciente.

—No...— dijo con voz temblorosa.

—¿No qué Anna?

—No lo tengo...— consiguió a decir.

El hombre se agachó y suspiró.

—Es una pena— dijo decepcionado.

Los hombres se miraron y el más alto le asintió y el del bate se acercó a Anna mientras que el otro se alejaba de ellos dos.

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Continuará...

Espero que os haya gustado el primer capítulo de la historia, la verdad es que no se cuanto vaya a durar ni cuanto tiempo tarde en subir nuevos capítulos (lo siento por eso)solo os pido que tengáis algo de paciencia conmigo ya que es la primera vez que publico algo así en wattpad.

Si os gustó la historia, me sería de mucha ayuda que compartierais la historia con vuestros amigos.

Besos ^^

Imartinm

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