Capítulo 9

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Buenos días, tardes o nochess!! Siento no haber subido capítulo antes pero esta semana he estado realmente atareada con la universidad  y casi ni he tenido tiempo de escribir. En ofrenda de paz os adelanto que se vendrán cositas a partir de este capítulo y puede que introduzca alguna escena "hot". Naturalmente avisaré para aquellas personas que no les interese leer esa parte y prefiera continuar con la historia. Muchas gracias y disfrutad del capítuloo!!

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Durante la estadía de su tío en Encanto, Mirabel había tenido pocas oportunidades de estar en su compañía. Le daba la sensación de que el hombre prefería la cercanía de su empleado y la de sus hermanas, siempre que Antonio no acaparara su atención; quizá fuera por su personalidad reservada que solo se encontraba a gusto con la gente en la que plenamente confiaba o quizá esa era la única forma de evitar a Alma. Sí, la abuela era la única que lograba ponerle tenso con su sola presencia. 

Casi de la misma forma que se encontraba en ese momento ante ella. Bruno estaba incómodo y Mirabel se arrepintió de haberle preguntado acerca de su presunto compromiso. De cierta forma le recordó al gato de la señora Torres, un animal huraño que a la mínima se ponía a la defensiva, erizando su lomo y bufando a todo aquel que se le acercara.

Pero no podía culparla por tener curiosidad, la vida de su tío era un misterio y no había nada que le llamara más la atención que los enigmas sin resolver. Un poco retorcida, sí, decían que lo había heredado de la abuela.

— ¿ A qué viene esa pregunta?— Bruno se alejó de su lado para darle la espalda.

— Mera curiosidad, ya que hablábamos del tema— Mirabel titubeó pero quiso quitarle hierro al asunto. En el fondo se moría de ganas por saber la razón del comportamiento del otro, pero tampoco quería recibir otra mirada helada de su parte. No se consideraba una persona masoquista— No quería molestarte.

Mirabel se levantó e hizo amago de marcharse para huir de la situación, pero un suspiro pesado y las palabras de su tío la detuvieron. 

— Me fui de Encanto antes de comprometerme. Madre puso el grito en el cielo pero me dio igual y fue entonces que tomé las riendas de mi vida— Bruno jugueteó con la pequeña rata, que había terminado de comer.

— Debió ser duro. Ya sabes, encontrarte solo y alejado de los tuyos.

— Al principio sí, pero después comencé a ver mundo y a tratar con diferentes personas. Lo curioso que tiene el mundo de la actuación es que encuentras más personajes fuera que dentro del teatro. La ciudad está repleta de personas peculiares. 

— ¿ Más que en Encanto? Permíteme que lo dude.

Una pequeña sonrisa ladeada asomó en el hombre y Mirabel sintió que el ambiente volvió a ser similar al de antes. Al menos su tío ya no parecía un animal arrinconado, no del todo.

Bruno siguió acariciando a la pequeña ratita, sumido en sus pensamientos.

— ¿ De verdad la ciudad es tan maravillosa? Demasiado bonito para ser verdad, algún defecto tendrá.

— La única parte mala era que no tenía a mi familia conmigo para disfrutarla — suspiró el hombre.

— Ah, yo…

— Por favor, no te disculpes. Fue idea mía marcharme de todas formas y, dentro de lo malo, aprendí a vivir por mi cuenta y trabajé en mi propio futuro. La ciudad me dio la oportunidad y yo la aproveché, y también me ofreció algo que no había tenido antes.

— ¿ El qué?

— Libertad.

Mirabel se sorprendió ante las palabras de su tío, sin saber realmente qué decir a continuación. Bruno se rascó la cabeza, restándole importancia.

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