Capítulo 8

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Chiara esposito

Eran la 1 de la madrugada para cuando entramos a la discoteca, todo estaba demasiado lleno. Todos pegados con todos, no era mucho lo que llevábamos aquí y ya me quería ir, pero no me queje y aguante, no podría hacerlo, no mientras Rachel tuviera esa sonrisa en la cara. Ella se la estaba pasando en grande, y aunque me haya insistido para ir a bailar con ella, me negué, aún la herida en mi pierna no había sanado del todo, pero realmente eso era lo menos importante, era solo que me sentía observada y aunque sabía exactamente de quien eran esos ojos que me atravesaban como cuchillas desde el balcón, no fui a bailar.

Porque me sentía segura si él estaba vigilandome, eso no lo puedo negar, pero también sabía que tendría que cuidar lo que hacía y con quien lo hacia.

Estaba segura de que ya estaba borracho y no quería arriesgarme a cagarle el momento a Rachel, más bien no quería arriesgarme a que él le jodiera la fiesta.

Habíamos quedado en encontrarnos aquí, ambos hablaríamos con una persona de nuestro pasado, eso lo habíamos hablado ayer.

Llegaríamos, pasaríamos desapercibidos y nos encontraríamos con él para hablar, más bien para negociar.

Pero como siempre, todo se fue al caño.

Me asegure de que Rachel supiera que estaba bien, le dije que iría a follar con alguien y me dirigí hacia el área VIP donde christopher me esperaba.

— Chiara esposito — le hable al mastodonte que se encontraba parado en la puerta brillante atrás de él.

Ni siquiera se tomó el tiempo de mirar la puta lista, sus ojos estuvieron todo el tiempo en mi escote.

— No estas en la lista.

Tuve que tragarme las ganas de matarlo ahí mismo.

— Solo déjame pasar, maldito idiota.

— No. Estas. En. La. Lista. — Dijo cada palabra pausadamente, aunque quisiera matarlo en estos momentos, no podría.

Eso haría mucho escándalo y lo más probable es que después dañe mi reputación como miembro de la central.

— Y tú estarás en mi lista de muertos si no la dejas pasar ahora mismo.

Esa voz me dejó mareada por segundos, segundos en los que creí que moriría de la felicidad.

El horrible hombre vio por encima de mi y al segundo palidecio, casi que me cago de risa al verlo.

— Lo siento señor — el mastodonte abrió la puerta con las manos temblorosas, acto que me hizo sonreír — sigan.

— Adelante — su voz en mi oído hizo que me erizara, el saber que lo tenia tan cerca de mi logro que cosas en mi se encendieran.

Tome su brazo sintiéndome la mujer más afortunada del mundo y entramos.

A lo que se cerro la puerta, ni siquiera pudo esperar.

Tomo mi rostro y unió nuestros labios, me beso con tanta brusquedad y desesperación que hizo mis bragas empaparse. Me pego hacia la pared y con desesperación empezó a subir mi vestido, yo abrí más mis piernas dándole acceso a mi entrepierna.

Dejo mis labios para moder mi cuello, lamia y succionaba partes de el haciendo que me volviera loca.

— Te he extrañado mucho — hablo y su aliento en mi cuello logro que todo a mi alrededor desapareciera, y que mi poca cordura se fuera al coño.

Deje que mi cuerpo cayera hasta estar de rodillas y busque desesperadamente desabrochar los botones de su pantalón.

Pude quitárselos, pero su mano impidió que bajara el pantalón y con brusquedad, (no tanta para lastimarme) me levanto y tomo mi mentón para que lo mirara.

Jaque mate. [Christopher Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora