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14 de diciembre, 2010
11 días para Navidad

Siete de la mañana de un sábado, sin duda el día perfecto para dormir.

Pero no cuando hay niños cerca.

—¡No! —gritó enojado Sunghoon viendo como su primo leía la carta que había hecho para Sunoo.

—Ou~ ¡esta cosita enana está enamorado! —apretó los cachetes del pelinegro.

Sunghoon bufó molesto y se fue a donde su hermana. Al menos ella no lo molestaba.

—Yeji, ¿tú no me molestaras verdad? —preguntó a la bebé de dos años. —Yo no te molestaré a tí, es muy feito.

La bebé solo pudo reír al ver como la torre de bloques que estaba construyendo cayó al suelo dejando todo desordenado.

—Yah, Sunghoon. —llamó la tía del mencionado. —No te molestes con Jay, ¿sabes? El también estuvo enamorado a tu edad.

—¿En serio? —preguntó abriendo sus ojitos ante aquella confesión, de fondo a la vez se escuchó un grito de Jay, pidiéndole a su mamá que no hablara de más.

—Sí, tú sólo dale esa carta al chico. Debe ser muy lindo como para tener tu corazoncito lleno de amor. —jaló levemente las mejillas del menor y se fue a la cocina a terminar de preparar el desayuno.

Una vez su tía se fue, apareció Jay con una cara más sería a la que tenía cuando se estaba burlando de él.

—Oye, ¿qué te dijo mi mamá? —preguntó con miedo. —Lo que sea que te dijera es mentira.

Sunghoon solo atinó a asentir, planeaba usar la información cuando fuera necesaria.

Su primo era apenas 4 años mayor que él. Disfrutaba mucho cuando este venía porque podía aprender a cómo actuar como un niño grande.

Porque claro, él ya lo era, solo le faltaba la actitud.

Jay había viajado desde Estados Unidos para su cumpleaños, y de paso pasar las fiestas junto a la familia. Sin embargo desde que había llegado sólo lo había molestado, o al menos así lo interpretaba él.

Iba a jugar junto a su hermana, pero él timbre de la casa sonó. Ante el sonido, el padre de familia bajó para recibir a la visita.

Unas cuantas voces y pasos, y ¡boom! explotó el mundo.

Bueno, no fue tan así, pero en la mente de Sunghoon eso hubiera sido divertido.

Pero, ¿qué es mejor que una explosión? Pues claro, ¡Jake!

—Oh genial, más niños. —refunfuñó Jay al ver como el dúo de amigos empezaba a saltar y correr por la casa.

Ignorando la presencia del mayor, ambos niños corrieron hasta la habitación de Sunghoon, pues, Jake tenía una gran noticia que contarle.

Pero no se puede contar una noticia sin antes tener donde hacerlo, oh no, eso no era posible.

Ambos niños empezaron a usar algunas sábanas y almohadas para formar una base; una base secreta donde ningún primo-alienígena podía pasar.

Con las luces apagadas y las cortinas cerradas, encendieron una linterna y que empiece el show.

—En el camino a Villa alegría —dijo Jake en referencia al centro comercial. —... Pasó el trineo de Santa sobre el auto. Cuando entramos ¡Santa estaba ahí y tenía muchos regalos!

Sunghoon puso su boquita en forma de O.

—No es todo. —recalcó Jake. —¡Tenía un reno de verdad, ví a Rudolf!

—¡Es Rodolfo!

—¡Es lo mismo!

—Oigan, hablen más bajito que no escucho la serie. —habló una tercera voz, la cual Sunghoon identificó como su primo-alienígena.

—Oh no, ¡la base ha sido atacada con alienígenas! —ante el grito de Sunghoon, ambos empezaron a chillar mientras destruían todo con el fin de encontrar al alienígena invasor.

Luego de apuntar a todos lados con la linterna, un grito salió de la boca de Jay cuando uno de los niños pisó su mano.

—¡Auch! —se quejó. —¡Quítate niñito!

Jake apuntó a sus pies, viendo como fue él quien pisó a Jay.

—Sunghoon, ¡destruimos al alienígena!

—Y mi pobre mano. —Jay se levantó masajeando su mano izquierda.

Al levantar la vista, Park mayor notó que ninguno de los niños se encontraba en la habitación.

Estos ya se encontraban en el primer piso, de camino a rogarle al padre de Sunghoon que les cumpliera un pequeño deseo.

—Papi. —llamó Sunghoon esperando que toda la atención de su progenitor esté en él. —¿Podemos ir al centro comercial a donde Santa?

El mayor miró con urgencia a su esposa, ¡él no sabía lidiar con esos temas! Menos con los ojitos encantadores que tenían los niños.

—Eh... —fue lo único que pudo salir de su boca. —Ya veremos.

—¡Pero papá!

—Iremos luego, Sunghoon. —habló su madre apareciendo detrás de su esposo.

Deseo casi cumplido.

𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐒𝐔𝐍𝐎𝐎... › sungsun ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora