"Eyes Without a Face"

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Ojos cafés que observaban todo a su alrededor, pequeños suspiros que se escapaban de su boca, sus manos heladas escondidas en los bolsillos de su chaqueta, y su nariz roja, el pequeño era una figura creada por los mismísimos ángeles, pero tenía algo.

Era diferente, él era diferente que todos, no sobresaltaba del montón, pero era distinto a los demás, y siempre fue así, según su madre es algo que viene en la familia, todos eran muy tranquilos y tímidos, entonces nunca intentó cambiar su personalidad.

Pero si pensó en hacerlo, lo pensaba cuando se sentaba solo a comer en la cafetería de la escuela, cuando tenía que pasar sus recesos hablando con algún profesor y cuando debía caminar solo a su casa, tuvo un amigo cuando era muy pequeño, se llamaba Michael, eran mejores amigos, pero de un día para otro la familia de Michael decidió irse del pueblo, dejando nuevamente a Liam solo, sin nadie con quien hablar.

Hasta que llegaba a su casa, todos sus pensamientos se iban al ver a sus padres, Karen y Geoff, los amaba, todas sus penas se iban al reírse con ellos, se sentía seguro y amado, se sentía invencible cuando estaba en los brazos de su padre, se sentía inmortal cuando su madre lo abrazaba.

La buena relación entre su familia se debe a que eran solo ellos, todos eran hijos únicos y sus padres habían muerto, no había familia lejana a la cual acudir, entonces siempre fueron ellos contra el mundo, el frio y horrible mundo.

Liam siempre pensaba en como seria que su papá tuviera su edad y pudiera ir a la escuela con él, sería muy feliz, pero se dio cuenta de que no era posible.

El pequeño siempre habría sido muy inteligente, nunca tenía problemas en la escuela, era muy tranquilo y pacífico, su presencia calmaba todo lugar donde se encontraba, sus notas eran perfectas y siempre tenía sus tareas al día, se puede decir que es porque no tenía distracción en su camino, no jugaba con niños, nunca era invitado a cumpleaños, el único vecino de su edad se llamaba Austin, pero Liam lo encontraba muy alocado, siempre iba gritando a todos lados y lloraba por cada inconveniencia que se le presentaba.

Además de mudarse después de estar en el pueblo por unos meses.

Un día en la escuela pudo notar desde su asiento en el receso, un niño iba caminando con la cara pintada, tenía una barba falsa dibujada con marcador negro, lo miró y le causó un poco de risa, pensó en acercarse a hablarle, pero dudó, no quería que el niño lo molestara o le dijera que no quería ser su amigo, entonces lo dejó pasar.

Y así siguió su vida, salidas al cine con su papá, tardes de helado con su mamá, su cumpleaños en pleno verano, viajando a la playa, cantando feliz cumpleaños y deseando en poder seguir así para siempre.

Pero no todos los deseos se hacen realidad, menos los que no puedes controlar.

13 años recién cumplidos y Liam ya estaba creciendo, era casi de la altura que su padre y su aspecto físico había cambiado, pero seguía siendo el mismo Liam de siempre.

Una tarde de septiembre Geoff decidió llevar a Liam en un pequeño paseo en su auto.

Pasearon por el lado rico del pueblo, juzgando las mansiones y el estilo que estas tenían, pararon por un helado reencontrandose con un viejo amigo, Geoff se dejó invitar, esperaron en el auto mientras el viejo amigo les compraba el helado y se los regalaba, rieron un rato y despidieron.

Se dirigieron a casa, la radio sonaba y Geoff juró que la mejor canción creada por el humano estaba sonando, era "Venus" de Frankie Avalon.

Geoff le subió todo el volumen y cantó a la par, Liam lo miraba sonriendo, se sentía tan feliz que sentía que su corazón iba a explotar, el castaño intentó simular que no se sabía la letra, pero después de ver la pasión con la cual su padre cantaba, se unió e hicieron un dúo.

¡Don't Trust Anyone! • ziamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora